miércoles, 20 de noviembre de 2019

Los Muertos no Mueren









Cine sin Memoria



José Luis Vivar



A raíz de La Noche de los Muertos Vivientes (George A. Romero, Night of the Living Dead, 1968), las películas de zombis se han convertido en algo común en la cinematografía mundial. Además de los Estados Unidos, países como Inglaterra, Japón, Corea, desde luego México, Rusia, Francia, Canadá, e incluso Cuba, han presentado historias cuyo argumento son los muertos vivientes. Algunas con excelentes resultados y otras para el olvido.


            Las series de televisión también han tomado a estos seres que regresan de las tumbas para devorar a los vivos, siendo The Walking Dead (varios directores, a partir del 2010), la más popular, con diez temporadas, y otra ya confirmada, la que más acapara la atención tanto en los canales tradicionales como en las plataformas digitales. Por lo visto, los zombis son un negocio redondo.

            Tal vez por eso, aprovechando el éxito comercial de estos personajes de ultratumba es que aparece otra película, Los Muertos no Mueren (Jim Jarmusch, The Dead don´t Die, 2019), que en tono de comedia trata el tema desde una perspectiva muy al estilo de su director.





            A raíz de un fenómeno conocido como Fracking Polar, el planeta tierra se sale de su eje, el sol no se pone, y todos los dispositivos electrónicos alteran su funcionamiento. Esto da pie para que los muertos abandonen sus tumbas y hagan de las suyas en el pueblo de Centerville.

            El jefe de la Policía Cliff Robertson (Bill Murray), el oficial Ronald Peterson (Adam Driver), y la oficial Mindy Morrison (Chloe Sevigny) serán el hilo conductor de esta delirante historia que con situaciones inverosímiles y hasta grotescas, realizan una crítica al comportamiento del estadounidense promedio.

A través de una galería de personajes triunfadores y perdedores; racistas y parásitos sociales, Jarmusch, experimentado director por grandes películas como Dead Man (1995); Ghost Dog: the way of the Samurái (1999); y Flores Rotas (2005), delata sin piedad los excesos del capitalismo. Los consumidores insaciables, esos que acumulan de todo, sin tener necesidad. Los que tiran al bote la basura lo que todavía sirve porque todo el tiempo están buscando algo novedoso, aunque en ello empeñen sus vidas vacías.

            Los Muertos no Mueren tiene dos formas de interpretación: la superficial que se concentra en la comedia, y la crítica que pone en evidencia las consecuencias que a futuro tendrá el Capitalismo, si la forma de progresa consiste en continuar con ese estilo de vida.

En medio de este caos resalta la presencia y la voz del ermitaño Bob (Tom Waits), quien es el profeta de este apocalipsis, y al mismo tiempo el narrador de todas las desgracias que le tocan presenciar en su pueblo. Advierte que nadie saldrá vivo de esa situación, y que tarde o temprano todos se volverán muertos vivientes, algunas de forma circunstancial y otros será la plaga encargada de devorarlos.

El otrora caza fantasmas Bill Murray es un jefe de la Policía que entiende la situación, pero no sabe cómo detenerla, porque todo sucede demasiado rápido. Sobresalen las actuaciones de Tilda Swinton como Zelda Winston, la embalsamadora del pueblo; Steve Buscemi como Miller, un desequilibrado ranchero, Danny Glover y Selene Gomez, cuya presencia juvenil no la salva de las garras de los zombis.

A primera instancia alguien podría decir que se trata de otra película de muertos vivientes, y estará acertando, sin embargo, es algo diferente, porque muy en el fondo es algo más que eso, y vale la pena ver.   



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