Fernando G. Castolo*
Fernando
G. Castolo*
Como
historiadores, tenemos la gran responsabilidad de dotar a la comunidad de
elementos que soporten su identidad, a partir de los rasgos más emblemáticos en
su sentido de ser y de pertenecer. Cuando, como historiadores, damos una
errónea lectura, ello tiene sus consecuencias, porque la voz del historiador es
una voz autorizada que no se puede, ni se debe, permitir caer en
apasionamientos personales. Por ello, deseo exponer una culpa, y solamente
aspiro a que sea redimida por los amables lectores que se han visto cautivados
por nuestras aportaciones.
Fernando G. Castolo*
Pocos
días después de que la antigua Zapotlán el Grande fuera elevada a cabecera del
Noveno Cantón de Jalisco (con un considerable territorio que abarcaba las
actuales regiones Sur y Sureste, donde se encontraban las haciendas más
productivas), en un acto por demás autoritarista, el mandatario estatal decide
cambiar la nomenclatura de una Ciudad que, como todas, guardaba en su nombre el
orgullo de su ancestral presencia.
Fernando
G. Castolo*
Estos
días en que las noches nos agobian con un calor sofocante, recordaba que, en la
memoria de la ciudad, dado que no existe una solemnidad especial a San José, se
ha olvidado el temblor del 15 de abril de 1941. Claro que en nuestra comunidad
los estragos de este sismo, con intensidad de 7.9 grados Richter, no fueron tan
graves como sí lo fueron en Tuxpan y en Colima.
Fernando G. Castolo*
Destruir
el patrimonio, eliminar lo que nos significa la ciudad, en sus rincones, en su
paisaje urbano, en su arquitectura, en sus detalles... Las ciudades son únicas
gracias a las bondades de sus edificios que se erigen en calles y avenidas.
Fernando
G. Castolo*
Bárbara
Torres Ruiz, hija de uno de los más grandes intelectuales zapotlenses (por
cierto, nativo de Tecalitlán, Jalisco), don Félix Torres Milanés, quien legó en
ella la pasión artística por la fotografía, y de una sensible dama como lo fue
doña Concepción Ruiz.
Uno de
los personajes más olvidados de esta Ciudad y a quien mucho se le debe porque
fue un luchador social de gran trascendencia en el campo agrario es don Pablo
Luis Juan, zapotlense que nació hacia el año de 1851, hijo de don Lázaro Luis
Juan y de madre no conocida.
Fernando
G. Castolo*
Deambular
por el municipio de Zapotlán el Grande tiene su recompensa. Ser, como se dice,
"chile de todos los moles" nos permite conocer rincones, sabores,
paisajes, consejas y personajes que le dan ese sentido de identidad tan
peculiar que tiene el entorno de nuestro valle cobijado por montañas.
Fernando
G. Castolo
El Volcán/Guzmán
Eran
las 12:30 horas del 23 de marzo de 1858, fecha histórica en el devenir de
Ciudad Guzmán, cuando arribó a esta población el Licenciado Benito Juárez,
acompañado por gran parte de su gabinete gubernamental, entre los que
destacaban Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Santos Degollado y Manuel Ruiz.
Guillermo Jimenéz. (Foto cortesía: Salvador Encarnación) |
Fernando
G. Castolo*
En el
primer intentado homenaje que Guillermo Jiménez (1891-1967) le dedica a su
pueblo natal: "Zapotlán, lugar de Zapotes" (1933), el ya consolidado
literato en un breve apunte refiere lo siguiente dentro del apartado
"Amor, sangre": "... Que a Martiniano Velasco, hermano del jefe
del Partido Liberal, una noche de lluvia le abrieron el vientre de una
cuchillada, también por una mujer...".
Milton Iván Peralta
Fernando
G. Castolo*
Desde
que la comunidad de Santa María de la Asunción de Zapotlán fue fundada por fray
Juan de Padilla en la primera mitad del siglo XVI, quedaron como
"sujetos" los pueblos de San Sebastián del Sur (antiguo
Quateponahuastitlán) y San Andrés Ixtlán. De hecho, muchos primigenios
documentos que dan cuenta sobre la historia de aquellas localidades se
localizan en los repositorios zapotlenses.
Fernando
G. Castolo*
Habitar
la luz, siempre habitarla, es lo que nos permite reconocernos únicos en el
maravilloso universo en el que regocijamos lo mejor de nosotros. Tomé el
auricular para comunicarme a la Escuela Secundaria "Benito Juárez",
teniendo la oportunidad de escuchar la voz de una columnata en la educación
regional, el Mtro. Raymundo Rodríguez Fernández.
Fernando
G. Castolo*
Una
vuelta aquí y otra vuelta acá. Así, en vueltas y revueltas nos dirigimos a
Atengo, un breve pueblo de caseríos aprisionados cobijado por la Sierra de
Quila. Fuimos recibidos por las emblemáticas torres de la parroquia que dominan
el paisaje; templo erigido en honor a Nuestra Señora de la Natividad, diminuta
y bella imagen que se venera desde el siglo XVI.
Don
Vicente Preciado Zacarías elevó un hermoso clamor en aquella velada majestuosa
en que, celebrando a la ciudad, le fue otorgado un reconocimiento a doña
Margarita Palomar Arias viuda de Mendoza. En su intervención trajo para sí, y
lo compartió con el auditorio, el minicuento de Julio Torri intitulado “La
balada de las hojas más altas”:
Fernando
G. Castolo
Una
vieja y endeble postal, que fue propiedad de don Vicente Preciado Zacarías, nos
muestra un aspecto del interior de la Parroquia de Zapotlán. Fechada hacia
1906, la fotografía muestra todo el arrogante aspecto del monumento
arquitectónico más importante de la comarca, con sus esbeltas columnas y sus
arcos nervados, adornado con la pompa de la época.
Fernando G. Castolo*
Es una
tarde apacible y algunos viejos recuerdos vienen a mi memoria. Era un niño. Iba
al Jardín de Niños "Justo Sierra", a un costado del vernáculo templo
de la Tercera Orden, sobre la calle Humboldt. Mis hermanos mayores cursaban la
primaria en la "José Clemente Orozco".