Ramón Moreno Rodríguez*
Es sabido por todos los que estamos interesados en estos temas del uso correcto de la lengua, que los llamados verbos irregulares son motivo de quebradero de cabeza en aquellos hablantes interesados en hacer un uso apropiado de nuestro idioma. Estos verbos tienen cierta “anomalía” para conjugarse. Es decir, que el usuario de la lengua está acostumbrado a utilizar determinada fórmula para indicar los matices de la acción verbal que quiere utilizar y lo aplica inconscientemente, es decir, de manera no premeditada, sino mecánica. Sólo cuando media la reflexión puede el hablante darse cuenta si ha cometido un dislate en el momento de emitir sus palabras o redactar un texto.
