viernes, 22 de febrero de 2019

Una noche violenta









I

Jack Rodriguez asomó la cabeza por la ventana y miró, diez pisos abajo, que en la calle se había reunido una multitud y que, en ese justo instante, se enfrentaban dos grupos de pandillas. Eran las tres de la mañana y no había podido conciliar el sueño porque la ciudad —desde temprana hora—, se había convertido en un botín de guerra.



De entre el humo que había cubierto el cielo por los incendios se asomaba la luna. Dejaba caer una débil luz y era un punto apenas visible de tranquilidad; en la televisión se transmitían las noticias de una de las noches más violentas que se recordaban en la ciudad desde los disturbios del 29 de abril de 1992, cuando el Este de Los Ángeles se incendió con los hechos de violencia racial que de acuerdo con lo dicho por el profesor de Historia de la universidad se conoció como la “Revuelta de Rodney King”.

La policía había intentado parar los enfrentamientos sin poder lograrlo. Ardía Los Ángeles. Se enfrentaban negros contra blancos; salvadoreños contra mexicanos; coreanos contra gringos…

Jack era nieto de mexicanos que habían cruzado la frontera —hacía ya muchos años— hasta llegar allí buscado una mejor vida; y no había podido salir a trabajar por miedo a ser atacado en cualquier momento. Además de que el transporte se había paralizado, como toda la urbe y sus condados.

Casas, autos, camiones del transporte urbano, edificios, todo estaba bajo las llamas y las balas. Había “muchos muertos en todos los puntos de la ciudad”, informaban los noticieros en esa noche.


II

Jack levantó la cabeza, que salía por el hueco de la ventana, y miró desde el piso diez del edificio el cielo. La luna brillaba con debilidad debido al humo de los incendios. De entre el humo surgieron los helicópteros de la policía, y el sonido le había llamado la atención. Y las luces de los reflectores que de pronto iluminaron la calle donde se enfrentaba la multitud. Las llamas de los autos se iluminaron doblemente. A través de los altavoces la policía advertía a las pandillas que si no se detenían iban a disparar.

Como respuesta a la policía, la multitud se unió y comenzó a disparar no a los policías, sino al aire, uniendo sus fuerzas por un instante. Fue entonces que desde los helicópteros llegó una ráfaga de balas directa a la gente que logró que cayeran muertos o heridos muchos de los que allí estaban.

En un instante aparecieron los drones-reporteros y en la pantalla de su televisor se comenzó a trasmitirse la noticia en directo.

Jack recordó, entonces, que el uso de los drones por la policía había sido iniciado en España, en Marbella, el 9 de febrero 2019, de acuerdo con lo que había estudiado en la universidad, pero luego de allí pasó a ser parte de los noticieros como una forma de protección a las personas, a los periodistas que ya comenzaban a desaparecer. La violencia en su contra (en los últimos tiempos) había logrado que el oficio de periodista se había convertido en uno de los más peligrosos del mundo y las empresas de noticias habían mudado del papel a lo digital hasta hacer posible que los diarios impresos desaparecieran y las nuevas tecnologías y los empresarios decidieron que no contratarían a personas e invirtieron en drones programados de acuerdo con la ideología del noticiero y sus intereses. Los drones-reporteros se programaban y les incluían el historial de las noticias sobre temáticas con un registro de noticias para clasificar y escanear la gravedad de los acontecimientos. Entonces los drones-reporteros enviaban la información ya editada y tanto imágenes como el texto y la “voz” surgían de manera mecánica y de algún modo programada y acorde a los puntos de vista ideológicos del medio informativo.

Era, entonces, se dijo Jack al comparar lo que veía con lo que decía el noticiero televisivo, falso. Porque el dron-reportero no distinguía con claridad la realidad, sino con la programación ya dispuesta con lo que opinaba del acontecimiento la corporación noticiosa.

Era falso todo. No habían disparado los de la multitud de forma directa a los policías, lo que habían hecho era que habían disparado al aire para que los dejaran continuar con su conflicto; a saber: que no tenía otra razón que la búsqueda y la toma de territorio que ya no era suficiente en la ciudad de Los Ángeles tanta población, ya que la ciudad angelina (y sus condados) se había saturado al extremo.

En el noticiero, de acuerdo con la información de los drones-reporteros (y su programación), lo que declaraban era que la policía al verse atacada por la gente, habían disparado y matado a personas, lo cual no era cierto conforme a lo que en ese momento veía Jack con horror.

Era, en todo caso, una verdad a medias la noticia.

Los drones-reporteros no discernían, no distinguían en su totalidad la verdad, entonces lo que la gente veía como noticia en todas partes, directamente era una falsa noticia, o una nota que no decía la absoluta verdad.


III

“La historia y el tiempo —se dijo Jack—, hace desear que las cosas del pasado vuelvan, las buenas, como aquella que permitió que el periodista John Reed al comienzo del siglo XX hiciera que nos diera su visión sobre la Revolución mexicana y sus encuentros con Pancho Villa”.

Jack consideró, entonces, que en México insurgente de Reed, se decía más verdad que en los noticieros que veía en la televisión.

“Nada como que un periodista comprometido con la verdad vaya al lugar de los acontecimientos y nos dé su versión y acercamiento de esa realidad, ahora con los periodistas robots no se puede confiar”.
Consideró que “si bien es que la tecnología ha hecho que tengamos una forma distinta de ver la realidad y con mayores herramientas, no hay nada como que una persona con preparación y bien documentada vea los acontecimientos de la realidad, y sin prejuicios nos describa los hechos lo mejor apegada a la realidad y a la verdad. Hoy los drones-reporteros no resultan creíbles en sus informaciones, porque están programados para decir lo que la empresa noticiosa desea que se sepa, si bien no se diferencia con lo que ocurría en los diarios del pasado, cuando los periodistas decían las cosas conforme a los intereses del periódico no buscando la mejor forma de retratar la realidad y en su caso decir la verdad…”.

Convino, entonces Jack Rodriguez, en que pese a las nuevas tecnologías lo que busca el ser humano es un acercamiento a la verdad, buscado siempre al menos un de la realidad-real y, siempre acercar al público a la verdad.

“Nunca el periodismo de un reportero tendencioso podrá hacerlo  —reflexionó con tristeza—, en tanto no se intente la imparcialidad: el periodismo de ayer y de hoy debe ir siempre en apego a eso y dar a conocer, sin ideologías, los acontecimientos humanos…”.
En la calle la policía asesinaba a la gente sin razón, y el noticiero de la televisión daba su versión de los hechos. No concordaban con lo que él veía.

La luna volvió a salir de entre las nubes de humos.
La noche se volvía cada vez más violenta.     



BIBLIOGRAFÍA



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