lunes, 11 de febrero de 2019

Para entender la crisis de los medios informativos







Si bien es cierto que la tendencia es, como lo advierte Lluís Bassets (en El último que apaga la luz: Sobre la extinción del periodismo), que en algún momento desaparecerán todos los diarios tradicionales en papel, también es cierto que el periodismo existe antes que los propios medios impresos, es decir: el periodismo aunque su base es el impreso, no se debe al mismo.



La verdad es que desde el comienzo del periodismo la crisis está vigente, la propia competencia (a veces desleal entre empresas, recuérdese la historia de los periódicos de Nueva York en http://www.sinpermiso.info/textos/periodismo-en-eeuu-profesionalidad-objetividad-y-partidismo), y con frecuencia tuvieron que mudar de la objetividad al amarillismo y a la mentira para lograr las mejores ventas de los ejemplares, tanto que tuvieron que inventar conflictos que se convirtieron en guerras como lo testifica el filme (y la propia historia del periodismo neoyorkino) del Orson Welles (Ciudadano Kane).

Durante las primeras décadas del siglo XX, la crisis generada por el sensacionalismo y el compadreo con la derecha alcanzó su punto culminante. En la carrera presidencial de 1912, los tres rivales del Presidente William Howard Taft el demócrata Woodrow Wilson, el progresista Theodore Roosevelt y el socialista Eugene Debs criticaron la corrupción y venalidad de la prensa. Fue en este caldo de cultivo que se generó el periodismo profesional. Una fuerza conductora fueron los mismos editores que comprendieron que el periodismo partidista y sensacionalista estaba socavando su modelo de negocios. Tuvieron que aceptar la autorregulación para proteger sus beneficios y mantener a distancia las amenazas de los esfuerzos organizados de reforma pública.

El periodismo profesional fue la solución a la crisis. Consistió en la revolucionaria idea de que el propietario y el editor de un periódico deberían estar separados y una "muralla china" había de interponerse entre ellos. Las noticias no deberían ser configuradas para acomodarse a los intereses partidistas de los propietarios, sino más bien determinadas por los calificados profesionales no partidistas, usando los juicios y las habilidades puestas a punto en las escuelas de periodismo. Tales escuelas no existían en 1900; antes del fin de la Primera Guerra Mundial muchas de las escuelas importantes de periodismo del país se habían establecido a instancias de los propietarios de periódicos. El profesionalismo significaba que las noticias deberían aparecer igual tanto si el periódico pertenecía a un republicano como a un demócrata. El profesionalismo significaba que teóricamente ya no había ninguna razón para estar preocupados sobre la naturaleza monopólica de los mercados periodísticos porque los propietarios no abusarían de su poder y, además, según la teoría, más periódicos en la misma comunidad meramente reproducirían el mismo contenido profesional, así que serían superfluos. (http://www.sinpermiso.info/textos/periodismo-en-eeuu-profesionalidad-objetividad-y-partidismo)

Ahora los medios se enfrentan a otra crisis muy distinta, pero no tanto. Me explico. Lo que destaca Bassets es la muerte de los diarios impresos debido a la entrada de las nuevas tecnologías y a su avasallante popularidad entre los lectores de las nuevas generaciones, sin embargo creo que no toma en cuenta a las nuevas políticas geopolíticas que hoy como antes está marcada por la economía tiránica.

Si no se toma en cuenta esto, entonces no podríamos entender el fenómeno que marca la muerte de los periódicos que antes influyeron en la ciudad, la región, el continente o el mundo. Y si el cambio es la muda de los diarios impresos al modo digital, esto es porque las nuevas economías han cambiado las costumbres de los pocos lectores de periódicos en todo el orbe. Tal vez mueran los periódicos impresos, pero no el periodismo, solamente cambiaría el formato y todo acorde a los nuevos tiempos donde la economía ya no es solamente local, sino global.

Hoy los intereses son mundiales y no de forma regional. En eso, es claro, que perdemos todos, ya que se borran las fronteras y una noticia que ocurre en algún punto del mundo con las nuevas tecnologías corre y debe correr por todo el globo, porque todo influye en las economías y los consumidores de noticias deben ser atendidos para que lamenten por algo que ocurre al otro lado del mundo y ya un diario impreso que traerá la nota al día siguiente no es un producto de consumo porque ya los medios digitales lo habrán desgastado.

En todo caso debemos atender a lo que propio Lluís Bassets (en El último que apaga la luz: Sobre la extinción del periodismo):   

El periodismo se muere pero a la vez el periodismo está más vivo que nunca. El negocio decae pero la atracción del oficio se intensifica. No hay negocio, pero sí hay instrumentos tecnológicos para que cualquiera haga de periodista, aunque sea sin cobrar. Basta observar las oleadas de entusiasmo y de pasión que levantan los grandes acontecimientos deportivos, el impacto del reporterismo bélico, la popularización del periodismo económico y no digamos ya la miríada de iniciativas informativas a través de las redes sociales, formas todavía incipientes de periodismo ciudadano. Todos somos periodistas, por tanto nadie es periodista.


DESAFÍOS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Es verdad la llamada “Edad de oro del periodismo ha llegado a su fin” y también que esta crisis “representa al mismo tiempo una oportunidad para otro tipo de proyectos periodísticos. ¿Qué es lo que viene?”.

Son varios los factores los que intervienen en la misma crisis.
En lo personal no creo que solamente sea la llegada de las nuevas tecnologías, sino también de (como lo digo arriba de este escrito), de las economías globales. Amén de que el propio periodismo ya está desgastado y a mi modo de ver debe volver a sus fuentes iniciales, es decir, se debe retornar a contar historias humanas y sociales. Siempre que reflexiono sobre las crisis del periodismo y los medios voy hacia el trabajo que realizó a comienzos del siglo XX John Reed, quien cubrió los conflictos sociales de Estados Unidos, de México y de Rusia y logró un magnífico ejemplo de buen periodismo que se puede localizar en libros que hoy son esenciales para cualquiera que se dedica a reportear.

John Reed, quien fue y es un magnífico cronista en su crónica “Guerra en Paterson” disponen lo que un buen periodista debe hacer cuando en el texto dice: “Déjenme contarles lo que vi en Paterson y entonces podrán decir ustedes cuál de los dos sectores en lucha es ‘anarquista’ y ‘contrario’ a los ideales norteamericanos”; con lo anterior quiero recordar que no solamente la crisis del periodismo y los medios viene de las nuevas tecnologías, sino también que el periodismo y los periodistas ya no viven su época de oro porque el nivel ha bajado en mucho debido a la política, a la economía, a los intereses creados y al que los propios reporteros se ven obligados a venderse junto a las empresas al mercado y a los grupos delictivos que ahora influyen también en esto que llamamos periodismo.

Yo, al igual que Lluís Bassets pienso que el periodismo está vivo y vigente, y que es un factor determinante en la conformación de una democracia efectiva en nuestro país, no obstante me parece que en la actualidad los periodistas y el periodismo tiene una crisis externa (el medio impreso y digitales) y una interna (esa que ha empobrecido el oficio: una mala calidad y falta de compromiso social).

En todo caso, de ocurrir la muda del impreso al digital, los periódicos y los periodistas tienen una tarea esencial: el desafío de volver a buscar la verdad y decirla de manera precisa y atractiva.
De algún modo esta crisis es un reto que tiene su encuentro y engarce entre la realidad y la imaginación, es decir, los diarios y los periodistas (reporteros) debemos invertir todo nuestro ser y capacidades para que el buen periodismo no decaiga más de lo que ya lo ha hecho en esta posible muda del impreso a lo digital.

El periodismo sobrevivirá, siempre, si busca por cualquier medio y forma, volver a decir la verdad sin ideologías ni atendiendo a intereses de la empresa o la política, sino atendiendo a la sociedad a la que se debe y forma parte intrínsecamente.


BIBLIOGRAFÍA

citizen kane



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