martes, 26 de febrero de 2019

La Cristiada, algunos hechos y personajes




Un momento por favor                                                                                                               

J. Jesús Juárez Martín



El Lic. Anacleto González Flores, mencionamos, es fundador de la Unión Popular, ideólogo: No apoyó la lucha armada, aunque estuvo animando la resistencia para sensibilizar, al gobierno y echar atrás las leyes antirreligiosas. No obstante, su pacifismo fue apresado y fusilado en el “Cuartel Colorado”. En sus funerales el tumultuoso duelo en la capital tapatía hizo dimensionar su recia personalidad; la Iglesia Católica, lo ha elevado a los altares como Santo y pertenece al grupo de los Mártires de Cristo Rey, aunque su canonización haya sido posterior.



En varios lugares se dieron brotes de insurrección y de ellos se dicen ser la “cuna de la cristiada” como el día primero de enero de 1927 en San Julián Jalisco, pueblo de las Altos, tranquilo de su entraña religiosa surgió el levantamiento armado que como fuego en pajar se diseminó por los lugares cercanos de la región, Guanajuato, Zacatecas y Aguascalientes, llegando a Michoacán, Colima y Querétaro, aunque Jalisco fue el epicentro. Aquí y ante los azorados vecinos y la mirada incrédula de los feligreses fue fusilado a los cuatro vientos el Pbro. Julio Álvarez, ahora mártir y santo. Suceso impactante, su sangre de mártir fue semillero de cristiandad, sus venerados restos mortales quedaron en el propio altar, relicario de la parroquia.

El Regimiento 78 de Caballería a las órdenes del Gral. Espiridión Rodríguez inició su campaña de apaciguamiento y “desfanatización” de los levantados en el propio San Julián, donde los impactos de las balas se muestran como testimonios. La victoria de los cristeros encabezados por Miguel Hernández elevó el entusiasmo en una lucha que estaba en sus inicios.

En San Miguel el Alto surgió el jefe militar cristero más destacado: Margarito Ramírez, personaje central de la lucha y ejemplo de reciedumbre y fe; conocido como “El Catorce”, su figura de cantera rosa recrea la tutela mítica  a su población, en torno a él la historia y la leyenda se intercalan,  su sobrenombre es difícil aceptar que se deba a haber eliminado a 14  policías que intentaban detenerlo, lo cierto que eso le da preeminencia en la lucha. Fue muerto en Tepatitlán por los propios cristeros que le ajustician en un revanchismo a pocos antes del final de la guerra y sus restos mortales reposan en el Santuario de Guadalupe de San Miguel.

 A pocos kilómetros en Santa Ana de Guadalupe municipio de Jalostotitlán, se venera con fervor a Sto. Toribio Romo, otro sacerdote mártir que pacíficamente atendía a los fieles que lo solicitaban en la población de Tequila razón de su asesinato... en su lugar de origen  se ha construido un museo, réplica de su casa cuando infante,  una “Calzada de los Santos Mártires”  como homenaje permanente y un pequeña capilla,  santuario que recibe millares de visitantes, en especial de los migrantes para pedir su protección de Santo Toribio en la búsqueda del “sueño norteamericano” e intercesión ante Dios todopoderoso.

Nos permitimos incluir a tres mártires de Cristo Rey que tienen como característica  el ser nativos de la Diócesis de Ciudad Guzmán, no participaron en la lucha armada, sino que sus testimonios de vida cristiana y su ministerio sacerdotal es ejemplar de lealtad a Cristo Jesús y a los fieles donde desempeñaban su ministerio, porque  con ellos quisieron quedarse administrando los sacramentos y proclamando la Palabra en forma privada, porque el culto público se había cerrado.

San Rodrigo Aguilar Alemán, nació en Sayula el 13 de marzo de 1875, alumno del Seminario Auxiliar de Ciudad Guzmán, su aprovechamiento como estudiante le manifestaron como escritor, Fue ordenado presbítero en 1905 y trabajó en diversas parroquias. Cumplió sus deberes con diligencia y prontitud, atento a las necesidades de sus fieles paciente,  humilde y caritativo... dejando testimonio escrito de su talento de enfoque religioso y cristiano en su ministerio, su obra es “ Mi Viaje a Jerusalén” periplo que vivió cuando era Párroco de Zapotiltic y miembro de Consejo San José de Zapotlán, sus artículos periodísticos de temas religiosos de devoción  y servicio relacionados con la vida de los fieles de ese lugar cuando fue estudiante, quedaron en los periódicos de Ciudad. En su libro consigna que en el lugar donde según la tradición el Verbo se hizo carne, pidió, como una gracia, el martirio.

El 20 de marzo de 1925 fue designado Párroco interino de Unión de Tula, y desde ese lugar oró en diversas ocasiones por esa misma gracia. La suspensión del culto público se inició en agosto de 1926, el Presbítero Aguilar decidió permanecer en los límites de su parroquia y el 12 de enero de 1927, la autoridad civil giró una orden de aprehensión en su contra, por el delito del ejercicio de su ministerio. El Cura huyó a un rancho próximo a la cabecera municipal, pero su huésped lo denunció: apenas pudo escapar a Ejutla, Jalisco, donde llegó el 26 de enero.

Se refugió en el Colegio de las religiosas Adoratrices de Jesús Sacramentado. Desde los corredores del inmueble, cuando podía, celebraba la misa y administraba los sacramentos, acudían sus feligreses de Unión de Tula, les atendía en sus necesidades espirituales. La mañana del 27 de octubre de 1927, una columna de soldados del ejército federal invadieron Ejutla; un grupo de soldados tomó el convento, los sacerdotes Rodrigo Aguilar, Juan de la Mora y Emeterio Covarrubias, advirtieron la presencia de los soldados en las inmediaciones del convento y apenas lograron escapar.

La traición de uno de sus fieles ocasionó que fuera capturado por la columna de federales al mando del general brigadier Juan Izaguirre.  Al día siguiente de su captura fue conducido a la plaza principal para ejecutarlo. Bendijo a sus verdugos, perdonó a todos y regaló su rosario a uno de los que lo iban a matar. Antes de ser ejecutado lanzó el grito de: "Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe". Sus restos fueron trasladados al templo parroquial de Tula.

Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992, y canonizado por el Papa Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000. Es uno de los Mártires de la pléyade de Cristo Rey en la fratricida Guerra Cristera.


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