domingo, 11 de noviembre de 2018

La Vidente (Noche del 11 de noviembre)






I

¿Sucede ahora o sucederá? ¿O fue cuándo?
Las ramificaciones de los cuerpos abren espacios. Las historias se encuentran: cruces, bifurcaciones, derivaciones, separaciones, divisiones: ramales de los cuerpos en este instante: trazan caminos y logran transigir en una unión de confundidas experiencias. Nada ocurría hace un instante, pero al claro de las oscuridades la realidad se palpa.
¿Sucede o sucederá?




II

Las manos y las voces cierran los tiempos de la realidad; encuentros en los pasillos en donde las carnes se tocan; los labios se engarzan... los ojos de la Vidente contemplan. Advierten. Se hunden hasta percibir en lo profundo de su ascensión: dentro de unos instantes o dentro de mil años se unirá a la vida de Jonás hasta ser fundamento.
Es ausencia y es presencia el rostro de la Vidente.


III

Sus manos son la naturaleza de lo que es. Es augurio y es dolor cuando llora: su llanto se concentra en el deseo. Es la mujer que sabe amar y su fuente de sabiduría radica en cerrar los ojos: abrirlos sobre el pasado hasta al fondo.


IV

El futuro en su boca es alucinación; sus labios son la más clara virtud. Sus dones la perturban y su manera de hablar es la claridad más hermosa. Desde el instante en que la ve Jonás, en medio de la multitud, desea abandonarse a ella.


V

Ante la incertidumbre de la fiesta, ajena y deslumbrante, van cayendo el uno en el otro: arrojados con displicencia. Lejanos —al principio— no se saben en el mundo. Mas el azar —o el destino— los une hasta fundirlos.
Son luz: de pronto se atraen hasta cegarse.


VI

Se atrapan y transitan —insectos— hacia lo que cada uno era y es. Desconocidos, cruzan las primeras palabras. Es la voz —de lo que no saben—: los une. Se conviene, de alguna forma tácita: sus vidas se rebasarán hasta llegar al amor...


VII

¿Es el amor el rostro de la Vidente esta noche?
A ella va Jonás. Su conversación lo seduce; mira dentro de ella.
¿Existe qué? ¿Deja ver qué? Nada saben, sino la desmesura. Sienten el amor apenas aflorando. La Vidente presagia la vida de Jonás. Percibe sus pensamientos: los suyos, desde el inicio, ya estaban en Jonás. Se entregan, entonces, por completo.
¿Saben sus nombres? Confunden las letras que los nombran.
Al comienzo parten como si se realizaran...

Mas nada sucede: en el escenario se abren las luces del seguidor, para después todo desparecer.

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