martes, 11 de junio de 2019

Paul Auster: la invención de la soledad* ...en busca del padre perdido**.







Héctor Olivares


Un domingo cualquiera Paul Auster recibe la noticia que su padre ha muerto. Pese al carácter repentino e inesperado del deceso, Auster lo toma con calma, da la impresión, dice, de haber estado “preparado para aceptar esa muerte”. Durante el trayecto a la casa de su padre, distante algunas horas de la suya, tendrá tiempo de reflexionar sobre la vida, la muerte, sobre ese hombre distante, huraño, “invisible para los demás y muy probablemente para sí mismo”, pero ante todo lo agobia la certeza de que un hombre como su padre, pronto será olvidado. “Con el tiempo será como si nunca hubiera existido”, se repite angustiado. Antes de partir ya ha tomado la decisión de escribir sobre ese ser rutinario, obstinado, perpetuo forastero de sí mismo y turista de su propia vida. “Si no hago algo deprisa su vida entera se desvanecerá con él”. Se da cuenta que esta vez no se trata de una ausencia más, sino de la certeza de que su padre se habrá marchado para siempre sin dejar ningún rastro.

“La invención de la soledad”,
Paul Auster; Colección compactos Anagrama
Se trata de un libro excepcionalmente profundo, reflexivo que, como se menciona en la guarda de forros, oscila entre “la memoria, el ajuste de cuentas y la investigación de la novela familiar”. Se trata de una retrospectiva prousiana que desmenuza la vida familiar y personal hasta encontrar las partículas elementales con las cuales, el autor, busca penetrar la soledad de ese otro que era su padre y tal vez, de manera inconsciente, hurgar dentro de la suya propia, de expiar sus remordimientos:

 <<Ahora me doy cuenta de que debó de haber sido un mal hijo. O si no exactamente malo, al menos decepcionante>>”.

Reconstruir su historia familiar y personal evocando un tiempo pasado, que en ocasiones le parece inasible y ajeno, mientras recorre la casa, hurgan en los cajones, en las cartas insospechadas, fotografías reveladoras de un pasado turbio, confuso. <<Cada vez que abría un cajón o metía la cabeza en uno de sus armarios, me sentía como un intruso, un ladrón saqueando los lugares secretos de la mente de un hombre>>”. Piensa, mientras revisa las pertenecías de su padre La invención de la soledad, es una obra tan profunda como absorbente, una confesión dolorosamente sincera, que envuelve al lector desde el primer párrafo, obligándole a “escribir” su propia historia, su propio ajuste de cuentas y no necesariamente con un padre muerto, sino con aquel que, estando vivo, pero distante, en realidad no conocemos nada de él.  

La muerte tiene matices, puede ser prevista o inesperada, impuesta o provocada, solitaria o acompañada, y cada una entraña una particular forma de “vivencia”. La diferencia tal vez estriba que en la muerte “esperada” el individuo tiene tiempo para reflexionar acerca de su vida y de su muerte y entre los familiares hay una cierta comprensión hacia el destino del enfermo y una cierta sensación de alivio cuando la muerte se hace presente. Pero cuando ocurre de manera repentina, como en el caso del padre de Paul Auster, el estupor y el dolor de la pérdida recae en los familiares, en los amigos cercanos, quienes viven una experiencia agudamente traumática, en los cuales la meditación y el sentido de precariedad de la existencia, a la inversa de la muerte “anunciada”, ocurre después de la muerte del individuo. Auster, nos habla de un dolor diferente, algo que tiene que ver con la muerte física, pero más con la posibilidad del olvido, de ese dolor que provoca la certeza de que un ser querido, en este caso su padre, “se habrá marchado de este mundo sin dejar rastro alguno”, o peor aún, de que alguien lo recordará de una manera vaga o equivoca. Certeza que no va dirigida únicamente para los demás, sino para sí mismo: <<si cuando estaba vivo no hice otra cosa que buscarlo, intentar encontrar al padre que no estaba, ahora que está muerto siento que debo seguir con la búsqueda. Su muerte no ha cambiado nada; la única diferencia es que me he quedado sin tiempo>>.
Aún hay tiempo. No lo desperdicie.


*“La invención de la soledad”, Paul Auster; Colección compactos Anagrama.
**El agregado es mío.


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