lunes, 24 de junio de 2019

Se le subió el muerto










Consultorio 5



Héctor Olivares Álvarez


Don Valentín encarna fielmente al personaje icónico de la novela “La vida inútil de Pito Pérez”, de don José Rubén Romero. Un andar desgarbado, sombrero ajado cubriendo su hirsuta cabeza, una mirada inquisitiva y burlona y dueño de una historia conmovedora. Coincidentemente él también es michoacano de nacimiento, aunque no de Santa Clara del Cobre, como el genial Pito Pérez. Nunca ha oído hablar de ese personaje y tampoco ha leído la novela.

Hace un par de meses llegó al Centro de Salud envuelto prácticamente en una maraña de lazos que cruzaban sus hombros y espalda, de los cuales, atados por pequeñas cuerdas, pendían guitarritas, violines y sillas de madera en miniatura. Ahí confirmé la epifanía que tuve entre don Valentín y el tal Pito Pérez.

Hoy, después de varias consultas, conversamos ampliamente sobre su problema. No es que no pueda dormir. En realidad, le da miedo dormir, por eso se despierta casi de inmediato, porque siente que si se duerme van a pensar que está muerto y no quiere que lo vayan a enterrar así.

<<No puede dormir y menos si me quedo boca arriba. Lo que pasa en que si duermo en esa posición me despierto, pero no puedo moverme. Es como si fuera un sueño, pero yo sé que no es eso, porque mi mente está completamente despierta, escucho todo lo que pasa en la calle, puedo ver la luz que dejo prendida en el baño, pero no logro moverme ni un tantito. Entonces me entra como un susto y comienzo a gritar, pero qué me gano, no puedo mover la lengua, menos la boca. Por más que le ordeno a mi cuerpo que se pare, no sucede nada. Me concentró en una parte de mi cuerpo, en un dedo, en una ceja, en la nariz ¡nada! Haga de cuenta que me quede como estatua, como una de las imágenes de San Dimas que tengo en mi casa.>>

La peor parte es el pánico. Al estar despierto, don Valentín quisiera que sus pulmones aspiraran profundamente y con fuerza, que su garganta se expandiera y que el pecho se le agrandara para poder respirar profundamente. Pero su cuerpo, aun dormido fisiológicamente, apenas es capaz de tomar unos pequeños sorbos de aire. Siente que se sofoca, y el pánico recrudece la sintomatología. Incluso siente claramente como se le cierra la garganta.

<<Es como si alguien se me subiera al pecho y no me dejara respirar. Algunos vecinos a los que les he platicado me dicen que rece un padrenuestro para que se me baje el ánima del muertito.>>

La historia de don Valentín no es única. Algunas personas que padecen de parálisis del sueño suelen pasarla peor. Don Valentín logra superar el episodio una vez que logra realizar algún movimiento de su dedo meñique, los episodios de otras personas pueden alargarse durante horas o incluso días enteros.

Alrededor de esta condición se han tejido a lo largo de los años algunas historias o mitos como el de la muerte del actor mexicano Joaquín Pardavé, el cual, según la leyenda urbana, habría sido sepultado vivo debido a cierto estado “cataléptico” que padecía (trastorno del sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y sensibilidad del cuerpo). En la medicina tradicional mexicana se habla de una condición similar a la que plantea don Valentín, que hace referencia a la presencia de un ser maligno –una bruja, un nahual- que presiona el cuello asfixiando al individuo. En Brasil de habla de “la pisadeira”, en Europa del “síndrome de la bruja nocturna”. El término “mare de nightmare” (pesadilla en inglés) hace referencia a una bruja que disfruta poniéndose en cuclillas sobre el pecho de las personas.




Evidentemente que esta anormalidad, la parálisis del sueño, no conduce a nada sobrenatural. La explicación, por el contrario, habla de una de las consecuencias natural de como trabaja el cerebro. En el fondo de nuestro cerebro hay un abultamiento de apenas 2.5 cms. de diámetro (puente de Varolio), el cual inicia el sueño mandando señales a otra parte del cerebro donde los sueños adquieren vida, a la vez que avisa a la medula espinal a fin de que los músculos que se pongan flácidos. Esta condición temporal evita que nos levantemos en medio de una pesadilla intentando golpear a nuestros demonios. Sin embargo, para obtener oxigeno mientras soñamos, el cerebro ordena al puente de Varolio que deje de paralizar los músculos, y si por alguna razón este órgano no obedece, el cerebro logra despertar un poco la mente, pero no puede cerrar la llave de las sustancias químicas que ordenan la parálisis y los músculos permanecen flácidos, por eso el individuo no puede moverse y consecuentemente se estimula una parte del cerebro que amplifica el temor y de ahí al pánico. Palabras más palabras menos, así se lo explico.

Don Valentín me mira dubitativo, su sonrisa burlona se amplifica <<Ya tengo el remedio, me dice>>, sin mencionarme cuál.

¿Y si no le funciona don Valentín?
Pos` ya que médico. Que sea lo que Dios quiera.

Me hizo recordar la voz narrativa de la “La amortajada” de María Luisa Bombal, “En la obscuridad de la cripta, tuvo la impresión de que podía al fin moverse. Y hubiera podido, en efecto, empujar la tapa del ataúd, levantarse y volver derecha y fría, por los caminos, hasta el umbral de su casa. Pero nacidas de su cuerpo, sentía una infinidad de raíces hundirse y esparcirse en la tierra como una pujante telaraña por la que subía temblando, hasta ella, la constante palpitación del universo”.

1 comentario:

  1. Buen texto. Está la explicación científica. En lo personal he experimentado cinco veces con "La subida del muerto". Hasta he visto marcharse la sombra cuando he logrado "bajarlo" de mi cuerpo.

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