domingo, 21 de octubre de 2018

Autoestima y rendimiento escolar de los adolescentes



 

Lic. Sandra Guadalupe Cueto López


La imagen personal es lo que cada persona “se dice a sí misma sobre sí misma”. Esta definición muestra cómo la sensación interna de satisfacción o de insatisfacción consigo misma determina la autoestima de la persona.



Adler, A. (1935), Fromm, E. (1939) y Horney, K. (1950) comparten las ideas de Freud en relación a que la autoestima es, a menudo, más importante para el éxito escolar que la habilidad para aprender o el coeficiente intelectual. De ahí que las personas son más felices, más productivas, más efectivas y más equilibradas cuando se “evalúan” a sí mismas en forma positiva.

El esfuerzo, la aprobación, la valoración y el amor que podamos manifestar a los  jóvenes son expresiones que nunca están de más, para ellos es importante que el adulto reconozca sus ideas y creaciones, le haga ver y sentir que son valiosas. Cuando estos perciben un clima de confianza y respeto por parte del adulto (padres y maestros), acepta ser guiado a través de preguntas y sugerencias; porque el afecto es un factor importante para un buen crecimiento emocional y un armónico desarrollo intelectual.

Lograr buenos rendimientos escolares, éxitos en la vida, no siempre es una respuesta intelectual, sino la respuesta a todo un proyecto de vida, que no sólo el adolescente es responsable de dicho proyecto, sino también la familia, la escuela y la sociedad.
Es de vital importancia que los docentes desarrollemos en los alumnos la capacidad de observar, escuchar, crear, reflexionar y tener confianza en ellos mismos y así darles la oportunidad de asumir responsablemente su educación.

Para lo cual debemos brindarles los espacios y los tiempos para resolver sus problemas, tomar decisiones, elegir estrategias de enseñanza-aprendizaje para que descubran su propio estilo cognitivo que los llevará a ser cada vez más hábiles, más sociables, más afectuosos y que los jóvenes sepan que no están solos frente a su aprendizaje, que sienta que hay un adulto a su lado para guiarlo y que confía en él y en su capacidad.

No existe rendimiento eficaz si los jóvenes no tienen tiempo para recrearse, jugar, cantar, reír, ver televisión, dormir, compartir tiempo con sus padres y hermanos.

La comunicación dentro de la familia se hace muchas veces difícil, más aún cuando los hijos se convierten en adolescentes; los padres tenemos, entonces, que aprender a entablar un diálogo con ellos sin prejuicios ni anticipar respuestas estereotipadas. Dicha comunicación con nuestros hijos, no se nos haría tan difícil ni nos sentiríamos tan lejanos de ellos, si recordamos nuestros reales sentimientos vividos en la propia adolescencia, especialmente los ocultos, aquellos que ni siquiera de adultos hemos podido compartir con facilidad.

La poca cercanía entre los adolescentes y sus padres dificulta la perspectiva para que se dé entre ellos una comunicación abierta frente a la problemática escolar, sobre todo cuando alcanza rendimientos insuficientes. En ese momento se hace necesario crear un entorno de naturalidad ante la situación en cuestión, y de ser posible buscar la intervención de un especialista hará que disminuya el clima de conflicto creado en el interior de la familia.  

Pienso que la responsabilidad educativa no está sólo en las escuelas (directivos, docentes), la responsabilidad de los jóvenes nos compete a todos según la relación que tenemos con ellos.

Durante la adolescencia, la autoestima juega un rol determinante. Los jóvenes que poseen una autoestima alta aprenden más rápido, retienen mejor la información, responden positivamente a los desafíos, son mejor aceptados por los demás, son capaces de responsabilizarse de sus actos, toman mejores decisiones frente a las distintas situaciones que se les presentan, son más productivos, ejercen liderazgo, y su creatividad y logros académicos son más altos.

*Asesora en el Centro de Actualización del Magisterio

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