jueves, 23 de abril de 2020

La miseria humana







Juan José Ríos Ríos


Aunque siempre ha existido el afán de lucro y la ambición por el poder y el dinero, es ahora, a causa de las medidas tomadas para enfrentar de la mejor manera la pandemia por el Covid 19, cuando se hace de manera más manifiesta la miseria humana que duerme o late en personas que tienen más en mente su beneficio propio que el bien común, su hambre de dinero y poder a costa de quienes, de alguna u otra forma, son usuarios de servicios que prestan grandes y poderosas instituciones creadas para lucrar y enriquecerse a costa de los demás, validos de las necesidades y carencias que tienen las grandes mayorías.

            Precisamente por decisiones oficiales, la gran mayoría de esas empresas o instituciones que lucran y en grande de las necesidades de los demás, mantienen cerradas sus puertas o prestan servicios precarios para atender a sus víctimas, limitando su prestación a horarios y condiciones que ellos mismos fijan, sin importarles el tiempo, las distancias que se tienen que cubrir para cumplir pagando o abonando deudas, cuando deciden suspenderlos porque ya es hora de salir de sus empleados, haciendo perder tiempo y dejando sin posibilidad de que sus usuarios cumplan en tiempo y forma con sus abonos o pagos.




            No conforme con ello, esas instituciones – comprendiendo bancos, grandes tiendas comerciales que venden en “abonitos” fáciles de pagar, entre otras- recurren a una estrategia que viola de manera flagrante los derechos ciudadanos de privacidad domiciliaria haciendo llamadas vía telefónica exageradamente constantes o mensajes de voz o escritos a los sistemas que tienen registrados de sus víctimas, para EXIGIR, así, con mayúsculas, que pasen a pagar o a saldar las deudas que tienen porque ya está vencido en tiempo o, incluso, como el monopolio de la telefonía, presionando a que liquides el servicio cuando ni siquiera ha llegado el recibo correspondiente del cobro a casa del cliente. Es letra muerta, en este sentido, lo que la ley dice: “Nadie puede ser molestado en su persona, domicilio, posesiones… etc.”.

            Cuando no se cumple a tiempo el abono o el pago de una cuenta en una institución bancaria, ésta aplica sanciones de tipo económico, es decir; cobra interés sobre el monto de la deuda más los intereses que ésta genera de manera mensual o como se haya celebrado el trato, es decir, no pierden, ganan más, lo que el cliente o la víctima para el caso, no puede eludir, razón por la cual no debiera molestar a sus usuarios exigiendo el pago en tiempo y forma cuando esa misma institución mantiene cerradas sucursales y si acaso tiene una operando, resulta insuficiente para atender la gran demanda de quien o quienes desean estar al corriente. He conocido, de manera directa, que personas adultas que fueron al banco para retirar su pensión que no alcanzaron a realizar el trámite porque ya se terminó el horario del servicio, cuando debiera suspenderse hasta que se terminen las filas.



            Lo mismo ocurre con las empresas que tienen a la venta artículos diversos para el hogar y que usan la estrategia de ofertar todo con sistemas de pagos “fáciles”, en abonitos semanales que tientan a la gente creyendo que de esa manera podrán tener en su casa la tele, el mueble, el refrigerador o cualquier otro aparato, incluidas hasta las motos, cuando al final de cuentas esos pagos hacen que el cliente cubra casi un 50 por ciento más del valor de lo adquirido de esta forma, que se pudiera ahorrar si el consumidor tuviera calma y no se dejara vencer por el ánimo consumista de comprar a costa de lo que sea, comprando de contado lo que le sale costando más caro por caer en este tipo de estrategias. Pero cada quien es dueño de sus decisiones y para eso están quienes se aprovechan de esta debilidad o de las gentes que realmente no tienen para adquirir lo que necesitan sin caer en trampas difíciles de salir.

            Por ello, llama mucho la atención el llamado que el Presidente Municipal de Zapotlán el Grande, ha hecho a las empresas que recurren a sistemas de pagos fáciles para que hagan conciencia de la situación, que no presionen a sus clientes para que paguen cuando muchos de ellos están cumpliendo con las medidas impuestas y con ello impedidas para trabajar o tener los ingresos que les permita mantener el ritmo de vida que llevaban antes de la pandemia, un llamado que es de desearse no caiga en oídos sordos de quienes va dirigida la petición de Pepe Guerrero, que de esta manera da una muestra más de que, sin dejar de cumplir sus obligaciones como autoridad, no ha perdido su vocación de servir y trabajar pensando en los demás, más allá de lo que legalmente está obligado como tal.
           
           

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