miércoles, 26 de febrero de 2020

El INE y el ambiente hostil








Víctor Hugo Prado


Hace apenas unos días el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Cordova, expresó que ese órgano nunca había enfrentado “un ambiente tan hostil” en su historia, llamando a cerrar filas a su interior. Lo afirmado por él al menos tiene tres aristas. La primera es que ante el eventual relevo de 4 consejeros, el partido mayoritario en el Congreso, intente apoderarse de esos espacios relegándolo a ser un instrumento de partido a una institución que debe mantener autonomía ante el poder público; segundo, que el INE enfrenta una mutilación presupuestal de mil 71 millones de pesos, en un año en la que existe ya de si la aprobación de nuevos partidos que recibirán dinero público a partir de julio de este año; el tercero, tiene que ver con una controversia constitucional en contra del manual que fija los salarios al interior del órgano electoral, en el que se incluyen montos superiores al ganado por el presidente de la república.

El INE partir de la reforma constitucional de 2014, evolucionó para lograr que los estándares con los que se organizan los comicios electorales, estuvieran orientados de manera determinante en fortalecer la democracia electoral y garantizar el ejercicio de los derechos político electorales de los ciudadanos y ciudadanas, bajo al menos cinco principios rectores: legalidad, certeza, imparcialidad, objetividad e independencia, establecidos en el mandato legal que dio origen al IFE y que se enriquecieron con el INE.




Nadie a estas alturas de la historia de Instituto Nacional Electoral puede afirmar que no ha rendido en lo general buenas cuentas. Ahora las elecciones se han establecido como método aceptado y equilibrado para contender por los cargos de elección de dos de los poderes federales y locales. Hoy por hoy las elecciones, con la participación organizada de miles de ciudadanos, funcionan generando una vía ordenada y pacífica para la expresión, como lo refiere José Woldenberg, “de los cambios en los humores públicos, al tiempo que permiten que la diversidad política pueda competir y convivir de manera pacífica e institucional”.

Hoy el INE sufre una seria amenaza, pues el régimen que se construye desde el gobierno, con un poder centralizado en un solo hombre y con una cámara de diputados afín y dispuesta a cumplir los dictados del ejecutivo federal, ponen en peligro la autonomía que ejerce el Instituto, y en su prospectiva construyen el anhelo de ver un INE alineado y al servicio del gobierno.

Dejan de lado que la razón de su creación, ha sido ofrecer garantías de imparcialidad a todos los contendientes en un momento contextual en el que las elecciones no tenían reglas claras, el árbitro no era lo suficientemente imparcial, imperando la trampa, la compra de votos, la emisión de votos falsos y con padrones poco confiables. El futuro del INE es directamente proporcional al futuro de la democracia en México. Los ciudadanos mexicanos, así como reclamamos seguridad, debemos demandar la autonomía e independencia de un órgano que ha dado garantía a la transición política del país de un gobierno a otro.





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