jueves, 20 de febrero de 2020

Quisiera ser un Minion







Samuel Gómez Patiño


Nuestra historia no sé cómo empezó, seguramente la primera vez que nos vimos en el cine fue determinante esa primera impresión. Te aseguro que no fui a verlos, y no recuerdo que fue lo que me llamo la atención por primera vez, pero ahí estaba y desde entonces no pierdo la oportunidad de seguirlo.

            No sé qué me gusta más, su color, su inocencia o su alegría. No era la atracción principal de la historia, pero se apodero de ella. Tan ocurrente, siempre alegre y demostrando una lealtad incondicional. Este si es mi villano favorito.

            Gru, un villano diferente en una película diferente. La primera vez aparecieron como ayudantes del villano, pero con su gracia se ganaron hasta su propia película. Ocurrentes en cada acción me parecen muy divertidos.  El éxito de un personaje está en poder conectar con el espectador y estos pequeños monstruos amarillos de diversas formas y con una manera de hablar muy peculiar y a veces difícil de entender han hecho historia en el cine.




            Hace unas semanas me invitaron a un programa de televisión por Facebook de “Sintoniza Sin Fronteras” llamado “Historias al aire” por una compañera del Club Toastmasters Ejecutivo de Tijuana la Doctora Martha Azucena Delgado donde el tema principal era la felicidad y recuerdo en particular que me preguntaron cómo actuaba ante una situación negativa.

            Es indudable que la edad no solo nos trae enfermedades que no conocíamos como la presión alta, sobrepeso, diabetes, demencia senil sino también la sabiduría suficiente para vivir el día a día. Por naturaleza tímido cuando joven, siempre tenía miedo al fracaso. Por eso estudiaba bastante para evitar reprobar. No salía de casa y me gustaba jugar solo, inventando juegos con las “corcholatas” (tapaderas) de los refrescos, verdaderos torneos de fútbol, béisbol, carreras de automóviles, en fin, cuanto deporte pudiera representar con canicas y corcholatas.

            No tenía muchos amigos, contados y por lo general iguales que yo; no, no éramos nerds. No tuve la necesidad de trabajar hasta terminar la preparatoria. No éramos ricos pero la pensión americana de mi papá era suficiente para vivir con tranquilidad. Al no poder ingresar a la universidad (ya que había reprobado materias en el bachillerato) se me dio la oportunidad de ingresar a mi primer trabajo: mensajero y auxiliar de imprenta en las oficinas de uno de los mercados locales importantes de la localidad, Súper Mercados Limón.

            Esa fue mi primera experiencia donde aprendí la importancia de ganarme el dinero que necesitaba, que mis padres no se preocuparan por mí porque podía mantenerme y darme mis gustos, comprar discos y libros. Desde entonces no he dejado de trabajar desde el lejano año de 1980. He participado en maquiladoras de computadoras y de alimentos, zapaterías, servicios de asesoría educativa y por supuesto en la docencia por los últimos 35 años.

            Termine una carrera profesional, la licenciatura en administración de empresas y la maestría en administración general, y todo esto, buenas y malas experiencias han ayudado a formar al Samuel Gómez Patiño que hoy conozco. Ahora enfrento la adversidad con una actitud positiva.

            Para la Real Academia Española, la actitud es el estado de ánimo que se expresa de una cierta manera. También es definida como un estado de la disposición nerviosa y mental, que se organiza a partir de las vivencias y que orienta y dirige la respuesta de un sujeto a determinados acontecimientos.
            Por lo cual se considera la actitud como una motivación social antes que una motivación biológica. A partir de la experiencia, las personas adquieren una cierta predisposición que les permite responder ante los estímulos.

            Una actitud es la forma en la que un individuo se adapta de forma activa a su entorno y es la consecuencia de un proceso cognitivo, afectivo y conductual.

            Ahora bien, una actitud positiva colabora con el individuo para enfrentar la realidad de una forma sana y efectiva, la negativa entorpece esta relación del individuo con el entorno. La libertad del individuo reside en poder elegir entre una actitud y otra a cada momento.

            Por eso me gustaría ser como estos personajes, de todo se ríen: cuando se caen, cuando se pintan, cuando explotan, cuando cantan y bailan, no hay nada que los haga llorar, sentir que fracasaron, que los desanime. La edad me da la oportunidad de mantener una actitud positiva, casi tipo Minion, pero sin el color amarillo.

Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

*Director del Área 1 y
Miembro del Club Toastmasters Ejecutivo de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California





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