lunes, 28 de marzo de 2022

AIFA: competición de fanfarrias y silbatinas


Pedro Vargas Avalos

 

 

El suceso nacional más sonado de los recientes días, fue sin duda la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), una de las obras insignias de la administración federal que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador. El hecho acaeció el pasado 21 de marzo, aniversario del natalicio de D. Benito Juárez, el “Benemérito de las Américas”, prócer venerado enfáticamente por el mandatario.



            Dependiendo de quien se refiera a ese acto de apertura, se subraya su importancia o se acentúa su desaprobación. Aquellos suelen magnificar el logro, en tanto que los impugnadores lo denigran: el asunto se convirtió en competencia de fanfarrias y silbatinas.  En el término medio, no son pocos quienes ponderan con justeza la edificación, comenzando con la necesidad del aeródromo, así como apreciando la rapidez con la cual se construyó y desde luego, la economía que se logró (en tiempo y recursos) comparándolo con el faraónico aeropuerto fallido de Texcoco.


            Pasaditas las once de la mañana del lunes 21 retro próximo, se llevó a cabo la formal iniciación del evento, al cual acudieron más de dos mil invitados, entre ellos muchos gobernadores, bastantes empresarios, líderes sociales, funcionarios públicos de todos los niveles y hasta vendedoras de antojitos mexicanos. El grito de “¡Si se pudo!”, generado por cientos de simpatizadores de la Cuatro T, atronaba el espacio y cimbraba los muebles. Y luego vinieron los oradores.





            El general Gustavo Vallejo, líder de los ingenieros militares que levantaron en tiempo récord el AIFA (se inició el 19 de octubre de 2019), en su intervención expresó que dicha obra será “uno de los activos estratégicos más valiosos del Estado Mexicano”, enfatizando que se ciñó a las reglas y principios más estrictos de los organismos rectores de la aviación mundial. Funcional, austero y vistoso, son conceptos que dicho mílite aseguró tiene la obra. Dio una catedra de las particularidades que la caracterizan, y manifestó que dará fortaleza a la nación.


            Hubo más personajes que hicieron uso de la palabra, llamando la atención el discurso del mandamás del Estado de México, Alfredo del Mazo, quien expuso que el AIFA “es la obra de infraestructura más importante concluida en nuestro país durante el presente siglo”. Y en efecto, si hacemos memoria, no encontramos parangón en los recientes 5 o 6 lustros, de una obra igual.


            Siguió diciendo el ejecutivo de EDOMEX: “El Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” forma parte del Sistema Aeroportuario del Valle de México, conformado por las terminales aéreas de la Ciudad de México y Toluca, y permite que el país sea un puente económico y cultural en el continente americano”. En tal tesitura, nuestro pueblo podrá “refrendarse como un amigo solidario de todos los países, así como una nación independiente y soberana ante el mundo”. 


            No tuvo desperdicio el señor Del Mazo Maza, (priísta, por cierto) en cuanto a la descripción geográfica del nuevo puerto aéreo, que congloba a los Estados de Hidalgo, México y la ciudad capital (que también es una Entidad federativa). Fue edificado por la responsabilidad, capacidad y compromiso del Ejército Mexicano, siendo una terminal aérea eficiente y sustentable, que convierte a la ingeniería mexicana como un referente internacional.  Luego agregó: “simboliza nuestra capacidad de trabajar unidos en torno a objetivos comunes, y de avanzar orientados por el bienestar, la justicia social, y el orgullo compartido.” Y finalmente afirmó que la obra, es testimonio de la determinación y convicción del primer mandatario nacional, de dar a sus acciones un sentido social.






Para muchos comentócratas, esas palabras del ejecutivo del Estado de México, no son más que un esfuerzo para asegurarse, en su futuro inmediato, una embajada. De igual manera, opinaron del gobernante de Hidalgo, Omar Fayad, quien fue el menos lucido de los que utilizaron la tribuna, y se le recordará porque invitó a los viajeros del AIFA, a visitar su Estado, donde encontrarán “barbacoa, jabalí, guarumbos y escamoles”.  Los guarumbos, para los que no lo saben, son las flores del maguey, que bien cocinadas, son un rico manjar; por su lado, los escamoles no son sino larvas de hormigas, que se consumen en las regiones centrales de la república, alcanzando precios muy elevados.


            No podían faltar entre los que formularon ideas, la jefa de gobierno de Ciudad de México (Claudia Sheinbaum Pardo), candidateada por muchos morenistas como la futura postulante presidencial de su partido. Entre otras cosas refirió: "El aeropuerto de Texcoco (...) implicaba un gasto de mantenimiento enorme, porque la zona donde se ubicaba no era un espacio apto, pues se inunda cada año; sirve de vaso regulador de la cuenca; se hunde por la explotación del acuífero y además es de un suelo arcilloso. Por si fuera poco, entregaba al desarrollo inmobiliario, las 700 hectáreas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y más de mil hectáreas del aeropuerto de Santa Lucía". Luego les cargó la mano a los opositores: "Constituye la esencia de la transformación de la vida pública de México, frente al negocio, el privilegio y la entrega de nuestros recursos para el beneficio de unos cuantos". En pocas palabras, el AIFA “es la esencia de la Cuatro T”. (Telediario, 21-III-2022).


            Claro que los críticos de AMLO y su gobierno, llenaron de calificativos perniciosos al AIFA, llegando al ridículo de llamarlo “central avionera” (Luis Cárdenas) o “Aeropuerto Chafa” (Carlos Loret de Mola) ambos en El Universal. Incluso algunos que pretenden ser menos punzantes, como Enrique Quintana de El Financiero, auguran: “la mejor opción que tiene es convertirse en un aeropuerto menor”. El colmo de los opositores, son los casos del intrascendente Gabriel Quadri o la renegada Lily Téllez, que proponen retomar el malogrado proyecto de Texcoco, chifladura en que los acompaña el murmurador Claudio X. González.


            Por otra parte, poderosos empresarios como Carlos Slim o Emilio Azcárraga, declararon que el AIFA era “espectacular” e “impresionante”, y que estaba llamado a ser factor trascendente para el transporte de pasajeros y una terminal importante para el renglón de carga.


            Finalmente citaremos al mandatario de Querétaro, el panista Mauricio Kuri, quien ha sido muy crítico de la Cuatro T, y, sin embargo, después de asistir al arranque del aeropuerto Felipe Ángeles, hizo valer la máxima que reza: “de los arrepentidos se vale Dios”. Y dio una conferencia, en la cual, entre varias cuestiones, manifestó: “No hay viento favorable para barco sin rumbo”, por lo que no debemos remar unos para un lado y otros para diverso curso, porque eso genera cero resultados positivos; en consecuencia, es necesario estar unidos y considerar la diversidad de opiniones como riqueza, no como obstáculo; es “una mezquindad no reconocer” la obra del AIFA. Y remacha: yo quiero que a México le vaya bien, y por ello “debemos querer lo mejor para el Presidente, porque si le va bien al Presidente, le va a ir muy bien a México”. Razonamiento en que, sin excepción, debemos estar todos los mexicanos de acuerdo.

 

 


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