jueves, 13 de agosto de 2020

Resistencia

 




Cine sin Memoria

 


 

José Luis Vivar

 

 

Estrasburgo, 1942. El joven Marcel Manguel vive con su padre y lo ayuda en la carnicería. Al primero le molesta ver a su hijo trabajar como actor en un bar de la localidad. Pero el muchacho admira tanto a Charles Chaplin que lo imita y basa sus rutinas en las películas del genial mimo.


            A pesar de que en Europa se vive la Segunda Guerra Mundial, los habitantes del pueblo no se notan atemorizados, y menos la comunidad judía que hace su vida rutinaria como si nada pasara. Hasta que se sabe que Hitler ha invadido Francia, y los habitantes de Estrasburgo se ven obligados a huir, ante la llegada de las tropas nazis.


            Marcel de pronto se da cuenta que su vida cambia radicalmente y que ya nada será como antes. Es entonces cuando lo invitan a participar en una misión: ayudar a un grupo de niños judíos a huir a Suiza. Al principio la idea no le gusta y prefiere integrarse a las filas de la Resistencia Francesa, siguiendo a su primo George Loinges. Un episodio traumático lo hará cambiar de opinión y arriesgar su vida para salvar la de cientos de niños que buscan los nazis para mandarlos a los campos de concentración, como Auschwitz, donde tiempo después el padre de Marcel será enviado para nunca volver.


            El director Jonathan Jacubowicks ofrece en Resistencia (2020) un pasaje íntimo y poco conocido del mimo más grande la Historia: Marcel Marceau (1923-2007), y quien adoptó dicho apellido por François Séverin Marceau-Desgraviers, general de la resistencia francesa, de quien siguió su ejemplo, no disparando un arma, sino con inteligencia y astucia.


            Corresponde a Jesse Eisenberg llevar el protagónico, además de su convincente actuación, destaca el manejo de las manos, elementos vitales del personaje en la vida real. Gracias a su talento de mimo fue como pudo entretener a todos esos niños que huían de los horrores de la guerra. El arte del silencio los tranquilizaba según testimonios de los sobrevivientes.




            Aunque los viajes no fueron nada fáciles y debieron enfrentar muchos problemas; en la película aparece la figura constante de Klaus Barbie, conocido como el carnicero de Lyon, población francesa donde cometió toda clase se crímenes, además de torturar a sus víctimas hasta la muerte.


            Las anécdotas de su crueldad aparecen esparcidas en la cinta, al tiempo que lo muestran como un fiel esposo y amoroso padre. Dicho contraste desconcierta a cualquier espectador. Matthias Schweigöfer le da vida, y su sonrisa encantadora o diabólica, según las circunstancias. En la vida real, Barbie disfrutaba de su labor como verdugo, por algo después de finalizada la guerra eludió los juicios de Núremberg, trabajó como espía para los Estados Unidos, luego huyó a Bolivia, donde contratado por varios gobiernos asesoró a otros en el arte de la tortura, hasta que en 1983 fue deportado a Francia donde se le condenó a cadena perpetua, falleciendo de leucemia en 1991.


            Quizás por eso en Resistencia, se hace énfasis en el cariño especial que manifestaba a los niños: un cariño de sádico. La secuencia de la parada del tren en Lyon, donde Marcel y su grupo visten de Boy Scouts es de gran tensión. Todos son judíos y todos pueden ser tomados prisioneros y ejecutados. Barbie se nota encantado y poco falta para los bese a uno por uno al escucharlos interpretar el Ave María de Franz Schubert.


La revisión que los soldados nazis hacen de sus pertenencias destaca que buscaban en todas partes, menos en las loncheras, porque allí había sándwiches aderezados con mayonesa, algo que ellos evitaban porque podían manchaba de grasa sus uniformes. Y era ahí precisamente donde se ocultaban los documentos de los pequeños.


            Además del frío, el recorrido a través de los Apeninos para cruzar la frontera estaba lleno de imprevistos, como las fieras salvajes o los soldados que los buscaban. Según datos fidedignos, Marcel y su primo junto con sus compañeros lograron ayudar alrededor de 400 niños judíos y evitar ser una cifra más del Holocausto.




             Su ejemplo prevalece y esta cinta es un homenaje bien realizado, evitando caer en las sensiblerías típicas de las películas de Hollywood. Ed Harris abre y cierra esta historia interpretando al legendario general Patton, presentando a Marcel Marceau que con el rostro pintado de albayalde (carbonato de plomo de intenso blanco), ropas oscuras y manos con guantes níveos, realiza una de sus rutinas que son al mismo tiempo tragedia y comedia.


Varios años después sería a través de Bip, su personaje que lo haría famoso en todo el mundo contaría experiencias de la condición humana y de su propia vida, declarándose en todo un pacifista. Discípulos suyos como Alejandro Jodorowsky siempre lo recuerdan con admiración y respeto a este artista, a este hombre que representa el padre de todos los mimos. 


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