lunes, 31 de agosto de 2020

La denuncia del escándalo

 



 



Pedro Vargas Avalos

 

 

El que no asegunda no es labrador, dice el adagio y conforme lo prometido, concluimos con esta entrega el vistazo a la aterradora denuncia que Emilio Lozoya presentó el 11 de agosto reciente, ante la todavía flamante Fiscalía General de la República (FGR). El primer episodio de nuestro somero análisis, la semana pasada, se intituló “Filtraciones Demoledoras”.


En la delación de marras, se dice claramente que los legisladores a los que se les entregaron las crecidas sumas de dinero para asegurar su voto, a la hora de aprobar las reformas estructurales, y especialmente la energética, fueron Ricardo Anaya Cortés, Ernesto Cordero Arroyo,  Jorge Luis Lavalle Maury, Salvador Vega Casillas, Francisco Domínguez Servién y Francisco Javier García Cabeza de Vaca: el primero era diputado federal en la LVI legislatura (2012-2015), con licencia para llegar a ser presidente del PAN en 2014; todos los demás fueron senadores, pero los dos últimos de la lista, actualmente son gobernantes (al menos en el papel)  de sus respectivas entidades de origen: Querétaro y Tamaulipas, con la observación de que el señor Cabeza de Vaca realmente nació en McAllen, Texas. Todos ellos, panistas de alcurnia.


Pero en el enjuague también anduvieron tricolores y hasta perredistas: David Penchyna y el en ese tiempo perredista, Miguel Barbosa Huerta, actual gobernador de Puebla. El primero, influyente priísta que lució demasiado tratándose de dinero para su bolsillo, y el segundo, suertudo polaco que le atinó en cambiar de camiseta partidista pues emigró al morenismo triunfante.





A partir de la página 22 de la denuncia, Lozoya precisa claramente que la malvada compañía Odebrecht, tuvo gran relevancia no solo con Peña Nieto, sino también con Felipe de Jesús Calderón, el de la guerra contra el narco. El asunto fue el conocido como “Etileno XXI”, en el cual se menoscabó económicamente a PEMEX para beneficio de la filial de Odebrecht llamada Braskem. Esta empresa transforma el etano en plástico, y aquel producto básico lo proporciona PEMEX, en el trafique se obligó a la petrolera realizar un gran descuento en su perjuicio. Aquí tuvo que ver también el dizque purísimo José Antonio Meade Kuribreña, quien era consejero presidente en el órgano supremo de gobierno de PEMEX, pero que ahora jura y perjura que solo ha trabajado para servir (bien o mal) a México. Este asunto se llevó a cabo “haiga sido como haiga sido”, es decir gracias a la intervención de Calderón Hinojosa. El detrimento para la nación es de millones y millones de dólares, se sigue aplicando hasta la fecha y sabe Dios hasta cuando, si es que la Cuatro T o alguien que labore a favor de México, no logra revertir tan sucia maniobra.


También en ese sucio asunto, se inmiscuyó el “vicepresidente de Peña Nieto”, el entonces intocable Luis Videgaray, quien requirió millones y millones para entregarlo ya sea a legisladores cómplices o al mismísimo PRI (páginas 28 a 32 de la Denuncia). También aquí figura el inefable Miguel Barbosa, pero éste solo se conformó con un favor laboral para su hermano, y a cambio dice Lozoya, se comprometió a no armar una revuelta de los legisladores perredistas, que él coordinaba, cuando se tratara por el Congreso el tema de la reforma energética.


Por cierto, cabe anotar que, según el denunciante, los panistas cada vez se mostraban más exigentes pidiendo dinero, so pena de bloquear la reforma energética que tanto quería el régimen de Peña Nieto, que a la vez ya estaba comprometido con lograr ese objetivo, ante varias poderosas compañías extranjeras. Por ello en cuanto se agotó el dinero otorgado por Odebrecht, Videgaray tomó el asunto por su cuenta y pronto logró otros diez millones de dólares para proseguir con la compra de voluntades de legisladores blanquiazules. (Páginas 33 y siguientes).


En ese entretiempo, Lozoya declara que Videgaray le instruyó adquirir una bolsa de mujer de las carísimas, pues su costo fue entre 4 y 5 mil dólares, para una periodista que confesó “se veía muy guapa” con el regalito, pero pidió otra “ayuda” (burdo chayote) para la colegiatura de un hijo. El derrochador Videgaray le reveló al denunciante, que él tenía una lista de periodistas a los que controlaba con cañonazos de 50 o 100 mil pesos mensuales. Y que hacía favores grandes, como ayudar a El Financiero para que no quebrara. (Pág. 35-36 de la Denuncia). Este informativo ciertamente, es de los que más critican acerbamente a López Obrador y su Cuarta T, por lo que se especula si tendrá que ver esa operación para criticar todo lo que haga el Presidente.


Entre los empresarios consentidos de Peña Nieto, se enumera al mandamás de HIGA, Juan Armando Hinojosa, quien hacía jugosos negocios amparado por el presidente; que presumía haber salvado a Videgaray; quien hizo la “Casa Blanca” de la Gaviota y hasta una “egoteca” o museo para las frivolidades de Peña Nieto. Y así se deslizan las páginas de la denuncia, enumerando un regalito de un Ferrari por parte del gobernador Duarte (de Veracruz), de verdadera colección pues había pertenecido al presidente López Mateos. En el entramado de corruptelas de todos tipos y tamaños, también aparece Carlos Salinas de Gortari, un socio de éste (Federico Martínez Urmenta) y peticiones de favores para hijos de Salinas que buscaban negociar en PEMEX (Pág.41 y sigs.). Cuando intervenía el “villano favorito” de los noventas y héroe de Agualeguas, el asunto se volvía además de nauseabundo por las búsquedas de utilidades deshonrosas, peligroso, según le advirtió el que fuera director de Pemex, José Antonio González Anaya (concuño de Salinas) el cual, amenazante le expresó: “quien no ayuda a hijos o socios” son considerados “traidores” por Salinas.





Concatenado a lo anterior, está lo del “huachicol”, que se incrementó en 150% con los sucesores de Lozoya en la dirección de la petrolera, con la complacencia de esos funcionarios, lo que significó “pérdidas monumentales para las finanzas de la Nación” (pág.45 de la Denuncia). Luego viene el tétrico asunto de Agro-Nitrogenados, la empresa de Altos Hornos de México (AHMSA), que se compró siendo chatarra a precio sobrealzado, todo según Lozoya, instrumentado por Peña Nieto y su delfín Videgaray,  quienes tenían un interés muy personal, “fuera de lo normal”,  en ese asunto y lo presionaban para que pronto se cerrara la compraventa, en la cual la contraparte beneficiada era Alfonso Ancira, casi dueño de AHMSA (por tal motivo preso en  España actualmente). En esta bribonada (más de 200 millones de dólares) se involucró a muchos personajes (estilo Pedro Joaquín Coldwell), alteró un sinfín de normas y se vencieron resistencias de diversas instituciones, como la Nacional Financiera, para que accedieran a la compraventa. En pocas palabras dice Lozoya, el Presidente de la República y el Secretario de Hacienda (Videgaray) lo “instrumentaron para configurar una asociación de tipo delictivo, dirigida a enriquecerse no solo del erario público, sino a través de la extorsión a personas físicas y jurídicas, el fraude y el engaño –como el caso de la denominada estafa maestra- contraer deuda a cargo del erario público y aprovecharse de ésta en perjuicio de la Nación.” (pág.57 y siguientes).


Todo lo anterior, sucintamente comentado, hace que los pelos se pongan de punta; y eso que como añadió López Obrador estando en Coahuila la pasada semana: “de manera inexplicable” el señor Lozoya omitió en su imputación, lo referente a otra planta de fertilizantes en la cual, siendo él director, se erogaron nueve mil millones de pesos con créditos de Bancomext, y se produjo fuerte quebranto al país. Por ello se interpuso nueva denuncia ante la FGR, ahora por parte del gobierno.


En conclusión, la denuncia de Lozoya es algo semejante a una desalmada comedia en la cual sus actores son auténticos genios del mal, unidos por la argamasa de la corrupción en perjuicio de los mexicanos y menoscabo de nuestra sufrida Patria.


 

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