martes, 13 de febrero de 2018

Fernando del Paso, periodista






>Los conjurados



Ricardo Sigala

Pocos saben que Fernando del Paso, ganador del Premio Cervantes en 2015, es, además de gran escritor, un excepcional periodista. Dedicó las últimas tres décadas del siglo XX a practicar el periodismo de forma ininterrumpida y ya entrado el XXI ha continuado su labor de manera intermitente.

En el año 2002 cuando el Fondo de Cultura Económica publicó sus obras completas, incluyó un volumen con el subtítulo “Ensayo y obra periodística”, que no es otra cosa que la suma de los trabajos que durante treinta años Del Paso publicó en la prensa, ya sea en diarios, suplementos culturales o revistas. En esas casi mil trescientas páginas podemos percibir la disposición múltiple del autor al tratar un sinnúmero de temas, desde los artísticos hasta los políticos y sociales; pero además sorprende la responsabilidad con que los plantea y la profundidad de sus tratamientos. Fernando del Paso se muestra como periodista responsable y comprometido con el oficio, y para ello hace uso de su inagotable erudición, su incomparable dominio de la lengua y su responsabilidad cívica.

            El ingreso de Fernando del Paso a las filas del periodismo es más o menos circunstancial, y para los que lo conocían resultó francamente inesperado.  El escritor mexicano había jurado no escribir periodismo para no ultrajar su “pureza como novelista”. Estamos en los inicios de los años setenta, ha publicado ya dos libros, ha sido beneficiado con la beca Guggenheim para escritores, se ha establecido en la capital británica y trabaja para la BBC de Londres. La vida de Del Paso se nos muestra como un escenario ideal, sin embargo, el escritor tenía que mantener una familia: una esposa, tres hijos y uno más por venir. Es entonces que recibe la oferta de escribir para el periódico mexicano El Día, en su suplemento cultural El gallo ilustrado. Es 1973 y Fernando del Paso comenzará una actividad que contribuyó a la economía familiar y además le dio herramientas inesperadas a su trabajo de novelista. Del Paso escribió en la presentación de su obra periodística reunida: “tras haber escrito unos cuantos artículos —sólo unos cuantos—, dejé de darme baños de pureza, por el hecho simple, inesperado y deslumbrante, de que el periodismo —y en particular lo que suele llamarse “periodismo cultural”— me conquistó para siempre: entre otras cosas porque nunca aprendí tanto, en tan poco tiempo”.

Más tarde, Del Paso comenzará a colaborar de manera permanente en la revista Proceso, y de manera ocasional en la Revista de la Universidad, la Revista de Bellas Artes, Alfil, Plural, Vuelta, Utopías, La Jornada, e incluso en la popular revista española Interviú.

Durante eso años Fernando del Paso escribió sobre exposiciones, novedades editoriales, espectáculos, política cultural, política en general, publicaciones periódicas inglesas, artistas, corrientes artísticas, publicidad, problemas bélicos y terrorismo (en especial el caso del IRA). Especial atención dedicó a la guerra de las Malvinas, y algo inesperado, cubrió el mundial de España 82, él a quien no sólo no le importan los deportes, sino que tiene en muy mala opinión a los deportistas. Durante el mes que duró el mundial, Del Paso publicó un promedio de tres artículos por número, en ellos, haciendo uso de su agudeza, terminó escribiendo de aspectos políticos, sociales, artísticos, culinarios e históricos, siempre partiendo del suceso mundialista.

En 1985 Fernando del Paso se mudó a París, en donde trabajó para Radio Francia International. En 1986 ganó el premio Radio Nacional de España al mejor programa en español de carácter literario por su Carta a Juan Rulfo. Una de sus últimas incursiones en la prensa escrita fue la “Carta a Hugo Gutiérrez Vega”, que escribiera tras la muerte de su amigo poeta:
“Muy querido Hugo:

¿Qué nos pasó? Teníamos cita en Zapotlán el Grande el 25 de septiembre y ninguno de los dos la cumplió.”

Fernando del Paso nos ha legado una obra literaria de un valor innegable y por ella ha recibido reconocimiento unánime, tenemos pendiente reconocer esa otra obra, la periodística, que en todo momento ostenta las mejores cualidades de dos mundos hermanados en lo que llamamos periodismo cultural.


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