viernes, 27 de octubre de 2017


Víctor Hugo Prado


Con el paso de los años hemos visto transitar de la información escasa, a una que en el siglo XXI se caracteriza por abundante. La información aporta datos que tienen un significado. Ello no necesariamente es conocimiento. Éste llega cuando el sujeto, dirían en epistemología, el sujeto que conoce interioriza la información y pone en acción las habilidades para usarla.


La sociedad genera la información, los datos de esa información nadan en los medios cada vez más ágiles entre los que se incluyen las redes sociales, los blogs, los sitios web, la prensa digital y un mar de plataformas. Y pongo el ejemplo de la consulta de la información periodística, quizá muchos de ustedes tendrán como el de la voz, años que no comprar un periódico en papel para informarse, los encuentran en la red, y las personas no consultan uno, el interés y la satisfacción informativa viene de consultar varios. Así el sujeto se informa, se apropia de la información y logra conocer, discriminando notas o datos, siendo selectivo, ocupándose más del círculo de la ocupación y menos del de la preocupación, recrea una realidad y a la larga tiene mejores contribuciones para la mejora de su entorno social.

El éxito de hoy no está caracterizado por las mismas prácticas de otros tiempos, hubo una época dónde los mejores en la caza y la pesca eran los que tenían dominio sobre los demás, con el sedentarismo llegó la ganadería y la agricultura, los que lo eran, tenían éxito; luego entre los siglos XVIII y XX el éxito fue dado a quienes producían bienes, solo bienes tangibles, no los que el cliente quería, sino los que la industria determinaba que eran necesarios o convenientes; ahora eso no sucede, lo que se comercializa en el mundo son bienes y servicios derivados del conocimiento, de identificar a los clientes y los segmentos de mercado. El conocimiento es fuente de riqueza, que si se aplica recurrentemente a tareas conocidas se puede convertir en productividad y si se aplica a nuevas tareas para generar nuevos bienes se convierte en innovación. La acción específica para el desarrollo de nuevos conocimientos es la investigación científica y tecnológica.

Por cierto, de acuerdo con un reporte de la UNESCO, publicado en su página, señala los cinco primeros países en la clasificación, en términos de gasto en investigación y desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB: la República de Corea ocupa el primer lugar con un 4.3%, seguida de Israel con 4.1%, Japón con 3.6 %, Finlandia y Suecia por arriba del 3 %. En México no llegamos al 1%. Así que si queremos salir del atolladero, el Estado Mexicano debe invertir más gasto en investigación y desarrollo y menos en propaganda de partidos y candidatos.
 

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