martes, 17 de octubre de 2017

La economía circular





Samuel Gómez Patiño


             Se acerca la navidad (las tiendas ya tienen su mercancía en exhibición), son momentos de unión familiar, de reflexión, de compartir y de disfrutar la compañía de amigos y seres queridos. Ahora quiero platicarles otra de mis historias con mi padre, una historia de navidad.



            La nochebuena y la navidad eran tiempos de unión familiar, en casa se preparaba la cena (en algunos años, los del Restaurante de Comida China donde mi padre era cliente asiduo de domingo a sábado, nos preparaban el pavo) y nos reuníamos a la mesa mis padres y mis tres hermanos. Después de disfrutar de la compañía corríamos a dormir para que Santa Claus pudiera llegar a dejar los regalos debajo del arbolito. La mañana llegaba más temprano y nos levantábamos y abríamos los regalos junto a nuestro blanco árbol de navidad.

            No sé si por ahorrar o por ecológico, mi padre adorno con ese árbol blanco de plástico 10 años la sala de la casa. Recuerdo que para armarlo había que juntar las tres piezas del tronco (tres palos lisos) y luego poner una por una cada rama en cada orificio, aproximadamente unos 150; y la magia navideña se asomaba a nuestra casa.

            Me parece que un año, mis hermanos y su servidor pensamos que ya era tiempo de tener un árbol nuevo por lo que llevando la voz cantante, le dije a mi padre que era tiempo de estrenar en la navidad un arbolito. Para mi sorpresa, prometió que ese año tendríamos uno nuevo. Así llego una mañana de diciembre de la tienda, saco nuestro árbol blanco de navidad y ¡Oh sorpresa! Lo pinto de verde. Pasamos otros diez años con el nuevo arbolito.

            Hoy veo con tristeza, que muchas personas van cuando llega la época navideña con mucho amor a adquirir un árbol natural para su casa, pero en cuanto pasa el 25 de diciembre los tiran a la calle sin el mínimo respeto  a lo que represento en su familia el colocarlo, adornarlo, las pláticas que tuvieron a su alrededor, la apertura de regalos en fin, todo el amor que envolvió en casa, ahora es un estorbo que merece terminar en el abandono total. A pesar de existir centros de acopio para reciclarlos o darle alguna utilidad posterior, las calles se llenan de la amargura de un lapidado árbol.

            Todo esto viene a colación a un artículo publicado en la revista Merca2.0 el 4 de octubre donde menciona sobre la economía circular. Nos comenta el autor (desconocido) sobre los estudios de organizaciones mundiales donde establecen que debido a la economía lineal de tomar los recursos naturales, procesarlos, fabricar productos y generar desperdicios, en poco tiempo habrá más basura que recursos a utilizar.

            Entonces nos habla sobre esta nueva tendencia que algunas de las grandes organizaciones como Coca-Cola, ya están aplicando para tratar de aprovechar mejor los recursos. Pero, ¿qué es la llamada “economía circular”?

            Nos explican que las empresas hacen un diseño/manufactura para su venta posterior que el consumidor utiliza y en lugar de tirar como desperdicio, lo reúne y lo hace llegar a los centros de acopio para reciclar, e iniciar otra vez el proceso diseñando, vendiéndolo y utilizándolo de nuevo.

            Nos ponen el ejemplo con la compañía de refrescos ya que todas las botellas de plástico que se utilizan de nuevo en el empaque son recicladas. Evitando en mayor parte el desperdicio lo cual también los lleva a utilizar menos recursos naturales para fabricar envases de plástico, llevando menos contaminación.

            En el caso de los arbolitos de navidad, el uso continúo de árboles naturales, la tala indiscriminada y la falta de planeación para renovar los bosques terminando abandonados como desperdicio nos debe llevar a plantearnos de que manera podemos evitar el daño a los bosques. Es fácil decir no comprar arboles naturales evitando los problemas mencionados anteriormente, pero también podemos comprarlos a compañías certificadas en el cuidado y forestación de los bosques o, un caso que me pareció interesante, lo rento. Ya existe la empresa que te renta el árbol para que lo utilices en diciembre y al término de la navidad lo regreses para que lo vuelvan a plantar y siga con vida, que viva en su hábitat y en la nochebuena alegren otra vez nuestras casas.

            Si te parece difícil ser socialmente responsable, sólo piensa que los recursos naturales que estamos utilizando son tomados a préstamo de nuestros hijos, y entonces debemos replantear ¿Qué legado les vamos a dejar? ¿Podrán comer dinero en el futuro? O peor aún, ¿Tendrán futuro?

            La próxima semana: como destruir una nación.         
                       
Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño


*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana

Universidad Autónoma de Baja California

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