lunes, 16 de octubre de 2017

Hermoso y terrible: el mundo de Ishiguro


>Los conjurados



Ricardo Sigala


Un grupo de jóvenes ingleses en los años noventa están internados en Hailsham, instituto de educación entre victoriano y neo hippie ubicado en la campiña británica. Ahí estudian como todos los adolescentes, hacen deporte, práctican artes, se enamoran, descubren el sexo. La historia sigue desarrollándose hasta que los personajes tienen entre 25 y 30 años, y gira en torno a la amistad y la rivalidad amorosa de Kath y Ruth en torno a Tommy. Éste es el planteamiento incial de Nunca me abandones, la sexta novela de Kazuo Ishiguro, premio Nobel de literatura 2017. Se trata de un libro bellísimo, sutil, amable en apariencia, escrito con una delicadeza que recuerda a ciertos escritores japoneses, pero que al mismo tiempo se va tornando poco a poco en una pesadilla terrible. Terrible porque justo parece que todo está bien, que a nadie parece importarle lo que le está sucediendo a este grupo de chicos.




En el desarrollo del libro todo parece normal e incluso anodino, salvo una permanente y muy discreta atmósfera de misterio y tensión. De a poco nos enteramos que ninguno de los miembros de la escuela conoce a sus padres ni a sus parientes, de hecho pronto sabremos que no los tienen. También nos encontramos con que su educación excluye la posibilidad de proyectos de vida, nadie debe verse en el futuro como un profesionista, no pueden hacer su vida en ninguna ocupación u oficio. También descubrimos que no son fértiles, que se les permite, y recomienda, tener relaciones sexuales para que se mantengan sanos, el sexo es tan importante como la alimentación y el deporte, pero deben evitar tener relaciones con personas ajenas a su grupo, para evitar infecciones y sobre todo que se enamoren de ellos. Y es que el futuro de este grupo de jóvenes ya está determinado, no tienen alternativa, deben ser donantes. Sí, donantes de órganos.

Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro es una novela terrible porque las cosas se dicen sin decirlas y eso resulta mucho más inquietante. Varios son los dilemas éticos planteados en el libro, pero nunca son enunciados con la pompa de la propoganda, el discurso político o la publicidad; ni siqueira recurre a las formas literarias tradicionales como la literatura de denuncia, las distopías o la ciencia ficción. Ishiguro va provocando un rastro de preguntas que debemos plantearnos, nos obliga a hacernos activos y llevar esos custionamientos a nuestra vida cotidiana. ¿Qué pasa con la ética de la ciencia en relación no sólo con la clonación si no con su capacidad de modificar la lógica de la naturaleza?, ¿hasta dónde puede llevar la práctica de la donación de órganos en un mundo donde hay seres humanos de primera y de segunda categoría?, ¿qué tan ético es un sistema educativo que prepara a sus estudiantes a aceptar su condición como un destino inmodificable, aun cuando se trate de un asunto tan cuestionable?

A diferencia de las distopías del tipo de Un mundo feliz o 1984, Ishiguro ubica su historia en el presente, no recurre a sofisticados tecnicismos ni hace ostentación de un mundo tecnologizado en exceso, el autor parece decirnos que los problemas derivados del mal uso de la ciencia que tanto inquietaron a Aldoux Huxley y a George Orwell no están el futuro, que el futuro nos ha alcanzado y no nos hemos dado cuenta de ello. 

Nunca me abandones es una buena opción para acercarse al universo Ishiguro, y comenzar a  ver nuestro mundo con otros ojos.


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