lunes, 30 de octubre de 2017

Motivar con altas expectativas a los alumnos



Martha Catalina Alvarez Godoy



Desde que somos pequeños nuestros padres son los primeros que quieren y esperan lo mejor para cada uno de sus hijos, sin saber a ciencia cierta cuáles serán las preferencias y aspiraciones personales al crecer o más tarde como adultos. Dependerá desde luego de las cualidades y competencias que desarrollen a través de su proceso formativo. Sin embargo, ese anhelo espontáneo es la fuerza que los impulsa no sólo a demostrar afecto, cuidado, interés por formarlos y educarlos según criterios específicos como progenitores y familia; orientar además todas las acciones posibles para que los hijos sean personas de bien y actúen apropiadamente.



Generalmente, las aspiraciones positivas o altas expectativas por parte de los papás, familiares, maestros o demás personas con las que interactúan los niños, son las que los  motivan a esforzarse y conducirse como se espera que lo hagan en los diferentes contextos en los que se relacionan.

Importante que como padres de familia y docentes hagamos saber a los niños que son importantes para nosotros como personas, como miembros de la familia e integrantes del grupo escolar al que pertenecen. Que esperamos lo mejor de sí mismos, que es valioso el esfuerzo que realicen, dedicación y desempeño mostrado durante el proceso de enseñanza – aprendizaje, porque tienen la capacidad para hacer su parte como hijos y alumnos, además, es importante.

Sucede lo contrario cuando se les dice  frecuentemente que son insoportables, torpes, buenos para nada, se lo creen y actúan en torno a lo expresado. Provoca en ellos sufrimiento que los limita como alumnos y más tarde como personas  inseguras para cumplir con lo que les  corresponde; si los papás o maestros involucrados en  su formación desconocen el motivo de esas conductas, sin duda le acompañarán como rasgos de su personalidad, quizá por el resto de su vida si no logran superarlo.

Afirma Pía Sius …para que las expectativas contribuyan al desarrollo infantil, deben ajustarse al potencial real del niño o joven: "Si van mucho más allá de lo que el menor puede dar, se producirá frustración, desconfianza y eso puede amenazar los vínculos afectivos. El hijo puede pensar que es insuficiente para sus padres y que haga lo que haga no los satisface. Una situación así puede generarle graves problemas de autoestima, llegando incluso a la depresión o a conductas antisociales, como una rebeldía ante la expectativa adulta".

Es fundamental que tanto docentes como padres de familia conozcamos a los alumnos para identificar y comprender por qué son así, luego, reconocer las fortalezas que poseen y saber de lo que son capaces para motivarlos a creer en ellos mismos y en relación a esto solicitar lo correspondiente.

Puntualizo necesario propiciar en los dos contextos formativos: casa y escuela ambientes de respeto, confianza, apoyo y seguimiento; brindar oportunidades sobre todo a aquellos casos más vulnerables para que hagan uso de las capacidades personales y logren sus metas establecidas, impulsarlos a trabajar en torno a las dificultades que se les presenten como retos que los ayudan a crecer es una prioridad de papás y maestros.

*Docente del Dentro de Actualización del Magisterio en Cd. Guzmán






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