lunes, 28 de febrero de 2022

La crónica jalisciense continúa

 

 

Pedro Vargas Avalos

 

 

La crónica es una actividad que nos permite preservar, conocer y afirmar nuestra identidad.  Como tal, la historia se vivifica con los cronistas y estos a su vez, renuevan su labor y proyectan los valores culturales.



En Jalisco se desarrolló una intensa actividad de la crónica desde hace muchos años. Podemos afirmar que, desde la conquista, con las cartas y testimonios que los conquistadores generaron, se inició tan importante labor entre nosotros. La divulgación de esos puntos de vista e informes, fueron reproducidos el siglo pasado gracias a la tenacidad de un cronista de feliz memoria: el licenciado José Luis Razo Zaragoza, paisano nuestro nativo de La Barca y cronista tanto de su localidad natal como de la Perla Tapatía.


Recordamos que los más ameritados estudiosos de nuestros anales, fueron franciscanos: Fr. Antonio Tello, Fr. Francisco Mariano de Torres y Fr. Nicolás de Ornelas Mendoza y Valdivia; a ellos se sumó en tiempos recientes, Fr. Luis del Refugio Palacio y Basave. Hoy por hoy, un sacerdote tapatío se ha sumado, d. Tomás de Híjar Ornelas.


En nuestra Perla tapatía, tuvimos oficialmente el primer cronista en la persona de un notable jalisciense e historiador: Luis Páez Brotchie. Fue nombrado con motivo del Cuarto Centenario de la capital del estado, en 1941. Su libro “Jalisco, historia mínima”, que ha sido editado en uno o dos tomos, es todavía un volumen indispensable para estudiosos o sencillos amantes del pasado estatal.






Desde 1995, se creó la Asociación de Cronistas Municipales de Jalisco, un 23 de noviembre, razón por la cual se acordó que en tal fecha o en sus cercanías, debería de celebrarse una reunión con el título de Congreso. En él, se leen informes, presentan libros, se proponen actividades y toman decisiones para asegurar la vida institucional del organismo. Solo la terrible calamidad que aún agobia al mundo entero, la fatídica pandemia del Corona virus, impidió la continuidad de esas asambleas, precisamente al irse a celebrar la número 25.


Pero esa epidemia solo es otro obstáculo para los cronistas, que están forjados con fibras resistentes e invencibles. Ahora han realizado ese XXV Congreso, teniendo como sede, el bello teatro de Atequiza, en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillo, muy cerca de Chapala. Por cierto, en ese lugar en 1896, se filmaron tomas extraordinarias: jarabe tapatío, suertes charras, faenas típicas campiranas, etc. El cronista del lugar y el presidente municipal, unieron esfuerzos para recibir a una cincuentena de exponentes de la crónica de Jalisco. Y fue un éxito.


Para darnos cabal cuenta de lo que producen estos quijotescos promotores de nuestros valores culturales, daremos un vuelapájaro a la revista de El Cronista Municipal que con laudables esfuerzos publican. Iniciamos con la portada, que es una foto de esa joya arquitectónica que es el teatro de Atequiza. Rememora las fotos del inigualable fotógrafo nativo de esta población, Octaviano de la Mora, sobrino por cierto de la tapatía Ignacia Resh o Reachy, que luchó contra la invasión francesa.


Luego leemos una biografía de un bachiller en artes y teología singular: Serafín García Cárdenas, que, siendo oriundo de Madrid, estudió en La Habana, luego en San Ildefonso, y vino a ordenarse presbítero en Durango. Estuvo en Bolaños, en Chapala de 1797 a 1800, y luego en Tala, hasta 1821. Fue electo en 1812 como diputado suplente a las Cortes de Cádiz, que produjeron la singular Constitución gaditana de 1812, de cuya significación hizo apología.


Carlos Boyzo, trata sabrosamente el tema de la visita de Porfirio Díaz, en 1896, cuando se inauguró el ferrocarril de Guadalajara hacia Ameca, y luego estuvo en Chapala, villa a la que solía acudir para descansar. De importante participación en esa región y el Estado, fue Manuel Cuesta Gallardo, de quien nos da cuenta José Chávez, cronista de Tlajomulco.


Del amor de Agustín Yáñez a Chapala, nos habla el poeta David Aréchiga Landeros. Y el cronista honorario de Atequiza, Francisco J. Michel Padilla, nos cuenta la historia de la Hacienda de ese lugar, que fuera opulenta finca propiedad de los Cuesta Gallardo.


Guillermo Tovar, cronista de Autlán de Navarro, la colonial de la Grana, nos habla de su paisano Alfonso Corona Blake, cimero cineasta mexicano. De la hacienda de La Calera, cercana de Guadalajara, se ocupa José Octavio Guevara, coordinador de la crónica tlajomulca. Y para evocar los caminos de hierro, hace un buen trabajo el cronista de Etzatlán, Carlos Parra.


Otros personajes gloria de Jalisco, como Consuelito Velázquez o Juan José Arreola, son motivo de la correcta pluma del cronista zapotlense Fernando G. Castolo. Por su parte, Ignacio Gómez Zepeda de El Grullo, narra la interesante vida de Tarsicio Jiménez Romero, conocido como el “Mandamás del Mercado”, quien amasó una fortuna y ésta se diluyó entre envidias y dramas.


Como cada año, la publicación recoge la letra del Himno a Jalisco, pieza cívica que debe interpretarse en todo evento cívico, cultural o político, y que al parecer es olvidado por todos, empezando por los políticos.


Como puede comprenderse, los cronistas municipales jaliscienses, demuestran con hechos, que su amor por la cultura, la proyección de nuestra historia local y el afán de servir a la comunidad, es patente y no decae. Son verdaderos misioneros y a veces, ante la incomprensión, se les convierte en mártires. Pero no desmayan y este XXV Congreso que realizaron, es la prueba de ello.

 

 


 

 

 

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