miércoles, 30 de noviembre de 2016

Opinión

Rafael Martínez Rodríguez



El presente mes que termina, nos arrojó una serie de grandes acontecimientos nacionales e internacionales que mucho tienen que ingerir tanto en la política como en la economía de nuestro país, y a mí consideración en el tema internacional, dos grandes noticias quedaran plasmadas en la Historia mundial, la primera de ellas tuvo lugar en el país vecino del norte (Estados Unidos), donde se llevó a cabo la elección del presidente número 45 de esa nación, de lo cual los dos contrincantes Hillary Diane Rodham Clinton, más conocida como Hillary Clinton y  Donald John Trump resaltaron esta elección por tratar el tema de migración ilegal en sus temas centrales de campaña, por una parte la candidata Hillary Clinton proponía una política migratoria regulada y con algunas aperturas para los migrantes ilegales ya establecidos en su país, y por otra parte el candidato ahora electo Donald Trump, dirigió una campaña de racismo, odio y repudia por los migrantes mexicanos y latinos, haciendo referencia de crear un muro fronterizo para evitar la infiltración ilegal a su país, puesto que refiere que nuestra nación Mexicana “exporta” a su país a los criminales y delincuentes, además de referir que su mencionado muro debería ser pagado con nuestros propios recursos, por tanto, lo anterior no nos debería preocupar demasiado si no tuviéramos a más de 34.6 millones de Mexicanos en ese país, que día con día aportan a esa nación trabajo, esfuerzo y dedicación para enviar a nuestro país las remesas que han jugado un papel importante en nuestra economía.



La segunda noticia internacional relevante es sin duda el fallecimiento del militar, revolucionario y político Cubano Fidel Alejandro Castro Ruz, mejor conocido como Fidel Castro, quien era para unos un dictador contemporáneo y otros un verdadero revolucionario que logro la independencia de su pais, y recordamos que la historia de Fidel Castro y su revolución en Cuba está vinculada estrechamente con México, pues fue este país que, en 1955, lo acogió  tras el frustrado asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. Tras permanecer preso casi dos años en Cuba, Fidel Castro voló a México el 7 de julio de 1955 donde hizo escalas en Mérida, Campeche y Veracruz, para finalmente radicar en la Ciudad de México, donde el cubano, de entonces 29 años, organizó a un grupo, a los que se unió Ernesto ‘Che’ Guevara, para regresar a su país y derrocar al presidente Fulgencio Batista. Fue en México también donde Castro elaboró un manifiesto en el que informaba de la conformación del Movimiento Revolucionario 26 de julio, para restaurar la democracia y la justicia en Cuba. Durante su estancia en la Ciudad de México, la policía detuvo a Castro y a varios de los integrantes del grupo, quienes finalmente obtuvieron su libertad gracias a la intervención, según reconocería el propio Fidel, del expresidente Lázaro Cárdenas. Tras su liberación y luego de algunos meses de operar clandestinamente, el 25 de noviembre de 1956, el líder revolucionario y 82 combatientes partieron hacía a Cuba para iniciar la revolución. Estas dos grandes noticias nos dan mucho que reflexionar, por una parte evidencia el poder político que tiene el vecino del norte (Estados Unidos) en nuestro país y por otra parte nuestro país fue plataforma para que en Cuba se restaurara la justicia y la democracia o por lo menos ese era el proyecto inicial del ahora extinto Fidel Castro.                        
                                                                                                                   Por ello y recordando la famosa frase “aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla” tenemos que retomar como ciudadanos un papel más activo en nuestra sociedad, recordar de dónde venimos y hacia donde queremos llegar como nación, recobrar el espíritu nacionalista tomando el valor que depositaron los héroes de la independencia y la revolución Mexicana en nuestro País, fortaleciendo nuestras instituciones al no corromperlas como ciudadanos, al respetar las leyes, al respetar a nuestros semejantes, esto desde el seno familiar para poder reconstruir el tejido social que muy lastimado se encuentra, debemos optar por ser más activos en nuestra democracia y no pasivos en nuestro confort.


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