miércoles, 30 de noviembre de 2016

El líder siempre está en el aparador



Samuel Gómez Patiño



Cuando trabajaba como encargado de personal de un grupo de zapaterías, salía todas las mañanas hacia la oficina, me iba caminando alrededor de 15 cuadras y en el trayecto cruzaba por el parque Teniente Miguel Guerrero (héroe de la ciudad de Tijuana), atravesando por el centro del mismo donde se encuentra el quiosco.
Un día de tantos una persona se me acerco deteniendo mi caminar y mis pensamientos. Era una persona adulta, calculo que entrando a los 50’s, pulcramente vestido y arreglado en lo personal, afeitado y peinado de su cabello cano, su overol muy limpio y al cinto sus herramientas muy bien acomodadas y limpias. Al detener mi paso, se disculpó y me dijo:




-Disculpe que lo interrumpa, pero quiero darle las gracias por cambiar mi vida.

Este comentario me lleno de asombro, no recordaba a la persona, supuse que no lo conocía, ¿Cómo podría haber cambiado a una persona que hasta ese momento nunca lo había visto? Entonces me comento ante mi asombro:

-Hasta hace unos días me la pasaba en este parque todo el tiempo tirado en algún lugar, generalmente borracho. Por culpa del alcoholismo había perdido mi trabajo, soy electricista (eso explicaba su vestimenta) pero perdí mi trabajo, después mi familia, mis hijos y esposa me dejaron y al quedarme solo me hundí más en mi enfermedad. Años de infierno terminaron convirtiendo mi persona en un pobre ser, desesperado y sin ganas de vivir.
Y entonces me explico:

-Lo empecé a observar, que todos los días usted pasaba por aquí, vestido siempre de traje y cargando con usted esa fe que tiene en Dios. La seguridad de su persona empezó a llamar mi atención.
Sus palabras me causaron asombro, no soy una persona religiosa, pero soy muy respetuoso de las personas que no presumen su fe, sino que la profesan. Cuantas personas conocemos que hablan de Dios y defienden su religión a capa y espada, pero siguen vendiendo droga, mintiendo, robando a su prójimo, y rompiendo todos aquellos conceptos que domingo a domingo en la misa prometen seguir. En fin, me parece que uno de los problemas mundiales son las personas, de cualquier religión que no siguen los principios espirituales, sino a su conveniencia los propios sin importar el daño que ocasionen.

Y el señor prosiguió:
-Todas las mañanas pasa por el parque cargando su biblia, se ve que la fe que usted tiene siempre lo acompaña.

¿Mi biblia?, pensé. Entonces me di cuenta. En esa época no existía el Internet, las computadoras, tabletas o los teléfonos inteligentes, por lo tanto, siempre cargaba conmigo mi agenda, de color miel, donde tenía mi información, como números telefónicos y las actividades a realizar durante el día. Supongo que mi forma de vestir y cargar siempre conmigo mi agenda, y la búsqueda de él de seguir viviendo lo hicieron creer que era una biblia.

-Gracias a usted, hoy soy una nueva persona, quiero recuperar mi trabajo y a mi familia, y no quería dejar de agradecerle por su ayuda.

Este acontecimiento me dejo una gran lección que todo líder debe de tomar de forma responsable: siempre estamos en el aparador.

Para la persona de este relato, ante su necesidad de cambiar encontró a alguien que le mostro el camino que él quería recorrer. En su necesidad de recuperarse se aferró a cambiar su vida imitando a quien considero el ejemplo a seguir. Por cierto, no le comente que era una agenda, solo le invite a seguir por este mismo camino que ahora había encontrado y le desee que recuperara su trabajo y familia.

Con el tiempo he aprendido que debemos estar preparados, porque al estar dirigiendo un negocio, una escuela, nuestra familia, un equipo deportivo o a cualquier grupo, estamos visibles ante ellos y cualquier gesto, ademan o acción que realizamos nos hacen susceptibles de la crítica de los demás, para lo cual no siempre estamos preparados para aceptar y reflexionar, pero también nos da la oportunidad de lograr cambios en las personas que nos siguen. Al nacer lo único seguro que tenemos es que vamos a morir, llegar a ser el líder de cualquier grupo puede ser una consecuencia de los acontecimientos pero también, para algunas personas es parte de su preparación para lograr cambios en nuestra sociedad.

La siguiente semana, Malala la niña que se convirtió en líder de su país gracias a un acontecimiento: una bala en su cabeza. 

Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California


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