domingo, 12 de enero de 2020

Víctor Manuel Pazarín, Soñar es una forma de escribir




(Segunda de dos partes)


Martha Eva Loera



Mientras escribías la segunda parte del libro “Viajes inesperados”, ¿qué motivó tu estado alterado?



Nunca lo supe. Me parece que fue un momento de gracia. Pocas veces ¿verdad?, y ese año fue muy singular: había nieve en Guadalajara, la ciudad sufrió cambios, yo sufrí cambios, soñé mucho, y de manera persistente. Algo que ya no me ocurre con tanta frecuencia, y eso es para mí doloroso porque soñar es una forma de escribir, es una forma de construir y reconstruirte todos los días. Yo creo que sí sueño ahora, pero no recuerdo los sueños. En aquel entonces venían cambios en mi vida.

¿Como cuáles cambios se acercaban a tu vida?
Yo tuve que abandonar a mi anterior familia y una casa que amaba. Hablo de una casa física, y tuve que dejar poco después un trabajo donde había laborado alrededor de diez años, y había preludios. Hay textos en este libro que para mí son como premoniciones, muchas de las cuales están ocurriendo hoy.

La segunda parte describe una ciudad muy extraña, con su propia lógica, está envuelta en el misterio, donde lo raro es lo cotidiano, y esto se rompe por la normalidad del plano real o por hechos que no causarían sorpresa….

Para yo tranquilizarme de estar solo en un edificio tan grande, tuve la necesidad de escribir todo lo que me ocurría como aquél que va por el campo o por el bosque y comienza a silbar porque tiene miedo. Entonces para sentirme acompañado entre noviembre y diciembre de 1997 comencé a escribir. En ese tiempo yo no miraba normalmente. Lo veo ahora, y lo vuelvo a confirmar, que los estados, la imaginación y mis sentidos estaban totalmente de otro modo. Quizá por eso, la escritura de esos textos me gusta mucho. Me resulta un tanto difícil volver a esa escritura. Lo he intentado, no puedo. Yo creo que me falta lo que tuve en esos años. Posteriormente cuando escribí “Historia de dos cuerpos” y “Retorno al Reino Imaginario”, volvieron esos estados alterados.

En “Historia de dos cuerpos” hay un cuento con el mismo título que asocio con El Cascanueces y el rey de los ratones, de Hoffmann. Todo empieza con magia, y en el caso de tu libro uno como lector se imagina siempre un ambiente gris u oscuro y lluvioso donde ocurren sucesos increíbles...

Ese libro en realidad cuenta la historia de mi mujer Deana Molina y yo, cuando nos conocimos y crecimos en nuestra relación de pareja. Mi idea era hacer un homenaje a ese momento, pero me resultó complicado narrarlo directamente, y de pronto, los estados alterados me dieron la pauta para que fuera un texto poético más que narrativo. En esta tercera parte conjugo muchos géneros. Entonces hay una mixtura envidiable. Me encantaría volver a esa posibilidad porque para mí la literatura no tiene que entregarse a un solo género, sino más bien debe conformarse como un ente espiritual, de imaginación y, por su puesto, con un mecanismo del lenguaje, el cual es sencillo y no lo es en esos textos. “Historia de dos cuerpos” narra otras historias que tienen que ver con el conflicto humano de la violencia. Todo el mundo hemos sufrido violencia o hemos sido violentados, además está acompañado de música de Feng Shui. Ese libro lo escribí escuchando ese tipo de música.

¿Cómo fue que escribiste “Retorno al reino imaginario”?
Está basado en una secuencia de sueños que yo tuve. Yo soñaba y escribía. A veces el sueño se detenía y continuaba la siguiente noche. Lo que no me ha vuelto a ocurrir jamás. De algún modo la literatura nos lleva a encontrarnos con esos estados subconscientes. El libro me resulta interesante, intenso y loco. Confronta y exige mucho, pero da también mucho. Habla de un espíritu en el que reina la imaginación.

Otro constante en las dos últimas partes de tu libro, así como en obras anteriores como Cazador de Gallinas es el erotismo, ¿cuál es la razón?
Creo que el erotismo y la sexualidad es lo que nos hace seres humanos. Entre el lenguaje y el erotismo hay una correspondencia. Es decir, nos completamos. Lo que el lenguaje nombra el cuerpo lo dice, y viceversa, entonces tanto el lenguaje como el erotismo nos hace humanos. El perro, por ejemplo no es erótico, tampoco pronuncia palabras.

Tu libro es como un concierto… ¿tratas de trasmitir música con tu libro?
Yo podría dejar de leer poemas, pero dejar de escuchar música sí me dolería porque ahí encuentro la poesía y las historias.

Entonces, ¿quien lee tu libro asiste a un concierto?
Ojalá.



 

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