lunes, 1 de julio de 2019

Los cuentos de Manzano






Los conjurados



Ricardo Sigala


EL PRIMER ENCUENTRO


Fue una noche de abril de 2008, en el Mátame poco a poquito se realizaba la ceremonia de premiación del Concurso de Cuento La Jirafa, en esa su primera edición el ganador fue Alfredo Cortés. Esto no resultaba una sorpresa, pues Alfredo Cortés tiene una larga trayectoria literaria en la región, y una reputación muy bien ganada. Lo que sí resultó sorpresivo fue el nombre de Salvador Manzano, un autor desconocido en el medio literario local, había obtenido una mención honorífica y su cuento, “Pueblo chico”, era una muy buena carta de presentación para un principiante. Un principiante sólo en apariencia porque se trataba de un hombre de mediana edad, que evidenciaba cierta habilidad narrativa, fundada seguro en su talento nato, pero también en algunas de sus lecturas.



            Lo conocí esa noche y no perdí la oportunidad de invitarlo al Taller Literario de la Casa de Cultura, al siguiente fin de semana asistió y se convirtió en uno de los más asiduos participantes en los años subsiguientes.


EL PERFIL DEL ESCRITOR


Salvador Manzano nació en Guadalajara en 1960; muy tempranamente su fue a vivir a Sayula, ahí vició su infancia y su primera juventud; luego volvió a su tierra natal para estudiar una ingeniería en la Universidad de Guadalajara. Como profesionista, y ya trabajando para TELMEX, se estableció en la Ciudad de Colima y de ahí pasó Ciudad Guzmán en donde se jubiló prematuramente, es justo cuando decide dedicarse a escribir.

            Salvador Manzano es un agudo conversador, se sabe poseedor de un natural don narrativo y hace uso de innumerables anécdotas entre personales y ficticias, muchas de las cuales llegan a ser verdaderamente hilarantes; es dueño de un humor muy particular, a la vez ácido y sutil, pero siempre ataviado de una discreta ironía sincera y amigable. También hay que decir que Salvador Manzano es un hombre franco y trasparente, cosa que se refleja en sus narraciones.

            Salvador Manzano tenía cerca de 50 años cuando decidió que quería ser escritor, para muchos había llegado tarde a la búsqueda del oficio, sin embargo, para él siempre estuvo claro: su apuesta fue escribir, leer, y asistir a talleres literarios, sé que se asistió a talleres con Roberto Villa, Verónica Zamora, Mario Z. Puglisi, Godofredo Olivares, Kathy Fourez, Dante Medina, Guillermo Samperio, pero además tomó dos diplomados de literatura y creación literaria de Instituto Nacional de Bellas Artes.  Once años después de que lo conocí con su plan de hacerse escritor, lo encuentro ahora con su primer libro de cuentos: Cuentosmas. Los cuentos de Manzano, publicado por Puertabierta Editores.




EL ORIGEN


Al niño enfermó, primero fueron tres días de fiebre de hasta 40 °C, luego la tos, el flujo por la nariz, los ojos irritados, finalmente las erupciones cutáneas, primero rojas detrás de las orejas, en las mejillas, el cuello, fueron descendiendo desde la cabeza a los pies, después de cuatro días los brotes se hicieron pardos y la piel comenzó a descamarse. El diagnóstico es sencillo: sarampión; pero sucede una extraña complicación, las secuelas de la enfermedad se manifiestan “hipoacusia bilateral de origen viral”, ha dicho el médico, que no es otra cosa que pérdida de la audición. El niño ha perdido sustancialmente los sonidos del mundo, se ha quedado con esa parte del mundo; su madre, en verdad preocupada, ingenia la forma de que el niño no sea aislado de la realidad, entonces le propuso: “Si aprendes a leer y a escribir, prometo comprarte todos los libros que quieras”. Es así como manzano entró al mundo de la literatura: los cuentos de los hermanos Grimm, los de Hans Christian Andersen, cuentos tradicionales de la India, de Japón.

            En este sentido, me gusta imaginar que la literatura de Salvador Manzano comenzó no hace once años, cuando lo conocí y comenzó a ir al taller, si no en su misma infancia, cuando una enfermedad le robó los sonidos, pero a la vez, por intercesión de su madre, le dio la palabra, las historias, literatura.




CUENTOSMAS. LOS CUENTOS DE MANZANO


La historia del niño que pierde el oído, y que acabo de referir, está implícita en una de las dedicatorias del libro Cuentosmas. Los cuentos de Manzano, quizás el autor lo planeó, quizás no lo sabe, pero esa dedicatoria es el primer cuento de libro, y es una gran historia. A la vez pienso que esa dedicatoria está emparentada con el texto titulado “El libro blanco”, que además de ser un relato, es también un símbolo de las figuras del lector, del escritor y del libro. En el cuento, el personaje, que no le halla el gusto a la lectura, recibe de un amigo un libro con las páginas en blanco, como una metáfora de la iniciación al mundo del libro, una lección no “aleccionadora” en el sentido simplista de la palabra, sino una lección auténtica. La idea del lector/escritor que tiene todo por hacer, que se enfrenta al contenedor del mundo (el libro) vacío, y entonces hay que llenarlo.

            El libro de Manzano está constituido por 39 cuentos o relatos y 19 minificciones y se caracteriza por la variedad de tonos y registros de sus textos, encontramos tanto relatos de carácter tradicional como ejercicios de tipo policiaco o de misterio, incluso algunos trabajos matizados de experimentos en cuanto al género y la estrategia narrativa, encontramos a la vez alusiones a textos clásicos, históricos y a leyendas. Los espacios de sus historias resultan más o menos reconocibles: Ciudad Guzmán, Sayula, Guadalajara, Colima, pero incluso algunos suceden en otras latitudes como Europa o Sudamérica.




Entre las características dominantes de los cuentos de Manzano encontramos una vocación narrativa al parecer inevitable, el autor quiere contarlo todo, cualquier historia, todo tipo de anécdotas, desde las más trascendentes en las que reflexiona sobre el tema del bien y el mal, como sucede en su cuento “¿Ángel o demonio?, hasta aquellos de tema histórico como “La fortaleza” en el que trata un tema de la historia de Uruguay, pasando por historias cotidianas en apariencia intrascendentes, o para ser más preciso, cotidianas.

El otro tema dominante es el humor, como ya habíamos dicho, el humor es una de las señas de identidad de Manzano, en el libro abundan los ejemplos y no es que los cuentos sean chistes ni chascarrillos, el humor campea en corpus de libro como un acuerdo, un pacto que hace el escritor con el lector y se manifiesta en una frase inesperada, en un súbito giro de la historia, en el guiño al lector al presentarle a un personaje basado en la realidad o en la propia biografía del autor, o en la deconstrucción de un cuento tradicional.

Otro punto a destacar tiene que ver con un tema obsesivo: el de la muerte. En este sentido Manzano es un heredero de Rulfo, pero no heredero ortodoxo, por el contrario, se trata de un descendiente rebelde, subversivo, pues si bien tiene en común con Rulfo la omnipresencia de la muerte, en Manzano se trata de manera desenfadada, irónica, se trata de una muerte amable, a veces despistada, marcada por una levedad propia del mundo de Manzano.

Quizás la mayor virtud de los cuentos de Manzano radica en que es un libro que se deja leer. No es este un libro que se daba leer porque contengan una información vital o porque lleve a estar al día en las tendencias. El libro de Manzano se lee porque se disfruta, por se acerca al placer de la lectura, y eso no es poca cosa.




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