jueves, 4 de marzo de 2021

La sociedad líquida


 

 

Víctor Hugo Prado

 

 

A través de la historia, diversas instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas e incuestionables. Los valores más relevantes los asociaban a la estabilidad, la unión y la tradición. En nuestra realidad actual, estos valores, guías y estructuras se han ido disolviendo dando lugar a la Modernidad Líquida, concepto elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, reconocido a nivel mundial como uno de los más grandes referentes del área.



La Modernidad Líquida es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de nuestra sociedad, que Bauman la define como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo laboral. Las redes sociales, ahora, juegan su parte en ello, ya que nos permiten conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa un muro o un puente en las relaciones humanas.


Los líquidos y los gases tienen la cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos. Los primeros sufren continuos cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las “cosas líquidas” no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero siempre de manera momentánea.





Bajo este argumento la sociedad líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos como raza humana navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo estarán mañana la economía, la pandemia, los servicios de salud, si estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si formaremos una familia, en el mejor de los casos, si estaremos vivos.


Las investigaciones de Bauman se enfocan en la estratificación social, los movimientos obreros, el consumo y la naturaleza de la modernidad que resumen parte de su pensamiento en torno a las relaciones sociales actuales, los conflictos de identidad, y el consumo excesivo trasladado a todos los ámbitos de la vida.


La idea del “use y tire” que nos ha otorgado el consumismo se desplaza a las relaciones, donde no hay tiempo para reciclar, ni seguir usando cosas obsoletas, o en propias palabras del sociólogo: “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales”. Y en época de pandemia, las campañas políticas y los candidatos serán más líquidos de lo que eran, frente a una sociedad envuelta entre lo efímero y la incertidumbre, sin saber qué esperar. 




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