lunes, 8 de marzo de 2021

Un año de confinamiento


 

La vida continúa

 

 

 

José Luis Vivar

 

 

Nadie esperaba la pandemia. Nadie sabía lo que era el Covid 19. Nadie podía imaginarse que de un día para otro la vida de todos los que habitamos este planeta cambiaría de forma radical. Los primeros avisos comenzaron a mediados de diciembre del 2019, cuando veíamos en la televisión y en los celulares lo que pasaba en una población china llamada Wuhan. Después, las escenas desgarradoras en el continente europeo, donde los contagios los habían tomado por sorpresa, donde muy pocos tomaron en serio las primeras medidas higiénicas que se empezaban a sugerir para evitar ese virus mortal que ocasionaba la muerte. Y en México nadie se preparó, nadie midió lo devastador que llegaría a ser ese enemigo invisible a los ojos. El humor negro se hizo presente con una cumbia llamada Coronavirus, y no hubo una llamada de alerta, hasta que empezó a ser demasiado tarde.



            De todo lo anterior ha pasado un año. Un año en que la vida ha sido diferente. En lo social y en lo económico de marzo del terrible 2020 a este marzo, ha sido un año de cambios, algunos de forma progresiva o y otros de tajo. En lo referente a vidas humanas, todos hemos perdido familiares, amigos y conocidos. Y para rematar, hemos sido testigos de esas cifras mortales que cada día aumentan en nuestro país. Un panorama desolador.


            Y en lo social nos hemos enterado también cómo algunos familiares, amigos y conocidos se han quedado sin empleo, han cerrado sus negocios, o han dejado de estudiar. Los golpes a la economía han sido una constante, igual que en muchos países latinoamericanos. No hay apoyos gubernamentales como se quisiera, y por eso cada quien debe resolver su propia situación.





            Y es que el año de la Pandemia -como se conoce al 2020-, significó ver, leer y escuchar toda clase de información y desinformación en el celular. Aparte de eso, se modificaron nuestros estilos de vida. La forma de trabajar cambió, igual la manera de impartir o recibir clases. Las redes sociales se adaptaron a las necesidades de la gente. Muchos tuvimos que aprender cómo utilizar las plataformas digitales, y entender que los diálogos a través de una pantalla son tan válidos como estar frente a frente con un interlocutor.


Las cosas cambiaron. A pesar de la negatividad, de la indiferencia y de la necedad, el cubrebocas ha ido ganando terreno, y cada vez más gente lo utiliza como principal medida preventiva. De acuerdo a notas publicadas sobre el tema, quien no lo aceptó, vio morir a algún ser querido y aprendió la lección. O perdió la vida.





            A partir del 24 de diciembre del año anterior, las anheladas vacunas aparecieron, y aunque de manera lenta se ha comenzado a inmunizar a la población mayor de sesenta años. Esta medida tomará tiempo, pero es una ventaja saber que ya se cuenta con los insumos que salvarán muchas vidas. Después, tocará el turno al resto de la población, y aunque dicha acción tome más tiempo del previsto, será de gran alivio saber que como en otros tiempos México podrá estar protegido. Y esto no significa pecar de optimistas, sino de ser realistas.


            A un año de estar en confinamiento algo o mucho hemos aprendido. Además, nos queda claro que nada volverá a ser como antes; tendremos que seguir adaptándonos a nuevas reglas de convivencia social, educativas y laborales. A pesar de estar vacunados, no bajaremos la guardia: el cubrebocas y el gel serán dos accesorios que nos acompañarán a donde quiera que vayamos. Todo sea por nuestro propio beneficio.

 

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