jueves, 25 de marzo de 2021

Pandemia y negocios: crónica de una muerte anunciada


 


Víctor Hugo Prado

 

 

El estudio Demografía de los Negocios 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), permite conocer los eventos asociados a la vida de los negocios para proporcionar información sobre cuántos establecimientos nacen, cuántos permanecen (sobreviven) y cuántos desaparecen (mueren), así como su impacto en el empleo.



Señala el estudio que, las medidas de confinamiento por la pandemia, obligaron a los negocios a pausar sus actividades e incluso a cerrar definitivamente, pero también, se convirtió en una oportunidad de reconversión de muchas actividades económicas para adaptarse a las nuevas necesidades y tendencias.


De acuerdo con los datos de este estudio, hasta 2019 había 4.9 millones de establecimientos en el país, de los que el 99.8 por ciento eran del tipo de micro, pequeños y medianos negocios (mipymes). La pandemia obligó a cerrar de manera definitiva a un millón 10 mil 857, en términos porcentuales representa el 28.8 por ciento. Las repercusiones en el ingreso de quienes perdieron los negocios y los que quedaron en el desempleo, en la captación de impuestos y en la cadena de valor, no se hicieron esperar. En este trance de cierre o muerte de empresas se han dejado de vender y de producir bienes y servicios, cuantificados en más de 500 mil millones de pesos en sectores de comercio, servicios y turismo, equiparable a una reducción del Producto Interno Bruto del 8 por ciento. El cierre de empresas ha derivado en la perdida de tres millones de puestos de trabajo y la recuperación de algunos de ellos, algunas fuentes señalan que han sido las dos terceras partes, es decir dos millones, se han reabierto con un menor nivel de ingresos.





Por ello es importante repensar la relación del Estado con las empresas, que en esa relación constructiva puedan generase programas de apoyo para la Mipymes para su retorno a la vida económica y productiva. Éstas constituyen las principales fuentes de empleo, las que garantizan el circulo virtuoso basado en el ingreso, gasto y crecimiento.


Pero mientras las Mipymes se debaten entre la vida y la muerte, en México estamos empecinados en desalentar la inversión, como sucede con el caso de las empresas que han apostado a la generación de energías limpias, intentando dejar la tarea de producción y distribución eléctrica con un enfoque casi monopólico al gobierno, como era antes. En México le apostamos a la distribución de recursos en apoyos sociales y no en inversión productiva. Parafraseando a Ricardo Anaya, nos estamos gastando los escasos recursos en caguamas, en lugar de garantizar el pago de servicios, bienes esenciales, pero sobre todo en el aliento de programas que vengan a reactivar la deteriorada economía de los mexicanos.


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