miércoles, 17 de marzo de 2021

Hipocresía galopante



 

Pedro Vargas Avalos

 

La doble cara es una actitud muy reprobable por la hipocresía que entraña, y sin embargo es muy común entre los seres humanos, destacándose en tal renglón los políticos. Si se le pregunta a un ciudadano común, que quien considera es el ejemplo más elocuente de la doblez, sin duda contesta invariablemente: los políticos. Aunque a título de hablar con la verdad, también allí están muchos empresarios y no pocos ciudadanos.



            Para la gente sin qué ver en la cuestión de cargos de elección o de otra índole en la administración pública, son políticos: los diputados, los senadores, los alcaldes y regidores, los funcionarios del gobierno en cualesquiera de sus tres órdenes y en general todo individuo que ejerza algún cargo gubernamental.


El daño que causan esos sujetos que tienen doble cara es pavoroso, pues hacen poco creíble todo acto de la administración pública, con lo que impiden el desarrollo de las instituciones, la sociedad y finalmente de la nación.


¿Qué más ejemplo de hipocresía que la de los diputados o senadores que cambian de partido, durante el ejercicio para el cual fueron electos? Para no ir muy lejos allí está el caso de la senadora Lily Téllez, quien, de las pantallas de televisión, gracias a la invitación que se le hizo por el partido político MORENA, cuando las campañas electorales de 2018, fue candidata y resultó electa para representar a Sonora en la cámara alta del Congreso de la Unión.





La aludida, a las primeras de cambio forcejeó con la bancada morenista porque sus ideas son de plano conservadoras; temas como el aborto, la mariguana y los valores, fueron motivo de tales desencuentros. Y esas diferencias se fueron ahondando hasta que, siendo muy criticada por los partidarios de MORENA, quienes exigían su expulsión, ella se les adelantó y se zafó de la bancada morenista, diciendo que ahora sería independiente; pero esa autonomía le duró muy poco: a la semana siguiente ya andaba coqueteando con el grupo senatorial panista y en conclusión allí se quedó.


Uno se pregunta: ¿cómo cumplirá con sus electores? ¿los principios que aceptó al ser nominada candidata, fueron mentiras? ¿ocultó sus reales pensamientos, con tal de ser senadora? La respuesta, podemos deducirla fácilmente al ver las actitudes de la aludida, primero como aspirante, luego senadora electa, enseguida al ser miembro de la Cámara Alta del Congreso nacional y ahora, por ser parte de las huestes blanquiazules adversarios principales del partido en el poder.


Muchos otros casos podemos encontrar de políticos con doble cara. Y en este campo, también se suman los empresarios autodeclarados contrarios de la Cuatro T. Sobre estos, no cabe la menor duda de que lo que hace el junior de Claudio X. González, es irritante: patrocinar organismos dizque contra la corrupción, y con tal pretexto recibir millonadas de donativos (deducibles, faltaba más) para asignarse un sueldo mucho mayor que el de los secretarios del gabinete presidencial, e incluso tener bajo esas nóminas a personas que presumen de muy honradas y resultan ser sepulcros blanqueados.





De cinismo elevado, fueron las declaraciones del expresidente Fox, cuando se le iba a quitar su cuantiosa pensión ilícita e inmoral, y expresó: que no era justo porque él tenía para “sus frijolitos” gracias a la susodicha pensión.


Y qué decir de la folklórica cuanto impúdica frase de Felipe Calderón, al saber que había ganado la elección presidencial gracias a la alquimia electoral: he ganado, “haiga sido como haiga sido”.


No menos cínico es el señor Salinas Pliego, que, en vez de pagar sus deudas tributarias, las pelea en los tribunales, con el evidente objetivo de burlar al fisco, cuando lo que debería de ser es actuar como un ejemplar ciudadano cumplido. Pero que va, si ahora ya no hay perdón de impuestos, ni el recurso de la evasión, lo que hacen es litigar para ver si encuentran un juez corrupto y los salva de cumplir sus obligaciones fiscales.


¿Y qué decir de los presuntos delincuentes de cuello blanco que, con el fin de salvarse de la prisión, declaran casi al gusto del ministerio público, para responsabilizar de sus rapiñas, a quienes fueron sus jefes? Al respecto y como botones de muestra, tenemos a Lozoya Chayito Robles.


La lista de hipócritas con carácter de figuras públicas, es larga y casi inacabable; para finalizar nos viene a la mente, como arquetipo de tal materia, el caso de los “Chuchos” del perredismo agonizante: ellos disfrutaron de la popularidad de quien fue su líder, hoy presidente de la república; ahora no paran de acusarlo de todos los defectos.





A nivel internacional no faltan casos de elevada significación hipócrita: el Rey emérito Juan Carlos, exiliado voluntariamente de su patria al descubrirse los desmanes que cometió en el renglón económico. O el del juez que instrumentó en Brasil las acusaciones contra Lula, y que su cómplice Bolsonaro lo hizo ministro de justicia, pero ahora ya defenestrado está al borde de ser ajusticiado penalmente, por sus “chuecuras” judiciales.


En fin, la señora Añez de Bolivia, quien asumió la presidencia ilegalmente tras la caída de Evo Morales, y que por lo pronto ya está presa por haber violentado la Constitución.


No cabe duda: las dos caras son al parecer, el símbolo que identifica, para desgracia de la república y de la ciudadanía, a ciertos empresarios y, sobre todo, a los políticos, de todos los colores y de todas las partes del mundo.

 

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