martes, 1 de octubre de 2019

El Piso Trece, 20 años después



Cine sin Memoria



José Luis Vivar



Hay películas que tienen la mala fortuna de estrenarse en el momento justo que otra ya se estrenó y con la misma temática. ¿Malas coincidencias? Tal vez, porque eso es justamente lo que le sucedió a El Piso Trece (The Thirteenth Floor, 1999, Josef Rusnaak), la cual apareció en carteleras el 28 de mayo de hace veinte años. En tanto, quien la eclipsó de forma contundente fue la aclamada y multipremiada Matrix (The Matrix, 1999, hermanas Wachowski), con fecha de estreno 31 de marzo de ese mismo año.




          
  ¿Qué es lo que tienen en común ambas cintas? Además de pertenecer al género de la Ciencia Ficción, lo que las une es la realidad virtual. Esa circunstancia que es simulacro de la existencia humana. Ambas historias establecen en su línea argumental que todo lo que se considera real no existe, es una ilusión; y además es controlado por una poderosa maquinaria -llamarla computadora sería muy limitado-, y esclaviza o mantiene el control de los seres vivos.

            Hasta ahí pareciera que se trata de lo mismo, no obstante, el manejo del desarrollo de la trama es lo que hace a El Piso Trece una película extraordinaria, a la cual sus productores (Centropolis Entertaiment) y distribuidores (Columbia Pictures) no supieron darle el presupuesto y el casting adecuado.

            En cuanto producción, Matrix sobresale por la inmensa cantidad de efectos especiales, la diversidad de escenarios, el sonido y los gráficos que llamaron poderosamente la atención. Si bien se trata de una película de mucha acción, no se descuida el contenido reflexivo de los personajes que se confrontan con las máquinas.

            El Piso Trece lleva un ritmo más sosegado, y no hay tanta violencia visual, pero sus escenas están bien logradas. Los colores sepia que imprimen a la ciudad angelina en la época en que se desarrolla son acertadas, lo mismo los vehículos y detalles que van desde la forma de vestir cotidiana, hasta los periódicos y anuncios, la hacen muy real; lo mismo pasa con el horizonte que establece los límites de la ilusión en que viven. Impresionante. Pero, aun así, daba para más.






            En cuanto al reparto, con las excepciones del camaleónico y extraordinario Vincent D’Onofrio, así como Dennis Haysbert y Armin Muller Stahl, la película tuvo a dos completos desconocidos y nada carismáticos en los roles principales: Graig Bierko y Gretchen Mol. Y si bien es cierto que la pareja cumple con sus interpretaciones, la verdad que al final uno se da cuenta que no fueron los adecuados, olvidando que en las marquesinas lo más atractivo son los nombres de los protagonistas.

Por lo que respecta a Matrix, cuidaron más ese aspecto, y al ver anunciados los nombres de Kenau Reeves, Laurence Fishburne, Hugo Weaning y Carrrie Ann-Moss, nadie tuvo dudas al momento de comprar su boleto de entrada.

            Pero volviendo a El Piso Trece, su mayor mérito es que se trata de un Thriller. Solo hasta que han pasado varios minutos nos percatamos de detrás de esa cortina de misterio hay una máquina que controla y manipula a quienes viven dentro de ella.

            La historia arranca en Los Ángeles, California, en el año 1937 en un lujoso cabaret. Un anciano llamado Hannon Fuller descubre algo extraño, y por esa razón le deja un mensaje escrito con el barman a su amigo y discípulo Douglas Hall. Luego, un taxi lo lleva a su casa, donde después de cambiarse se acuesta al lado de su esposa, y entonces en sus ojos se encienden unas luces. Ahí es donde nos damos cuenta que todo ese mundo es una simulación, y aquellos que acceden a dicho escenario utilizan a ciudadanos en particular como sus avatares. Así, Hannon regresa al año 1999, apareciendo en un salón donde se observa una máquina de inmensas dimensiones y comprendemos que es un mundo dentro de otro mundo.  El problema es que el anciano, a pesar de haber dejado el mensaje, se cita con Hall en un bar, y cuando éste lo va a buscar, lo encuentra asesinado.

            Hall recurre a la máquina que se halla precisamente en el piso trece de un edificio. De inmediato se traslada a Los Ángeles, con la intención de averiguar si puede hallar algo de Fuller, quien era el director del proyecto de realidad virtual. Una serie de acontecimientos nos hacen ver que el barman ha descubierto que el mundo que él conoce como tal no existe, que es producto de una serie de circuitos y pulsaciones eléctricas que lo hacen salir y conocer el sitio desde donde controlan lo que él conoce como vida.

            Hall sospecha que su mentor no dejó ese mensaje final por una casualidad. Debe haber algo más allá que no ha sido capaz de comprender, y no se detendrá hasta poder descubrirlo, aunque las consecuencias sean dolorosas cuando descubra su propia realidad.

            Con un final sorprendente, El Piso Trece fue realizada con un presupuesto de 16 millones de dólares, y obtuvo una pobre ganancia las taquillas de apenas 18 millones. Un fracaso porque el tema ya había sido tratado en Matrix, cuyo presupuesto fue de 300 millones de dólares y obtuvo ganancias por 463 517 383 millones de dólares.

            Veinte años más tarde, Matrix pasó a la historia por haber obtenido 4 premios Óscar tuvo dos secuelas, además de una cinta de animación, y el proyecto de que en breve habrá una cuarta parte, y con el mismo reparto. El Piso Trece en cambio se ha convertido en una película de culto, en la que se le reconoce su aportación al género de la Ciencia Ficción, mejor manejo del concepto de realidad virtual, y valorada porque enfoca con mayor claridad el existencialismo del ser Humano relacionándolo con el Mito de la Caverna de Platón.

Aunque en honor a la verdad jamás se le puede comparar con Matrix, porque es un mega blockbuster; y El Piso Trece una cinta casera, es verdad, pero sigue ganando adeptos en todo el mundo, quienes a su vez se cuestionan una y otra vez: ¿por qué no se estrenó antes?

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