viernes, 19 de mayo de 2017

La Bestia

(Primera parte)



Hace algún tiempo un amigo cineasta me propuso escribir una serie de guiones para llevarlos a su realización como cortos para internet; le presenté el proyecto y quedamos de acuerdo y complacidos; sin embargo, la producción nunca se realizó y yo, obsesivo como soy —y fascinado ya con la historia—, seguí con la escritura hasta completar la primera temporada. Hace tres días acabo de recibir la notificación de los derechos de autor, y les comparto a los lectores el primer capítulo, que convine (al leer el conjunto) en que se había convertido en una novela corta





1. Exterior. Tren. Noche.
Una sombra salta del tren.
Veloz la máquina se dibuja en silueta y se abren los hombres en oscurecidas figuras sobre el lomo. La sombra cae sobre el pasto, las ramas y las piedras. Una nube de polvo dispersa la imagen del hombre que cae, rueda y se levanta. Mira al tren desaparecer en una curva, donde la noche cae a plomo. Ruido ensordecedor de la máquina.
Se abre una lobreguez profunda.


2. Exterior. Calles de la ciudad. Día y de pronto noche.

Luces de la ciudad. Autos veloces por las avenidas. Cohetes luminosos en lo alto del cielo. Gritos y algarabía. Los ojos se deslumbran. La figura de La Bestia, silenciosa, entre la multitud. Distraído se altera por un sonido que cae en sus oídos como un trueno. Fugaces frases de una celebración. Nuevos truenos, muy cercanos a él, lo perturban y arranca en una carrera cuando mira una patrulla de policía. En contra la gente, la multitud aullante. De pronto el día se hace de noche. Su carrera se detiene en una esquina en penumbras donde escucha, surgido de una enorme grabadora puesta en el piso, un breve fragmento de una canción que lo desconcierta surge de los labios de un muchacho, que trae puestos unos grandes audífonos en los oídos:


Welcome to Tijuana,
tequila, sexo y marihuana,
Welcome to Tijuana…


Una profunda chupada a un cigarro de marihuana hace que uno de los tres muchachos cierre los ojos, mientras otro da un largo trago a una botella de tequila, en tanto el tercero ríe mientras observa que La Bestia se acerca a ellos.


Muchacho
¿Quieres? —le preguntan.
Afirma con la cabeza y La Bestia alarga la mano hasta alcanzar el cigarro y se lleva hasta lo más profundo el humo sin dejarlo salir. Le dan, acto seguido, la botella y bebe pródigamente. Luego vuelve a sus manos la bachicha y se mira la chispa refulgir en la penumbra…

3. La calle. De día.
La Bestia corre porque ha visto a la policía bajar de la patrulla. Se desliza entre la multitud que avanza en sentido contrario a él. El ojo de una cámara de video portátil lo observa. Primero un punto que se mueve. Luego un cuerpo que se desplaza hacia el ojo de la cámara. Después su rostro fatigado por la carrera en lo amplio del ojo de la cámara. Se acerca. Se acerca. Se acerca hasta encontrarse y lo último que mira el ojo de la cámara es su cara chocar. Luego el ojo de la cámara se eleva hacia el cielo: adornos. Piernas. Cuerpos de una multitud observados por la cámara desde el piso. Se mueve el ojo. Lo observa todo. Luego un oscuro total…

La Bestia
Disculpe, señora. Disculpe… —dice La Bestia.

Mujer
Okey. Okey…

La madura mujer se eleva tomada de la mano de La Bestia, que se disculpa una y otra vez.


La Bestia
¿Está bien, señora? —le pregunta La Bestia.

Mujer
Okey —vuelve a decir la mujer que carga una mochila en su espalda. La mujer mira a La Bestia y le sonríe

La Bestia mira hacia el fondo de la multitud. Busca con la mirada. Ya no está la policía. Nadie hay en la mirada: todo desaparece cuando escucha de nuevo a la mujer.

La madura mujer habla, pero La Bestia nada entiende. Lo que hace La Bestia, en todo caso, es hundir su mirada en los ojos de la mujer que sonríe al comprender que La Bestia nada entiende…


Mujer
Yo hablar poquito… —y La Bestia lo que hace es mirar sus labios y sonreír.

Mujer
Ser tú de aquí —dice la mujer.

La Bestia mueve la cabeza negativamente.


Mujer
Yo también… no de aquí —y sonríe con dulzura la mujer—. Welcome… bien-ve-ni-do…

Se miran profundamente a los ojos y ambos sueltan a reír como unos locos.


4 Noche. Vía del tren.
La Bestia se levanta. Surge de entre una nube de polvo que contrasta blanca en contra de la oscuridad. Mira al tren alejarse, que desaparece en la espesa noche.
            La silueta de La Bestia  se mira agigantada en una silueta que lo describe desde el suelo.


5. Callejón. Noche.
La silueta de La Bestia se abre con lentitud, hasta completar su oscura figura. Hay un punto de luz, un chisporroteo que emerge de la bachicha al rojo vivo. Luego humo surgiendo de la boca de La Bestia. Sus ojos se miran cerrados. La luz mercurial del arbotante lo ilumina de pronto. Abre los ojos y entrega el cigarrillo al muchacho que ríe sin sentido. El muchacho se lleva a la boca la bachicha. La Bestia de pronto se mira las manos: le sorprende la humedad de sus manos que se ha llevado a la cara para despabilarse. Entiende sus manos para mirarlas bajo la luz. Están manchadas de sangre.


La Bestia
¡Ah! —exhala.

Siente un desvanecimiento y lentamente comienza a caer al pavimento del callejón…

Viene a la mente de La Bestia un recuerdo.

La Bestia
¡Ah! —vuelve a gemir.


6. Hotel. Noche.
Se describe el anuncio luminoso de un umbroso hotel. Y, luego, el camino que va de la sala de entrada hacia las escaleras. Sombras que bajan. Movimiento extraño. Una puerta marcada con el 666.


7. Cuarto de hotel. Noche.
De entre la penumbra, apenas iluminada por la luz que entra por la ventana, se escucha el jadeo de la mujer madura. Y el estrépito de La Bestia.

Lenta descripción del espacio. Luego las sábanas que cubren los cuerpos en movimiento.

Mujer-La Bestia
¡Ah! ¡Ah!


Las manos de La Bestia acarician la espalda de la madura mujer. La mujer desnuda sus piernas, enredadas con las de La Bestia.
            Se describen los cuerpos lentamente. Hasta descubrir a la mujer y La Bestia engarzados en un beso. En seguida, la mujer se cubre con la sabana. Sus piernas se miran. La Bestia la recorrer el trayecto de la mujer de la cama al baño. El rostro de La Bestia se ilumina de pronto cuando ella abre la puerta y enciende la luz del baño. Antes de entrar se detiene. Mira dulce a La Bestia y le manda un beso con la mano. Sonríe complacida.
            Penumbras.


8. Cuarto de hotel. Noche.
La Bestia busca en la mochila de la mujer. Hunde sus manos hasta encontrar un breve fajo de dinero. De pronto se abre la puerta y lo ilumina la luz…


9. Cuarto de hotel. Noche.
El rostro de La Bestia se abre. Permanece caído en el pavimento. Se describe la luz del arbotante caer en su cara, como si fuera una brisa.



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