domingo, 12 de julio de 2020

El zoológico de mi Tito. Infancia








Sandra Gómez


Mi muy estimado lector, seguramente te has preguntado si eres un buen padre o madre, porque yo me lo he cuestionado con ese sentimiento de impotencia y el enorme deseo de hacer las cosas bien. Te comparto la respuesta que el hombre sabio de esta historia me dio. A: ¡apechugar amiga, nunca lo sabrás hasta que seas abuela (A)!

            Ley de vida, llegaremos a ese punto, y que mejor que serlo con preparación, asertividad y amor; ser abuelitos o como dice mi hija Tita y Tito, estas son las oportunidades que no nos debemos perder.

  Había una vez un par de abuelitos quienes cuidaban un día a la semana al menor de sus nietos con cuatro años de edad, lo hacían en su casa, cerca del mar. La abuelita de la historia es maestra de profesión y doctora en Ciencias de la Educación, el abuelito es médico psiquiatra, ambos maestros en prestigiosas universidades. Lo que quiero dejar claro es que son personas preparadas académicamente; sin embargo, hay momentos en que las circunstancias nos mueven de nuestras áreas de confort y hay que resolver.





 TITO (A):  El día de cuidar al nieto siempre estamos ambos, pero me dejaron sólo y pensé, ¿Qué puede pasar?, ya estuve con cuatro niños solo en casa, ya atendí a cientos de estudiantes, soy padre, maestro y por si fuera poco médico (…).

            ¡Todo el entrenamiento se pone a prueba cuando eres abuelito!, me dijo el Tito. Las estrategias debes tenerlas claras, deberás hacerte de los recursos a tu alcance para poder cumplir con tu objetivo, en este caso “cuidar al inquieto nieto de 4 años”.

  Entretener por tres horas a un pequeño inquieto es difícil pero no imposible, entre hacer de comer e involucrarlo, dibujar, poner rompecabezas, ver algún programa por televisión, pasaran (…) ¿y luego?, la Mary y mi hija no llegaban, y el niño saltaba por los sillones, Uffs.

A: Y me dije a mi mismo, ¡tú puedes!; lo pare y le dije toma tus cosas ¡nos vamos!, N: el niño sorprendido dijo, mi mamá me dijo que no me saliera de la casa, y el Tito contesto, A: pero saldrás conmigo, el niño (N) lo pensó y tomo su mochila con sus cosas. sujeto la mano del abuelo (A) y pregunto, N: ¿A dónde vamos Tito? A: conocerás mi zoológico de perros; N: No es cierto Tito, ¡tú no tienes un zoológico!; A: Tu serás el primero en conocerlo.

             En la mochila del niño había un libro con imágenes de perros, ese era el recurso que el abuelo necesitaba para su historia., lo demás es imaginación y un buen narrador.

            N: ¿Cuándo vamos a llegar?, A: ¡ya llegamos!; N: ¡NO! este no es un zoológico; A: ¿Qué es un zoológico?; N: donde hay animales; A: ¡Mira!, ¿Qué es?; N: un perro; pero ¡no es un zoológico!; A:Me acabas de decir que un zoológico es donde hay animales; N:pues sí; A: ¿Qué ves?; N: Una puerta, un carro; A:Pon atención; ve los perros que hay aquí; N: ¡Ahh!, ahí viene otro perro; A: saca tu libro; N:¿Mi libro?; A: si, el que te compro tu mamá, que me estabas enseñando. Y lo saco. A: ahora busca en tu libro y dime a cuál se parece, ¿dime cuál es? (…)

  Y así siguieron por todo el vecindario, hasta que el niño quedo convencido que su abuelo tiene un zoológico de perros del que solo ellos conocen.  En la siguiente visita a los abuelos el niño tenía más libros de perros y llevo a su Tito a el domicilio en donde estaba aquel perro que en la ocasión anterior no habían encontrado en su libro.
  Esta pequeña historia real, ilustra cómo es posible calmar las inquietudes de un niño muy activo y canalizar su energía con sabiduría y paciencia de “Tito”.

  Los niños pequeños son inquietos por naturaleza, algunos rebasan nuestros límites y tolerancia; busquemos soluciones creativas y educativas para canalizar su energía, y de paso hacemos ejercicio, digo por lo de la caminada.

  Los abuelos tienen una oportunidad única de validar su trabajo como padres, además que desde la reflexión de sus experiencias como educadores pueden aportar mucho en la consolidación y fortalecimiento de la autoestima del niño.

            Si aún no eres abuelo, puedes ser un abuelo sustituto; apoya en tu comunidad con el cuidado de niños y niñas quienes no tienen la suerte de tener a sus padres de tiempo completo.

             Recuerda el proverbio africano ¡para educar a un niño hace falta una tribu!, seamos parte de una mejor sociedad contribuyendo con la práctica de nuestros conocimientos y valores universales, como los de solidaridad, respeto y amor al prójimo.

  Hasta la próxima historia de vida, su maestra y amiga Dra. Sandra Gómez Patiño.



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