jueves, 16 de julio de 2020

¿Normita es deficiente mental? Infancia.









Sandra Gómez


  Estimado lector, hoy les comparto una historia de quien sufrió a lo largo de sus primeros ciclos escolares múltiples etiquetas negativas; ella es Normita.

  Normita es la hermana menor por dos años de David; él un niño muy aplicado, con excelentes calificaciones, “un caballero en miniatura”; el preferido de mamá. Sus padres están divorciados y su mamá tiene un nuevo compañero sentimental. David, es el niño de medallas y diplomas, además de ser atleta de alto rendimiento. Por su parte Normita, es alegre; una niña muy inquieta, alta y atlética, con gran imaginación, una excelente “cuenta cuentos”.

  Cuando Normita entro a tercer grado de primaria, su expediente decía que tenía alto retraso académico, y mala conducta, estaba condicionada a aprender a leer y escribir o tendría que repetir año, o ser trasladada a una escuela con niños con necesidades educativas especiales NEE. La psicóloga de la escuela y su madre creían que todo su problema se derivaba de la ausencia de su “padre” y por ser mujer, eso la marcaba.  Las recomendaciones fueron que tuviera mayor contacto con su padre y así pasaron sus dos primeros grados de primaria, sentada en la parte de atrás para no distraer a sus compañeros de clase; la madre nunca le permitió ver a su “papá”; y constantemente era comparada con su hermano mayor, recriminando su conducta y su lento aprendizaje. Sin embargo, su hermano confiaba en ella, y le enseñaba lo que el a su corta edad sabia, ella podía repetir lo que su hermano le leía; desarrollo una excelente memoria.  Su hermano a quien le gustaba el deporte le pedía que lo acompañara y ella iba y hacia la mayoría de las rutinas, aunque en algunas de las actividades Normita sufría tropiezos que la llevaron a lesiones que incluyeron fracturas.  Lo que hizo que en ese momento la mamá le prohibiera a David que le acompañara al parque o el campo deportivo.




  En tercer grado, le asignaron a la maestra Rita Pearson (M), una docente con mucha experiencia, una de las docentes a quien le gustaban los retos.  Normita (N) una niña “bien portada” con la maestra; aun con tantas etiquetas negativas y castigos de su madre, ella seguía siendo “amorosa” y una gran conversadora.

  M: ¿te acuerdas de mi Normita?; N: ¡eres la maestra Rita Pearson!, sabes me acuerdo de ti y de tu nombre porque mi abuelita se llama como tú; L: ¡A qué bien!, ¿haber cuando la conozco?; N: pues no la puedes conocer, porque ya se murió. M: Lo siento mucho; N: no se apure Miss, yo tampoco la conocí. M: ¿Sabes que soy la mejor maestra?; N: ¡sí!, M: ¿Y qué piensas de eso?; N: pues que está bien, yo quiero sacar medallas como David. M: Muy bien Normita, nos han juntado en este grupo a ti y tus compañeros para mostrar a los demás como se hace; N: ¡Si, yupi!; mientras otro estudiante decía: ¿en serio?

  Feliz de la primera impresión, Normita se dispuso a trabajar para aprender a leer y escribir en el nivel que se esperaba de ella. La maestra con toda su experiencia, descarto un retraso mental, debido a la fluidez y manejo de su vocabulario, y el nivel de las respuestas que daba Norma sorprendió a Rita Pearson, ella observaba que no tenía relación con su nivel académico.




  M: ¡Buenos días a todos, bienvenidos a su tercer grado!; Nos han juntado para mostrar cómo se hacen las cosas.  Alumnos: ¡sí!; M: repitan conmigo: ¡Yo soy alguien, era alguien cuando llegue, y seré mejor alguien cuando me vaya!; ¡Soy fuerte y poderoso!; tengo cosas que hacer y lugares a donde tengo que ir (…).

                Una vez convencidos de que podían dar ejemplo y representar a su escuela, la maestra realizo un examen de 20 preguntas; Normita sentada hasta la parte de atrás acertó solo 2, la maestra al devolver su examen le puso una carita sonriente junto con un +2; Normita sorprendida pregunto N: ¿esto es reprobado?; M: ¡Sí!, N: ¿Entonces porque la carita sonriente?, M: porque estas en racha, ¡Mira! no tienes todo mal, y luego que lo revisemos ¿No lo harás mejor?, N: Sí maestra.

  En la primera clase, la maestra les pidió a algunos alumnos que leyeran lo que había escrito en el pizarrón, y cuando le tocó el turno a Normita, esta hizo un gesto extraño, empezó a entrecerrar lo ojos, la maestra le pidió su cuaderno y pudo ver que era ilegible; acto seguido la maestra le dijo a Normita que se pusiera sus gafas. Normita se acercó al pizarrón, lo toco, volteo por todo el salón, y salió brincando diciendo ¡Ya veo!; la maestra empezó a llorar, y Normita la miro y pregunto ¿Por qué llora maestra?, y rápidamente se quitó las gafas y se las devolvió, la maestra con lágrimas de felicidad le dijo: Norma, ¡Tú necesitas lentes!, lo que tienes es miopía como yo.

  La vida de Normita cambio por completo, la maestra le dejo ese par de lentes y mando llamar a su madre para que de inmediato la llevara al especialista. Además, la maestra le hizo un espacio a su lado para evitarle distracciones, y atender sus necesidades de primera mano (…). REFLEXIONEMOS:

                Cuántos niños van mal en la escuela y su problema es “sencillo” de arreglar, en este ejemplo la miopía. Si los padres usan gafas se pueden dar cuenta a temprana edad y atenderles; desafortunadamente; si no se les lleva con regularidad al seguimiento médico del “niño sano”, puede haber muchas Normitas, en su clase.

  Los niños para aprender requieren poder canalizar adecuadamente su atención, estar motivados y contar con las aptitudes físicas como poder cumplir con lo que se les pide. La motivación, captar su atención, dar una excelente clase es muy importante, pero siempre, siempre, siempre, se deben descartar problemas como el de la visión, antes de exigir el alto rendimiento de su alumno y/o hijo.

                Hasta la próxima historia de vida. Le invito a revisar en You tube TED educación, Rita Pearson (2013). Con admiración y respeto para todos los maestros que cambian vidas Dra. Sandra Gómez Patiño.

 
 


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