martes, 5 de agosto de 2025

En memoria de Roberto Espinoza Guzmán

Roberto Espinoza Guzmán,
nace un 6 de agosto de 1926.

                                                    

Adrián Gil Pérez



En septiembre de 1985, procedente de Contla, municipio de Tamazula, llegué a Ciudad Guzmán para cursar el Bachillerato Pedagógico y luego la licenciatura en educación primaria en el Centro Regional de Educación Normal. En esa época, casi al finalizar la década de los años ochenta, conocí a Juan Octavio Espinoza Arreola, alias “El Pato”, hijo de Roberto Espinoza Guzmán y de Virginia Arreola. Nuestros encuentros, muy esporádicos, fueron amenos y centrados temas culturales de su persona y familia, fue así como tuve acercamiento a la obra literaria de su padre, pues me proporcionó fotocopia del trabajo que presentó, en 1981, para ingresar a la Sociedad de Geografía y Estadística de Jalisco, el cual versó sobre las pinturas rupestres en las piedras de “Los Compadres”, mismas que no fueron ni han sido debidamente apreciadas. Era gratificante, para mi gusto juvenil, acudir al café-bar Tepancali, ubicado en el centro de Ciudad Guzmán, pues ahí “El Pato” amenizaba el ambiente con sus trovas musicalizadas con la guitarra, muchas de su autoría y con un perfil local. Celebro que el escritor Ricardo Sigala, en la Gaceta del Centro Universitario del Sur, Año 14, Número 183, se haya ocupado en escribir sobre la vida y obra de este singular personaje.



Ahora, cumpliendo con el deber implícito a mi pertenencia al Capítulo Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística de Jalisco, consultando principalmente el periódico “Vigía”, de Ciudad Guzmán, Jalisco, comparto algunas notas respecto al Dr. Roberto Espinoza Guzmán. Nació en Ciudad Guzmán, Jal., el 6 de agosto de 1926 y falleció el 18 de junio de 1984, a los 58 años de edad. Tenía 18 años cuando publicó, en el semanario “Vigía”, el 16 de diciembre de 1944, en el contexto de la navidad, el año nuevo y los estragos de la Segunda Guerra Mundial, el poema “Señor… que todo vuelva”. El Premio Jalisco lo recibió, en 1952, a los 26 años de edad.


El consejo directivo de la Revista de Literatura y Actualidades “ARQUITRABE”, lo formaban Félix Torres Milanés, Roberto Espinoza Guzmán y J. Trinidad Mora, respectivamente Director, Jefe de Redacción y Administrador. El número 4, correspondiente al 25 de diciembre de 1951, valía 30 centavos; ahí se publicaron los poemas que resultaron triunfadores en los terceros Juegos Florales de Zapotlán, en cuya contienda literaria Juan José Arreola ganó la flor natural, por la “Oda terrenal a Zapotlán el Grande con un canto para José Clemente”; se concedieron dos segundos premios, uno a Cristina Pérez Vizcaíno, por la poesía “A Zapotlán” y el otro a Félix Torres Milanés, por el “Poema de la Esposa y el Tiempo”; mientras que Virginia Arreola obtuvo el Tercer Premio por sus SONETOS.


Roberto Espinoza Guzmán dio a publicar a Esteban Cibrián, director del semanario “Vigía”, los poemas intitulados: “Soneto” y “Adiós”, divulgados el 28 de noviembre de 1951. En “Vigía”, el 16 de diciembre de 1951, se publicó otro SONETO:



Flor de mi corazón contigo brota,

tu mirada en desliz, tenue simiente,

viene fructificando intensamente

y el aire brinda coloreada nota.


Calma tu flor el tiempo que me azota

con su látigo de horas impaciente,

te has nutrido de mí, secas mi fuente,

¡llénala tu presencia, gota a gota!


Tu frágil condición tal vez me aterra:

yergues tu tallo en desolada tierra

y el ánfora de barro que te encierra


puede rodar contigo en su declive,

más si el suspiro fiel te circunscribe,

no temas al morir: ¡con él se sirve!





El 16 de diciembre de 1951, J. Trinidad Mora, anunció en “Vigía” el ingreso de algunos intelectuales de Ciudad Guzmán al Seminario de Cultura Mexicana, incluido Roberto Espinoza Guzmán.


De acuerdo con las facultades concedidas por los titulares del Seminario de Cultura Mexicana que auspicia la Secretaría de Educación Pública y cuya labor ya la conocimos en la visita que hicieron recientemente a esta ciudad, el GRUPO “ARQUITRABE”, en sesión-cena verificada el miércoles 5 del actual [diciembre de 1951], acordó, previo estudio del caso designar a los señores ALFREDO VELASCO, FÉLIX TORRES MILANÉS, J. MANUEL PONCE, JOSÉ LUIS ARIAS G., DR. ROBERTO ESPINOSA GUZMÁN Y PBRO. ANTONIO LÓPEZ C., para socios correspondientes de esa benemérita institución.


Por todos es sabida su preparación intelectual, moral y social y reúnen indiscutiblemente los requisitos necesarios para representar y sostener relaciones con el Seminario de Cultura. La mayoría de los señores mencionados anteriormente cultivan y aman las Bellas Artes y poseen un dinamismo excepcional, por lo que tenemos plena confianza en que desempeñaran dignamente su cometido tan honroso para su patria chica […]”


Tríptico del Tiempo”, es otro poema de Roberto Espinoza Guzmán. Se publicó en el periódico “Vigía”, en Ciudad Guzmán, Jal., el 01 de enero de 1952. En el tríptico III, anota:

_III._


¿Escribir? ¿Para qué? mi verso oscuro,

quebrada nota, nada luciría.

llego a ésta voz en agonía

cuando todo el Tiempo está maduro.


¿Escribir de la rosa? Nada auguro

de limpia novedad en voz tardía.

Todo está dicho ya. Nada labraría

mi desbastada pluma al Tiempo duro.


Su mano enmarañó todas las vías,

vuelcáse en mí raudal de melodías

donde lejanos pies labraron huellas.


Sembré mi voz en surco traicionero:

queriendo recoger flores estrellas,

no pude cosechar ningún lucero.





El 4 de mayo de 1952, el periódico “Vigía” dio a conocer que Roberto Espinoza Guzmán, conquistó el Premio Jalisco:


Merecidas felicitaciones por telégrafo, teléfono, correo y personales ha estado recibiendo el Sr. Dr. Roberto Espinoza Guzmán, de parte de sus amigos y admiradores, por su triunfo obtenido en el Concurso “Premio Jalisco 1952”, que fue creado por el Gobierno del Estado, para incrementar y estimular la cultura.






Hubo premios que se otorgaron a los vencedores en los diferentes géneros de literatura. En la rama de poesía concursaron quince literatos de reconocida fama. El Jurado estuvo integrado por el Dr. Emanuel Palacios, Dr. Elías Nandino y el Sr. José Luis Martínez, de crítica literaria refinada, quienes después de deliberaciones serenas y justas determinaron en pro de nuestro coterráneo el Dr. Roberto Espinosa Guzmán, otorgándole a su obra intitulada “LIRIO DEL VALLE”, el “Premio Jalisco 1952”. La entrega de trofeos a los triunfadores será el 9 [de mayo de 1952] en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara.


VIGÍA” se une al cúmulo de felicitaciones que ha recibido el joven poeta Zapotlense, y le cabe la satisfacción de haber sido precisamente en sus columnas donde apareció la primera composición que dio a la luz pública el Dr. Roberto Espinosa Guzmán en diciembre de 1944. En ella el autor lamenta el momento crucial por el que pasaba la humanidad [con motivo de la Segunda Guerra Mundial) en esta época muy parecida a la presente. A petición de varios de sus admiradores la volvemos a publicar y es la siguiente:


Señor… Que todo vuelva.

Señor de las alturas, no veas hacia tu mundo,

ya no es la misma tierra de amor y de piedad.

¡No doran ya los campos! ¡El trigo es infecundo!

¡Oh, pobre de la tierra sin pan ni navidad!


¡No alegran ya la vista sus gráciles palomas!

Quitaron ya su nido al ver su libertad

cortada por el vuelo de puntos y de comas

que arrojan hierro y fuego, demonios y maldad.


¡No veas hacia tus campos Señor de nuestra suerte!

en esta Noche Buena nada bueno verás:

cadáveres que bailan al ritmo de la muerte,

cadáveres que gimen… ¡Cadáveres nomás!


¡Señor de nuestra[s] almas qué triste Noche Buena!

Los padres sin sus hijos… Los hijos sin su hogar,

hermanos que se matan sufriendo la condena

de no morir tranquilos sin herir o matar.


¡Señor de las Alturas, no hay paz en esta tierra!

Las muchas navidades que transcurrieron ya,

han sido obscurecidas con lágrimas de guerra

que rondan sin descanso de aquí y de más allá.


¡Señor del Universo, aplaca ya la fiesta!

¡que den fruto los campos y fruto de verdad;

que vuelvan los guerreros y encuentren por doquiera

el fuego que calienta la dulce Navidad…


¡Que vuelvan a su nido los nobles pajarillos!

¡Que vuelvan las palomas los cielos a surcar!

¡Que tengan pan de vida los pobres huerfanillos…!

¡SEÑOR, que todo vuelva cual era al empezar…!



El 11 de mayo de 1952, fue publicado en “Vigía” el texto “Primavera Poética”, de Alfredo Velasco:


Refiriéndonos únicamente al último decenio, hay que reconocerle que ha sido afortunado para el arte guzmanense, pues durante él hemos visto que han adquirido notorio desenvolvimiento tres positivos literarios.


Primeramente, fue Juan José Arreola, quien después de haber dado a la publicidad un bello libro de sutiles y significativas prosas, abordó el tema de la poesía con sonetos magistrales y con su elevado y limpio canto a José Clemente Orozco.


Félix Torres Milanés siguió afirmando su talento sobre recelosas mediocridades y densas estulticias.


Toca ahora al Benjamín del Grupo Arquitrabe, A Roberto Espinosa Guzmán, que había permanecido un tanto esquivo a los ajetreos poéticos debido a exigencias de sus estudios profesionales, dar un gran paso hacia la altura con su coruscante serie de sonetos “El Lirio del Valle”, que acaba de obtener clamoroso triunfo al otorgarle al autor el Premio Jalisco, en la rama de poesía. “
[Fragmento]


El 18 de mayo de 1952, se divulgó en “Vigía” el texto “Zapotlán Semillero de Artistas”, firmado por J. Trinidad Mora:


Escribo los presentes renglones, movido únicamente por la inmensa y justificada satisfacción que experimentó mi espíritu, al saber la noticia proporcionada oficialmente por el Departamento Cultural del Estado que el Premio “Jalisco 1952” fue otorgado al joven poeta guzmanense Dr. Roberto Espinoza Guzmán, en el certamen literario anual, creado por el Gobierno del Sr. Lic. González Gallo, para impulsar y estimular la cultura jalisciense en diferentes aspectos.


Este acontecimiento significativo tiene una trascendencia vital para Zapotlán porque viene a comprobar plenamente que esta ciudad es verdaderamente un semillero de artistas; una tierra pródiga y fecunda de intelectualidad que da brillo y prestigio a Jalisco.


En el surco se coloca la simiente y la bondad de la tierra hace la fructificación óptima y abundante verificándose el milagro de cosechar frutos sanos y substanciosos. Así nacieron hijos distinguidos y predilectos que dan brillo, honra y prez al solar que los abrigó con su calor de madre amorosa y buena; así tenemos cantidad de afamados músicos, pintores, poetas, escritores y, en general, literatos que, dispersos por la campiña de la Patria, honran a su terruño ocupando brillantemente lugares distinguidos en el foro de la intelectualidad nacional.


El joven Poeta Guzmanense Dr. Roberto Espinoza Guzmán, con su exquisita sencillez, con su proverbial modestia, con su claro talento y fecunda inspiración poética, está llamado con el devenir del tiempo a ocupar el vacío que dejó el llorado bardo jalisciense que irradia estelas de luminosidad: Dr. Enrique González Martínez, pilar forjador de la moderna poesía mexicana.”


Trayectoria”, es el título de tres sonetos, de Roberto Espinoza Guzmán, publicados en “Vigía”, el 6 de julio de 1952.


_I._

Esta, la tierra nuestra soñolienta

perla herida de sol en la llanura,

roba de nuestro espíritu cordura

y el alma libertar del cuerpo intenta.

campestre floración el aire inventa

y trae hasta el olfato su ventura:

pinares… y rastrojos… y verdura…

y eléctricos efluvios de tormenta.

Después se ven colgar de los balcones

el poniente horizonte, los balsones

que el crepúsculo trajo de la fragua.

Uno se siente un poco más sencillo

y suspira por ser un ojo de agua,

o alguna débil mata de tomillo.



El 7 de diciembre de 1952, en “Vigía”, J. Trinidad Mora, recupera la crítica de Manuel Lerín, respecto a “Lirio del Valle”, publicada en periódico de la capital de la República Mexicana:


El otro libro merecedor del Premio Jalisco 1952 fue LIRIO DEL VALLE, catorce sonetos lo integran y dentro de su brevedad revela cualidades. Esta poesía es transparente. La emotividad no abandona uno solo de los sonetos, lo que no quiere decir que sólo sea esto el atributo del libro. De igual manera, se observa dominio en la forma. Priva el sentimiento amoroso y tres o cuatro poemas hablan del lirio, del tiempo y de esa inquietud que el poeta siente por escribir, precedida de una duda sobre su efectividad. […] En resumen, diremos que esta poesía guarda equilibrio entre la forma y el tema: aquella es natural, sin enredos. LIRIO DEL VALLE es un libro que guarda armonía.”


El Grupo Cultural Arquitrabe se fundó en Ciudad Guzmán en marzo de 1944. En el discurso conmemorativo por el XVII Aniversario, en marzo de 1961, Roberto Espinoza Guzmán, disertó sobre “La Amistad y el Grupo Arquitrabe”. Entonces eran socios activos: Alfredo Velasco Cisneros, Roberto Espinoza Guzmán, Félix Torres Milanés, Othón Berumen, José Luis Gutiérrez, Juan José Elizondo, Arturo Moreno Vera, León Elizondo, Alfonso Camacho, Carlos Páez S., Daniel Quiroz y José Manuel Ponce.


En el opúsculo “Presencia”, órgano del Grupo Arquitrabe, en el invierno de 1961, se incluyó el discurso presentado por Roberto Espinoza Guzmán, a propósito de la amistad, con motivo del XVII aniversario de la fundación:


El hombre malo, dice Platón por boca de su Sócrates: se nos figura que es enemigo de otro hombre y es tanto más malo cuanto más se aproximen entre sí, porque encuentra entonces más facilidad en causarle daño. Es pues, imposible que los seres que dañan y los que están expuestos a sus tiros, puedan jamás hacerse amigos; podrá existir entre ellos una pseudo amistad, unilateral desde luego, y siempre expuesta al interés.


Los hombres buenos son semejantes entre sí, y semejantes a sí mismos, encuentran el gusto por la misma cosa, advierten la belleza en el mismo objeto, intuyen la verdad al unísono.


Los hombres malos no son semejantes ni entre sí, ni en manera alguna pueden ser iguales a su propia imagen algún día, porque son mudables y variables.


En este caso, no puede sorprender que la inconstancia en el ser se traduzca en no parecerse a nada, en un no ser amigo de nada.


El interés es la causa principal de la ruptura de la amistad. La adulación es de los más despreciables y perjudicial para las relaciones amistosas que deben basarse siempre en el culto a la verdad […]”


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