martes, 31 de marzo de 2020

La otra cuarentena








Pedro Vargas Avalos


Vivimos tiempos difíciles. Una pandemia terrible azuela a la tierra entera. Los países más ricos del mundo, contra lo que se pudiera creer, son los más flagelados. Pero de averías ninguno, poderosos o subdesarrollados, se salva, aunque eso sí, los más previsores sortearán la crisis con menores perjuicios.

Una medida indispensable para combatir el contagio del temible coronavirus (covid19), es el aislamiento de las personas y las naciones. Se cierran aeropuertos, fronteras, puertos y muchísimas empresas. Encierros por todos lados. Igualmente, las personas, primordialmente las de la tercera edad, las enfermas, las mujeres embarazadas y todo individuo propenso a padecimientos respiratorios. Por doquiera, las cuarentenas son indispensables y todo mundo lo acepta y aplica.



Coincidentemente, los días de la sana distancia que aplicamos y la cuarentena estricta que se nos aconseja practicar, transcurren dentro del período de la “cuaresma”, que para los mexicanos es el espacio de tiempo entre el miércoles de ceniza y el domingo de Resurrección. Por otra parte, entre nosotros es (o era) común entender por cuarentena, la etapa que deben guardar las mujeres que han dado a luz, por el término de cuarenta días, con el fin de evitarle a la madre y al niño, algún padecimiento.

Estamos ya en la etapa dos del desarrollo de la pandemia del “covid19”, y con tal motivo el gobierno de la república entre otras medidas, recomendó adoptar una rigurosa cuarentena. Y así nos la hemos pasado millones de mexicanos estos días y lo más seguro, es que la previsión proseguirá por varias semanas.

Sin embargo, existe un sentido de la palabra “cuarentena” que muy poco se aplica y menos se considera, y es la siguiente: suspensión del asenso (credibilidad) por algún tiempo a una noticia o hecho, para asegurarse de su certidumbre.


En efecto. Desde medios de comunicación impresos, de internet, televisión y radio, así como afamados comentaristas, salvo honrosas excepciones, se han dedicado con febril satisfacción a criticar las disposiciones que el gobierno federal ha tomado para combatir el coronavirus. En esta inusitada actividad, políticos de oposición, así como los partidos políticos y algunos gobernantes de igual trinchera, se han sumado con tan singular contento, que pareciera refinada orquestación para que el presidente y los suyos fracasen. Son tan miopes, a la par de inadvertidos, que si sucediera ese naufragio, todo México lo padecería.

La comentocracia, (o sea, el círculo de dizque periodistas que analizan, comentan y enjuician sobre política, democracia, economía y gobierno en general) especialmente la que se generó en la capital del país, donde se le cobijó y complació económicamente hasta la impudicia en los regímenes prianistas, y desde luego algunos medios en donde ¿laboran?, ha dejado pálida la prensa que durante el maderismo se dedicó a criticar y hacer mofa del Apóstol de la Democracia, D. Francisco I. Madero.

Claro que debe existir el periodismo crítico, es más, es indispensable. No se puede concebir una democracia robusta sino pervive una opinión independiente, responsable y competente.

Pero, en épocas de lucha sin cuartel contra un enemigo común, como es la pandemia que enluta al mundo y amaga a la nación, a toda actividad debe preceder el sentido de unión, solidaridad y patriotismo. Tratar de socavar las acciones que se dictan para que la sociedad por entero pueda salir adelante, por el solo hecho de ser opositor o considerar antipático al jefe del Estado, es pérfido, soez y lo menos que puede decirse, impolítico.

Momento es entonces, de que se adopte por todos los mexicanos el significado de “cuarentena” que ya explicamos (suspensión del asenso (credibilidad) por algún tiempo a una noticia o hecho, para asegurarse de su certidumbre) y lo apliquemos con serenidad. Ya llegará el turno y las condiciones para juzgar con todo rigor, pero sin perder el sentido de la equidad y la razón, lo que en este tiempo se dictaminó para enfrentar el problema sanitario, incluyendo sus consecuencias económicas y de cualquiera índole que resulten.

Actuemos con tranquilidad y fortaleza de ánimo, que es el mejor camino para que nuestra Patria y sus instituciones venzan toda adversidad. En su momento, que será más pronto que tarde, estemos prestos para reanudar la lid por nuestras ideas, sin renunciar un ápice en la encomienda prioritaria de siempre engrandecer a nuestra comunidad, a nuestro Estado y a nuestra Nación.




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