viernes, 20 de marzo de 2020

El estilo arquitectónico de la pila





A quinientos años de la llegada de los españoles a México. 1519-1521
XIII



Ramón Moreno Rodríguez*


En las entregas anteriores hemos hecho algunos breves comentarios –como no puede ser de otra manera en este tipo de textos divulgativos, no de investigación documental–, de algunas causas que nos llevan a dudar de la honradez intelectual de quienes decidieron exhibir una pila bautismal de la que se dice fue utilizada en 1519 o 1520 para imponer las aguas lustrales a cuatro tlatoanis tlaxcaltecas.



Hemos hecho alusión a las causas históricas, políticas, documentales, sociales y hasta psicológicas que nos llevan a concluir lo que concluimos. Es necesario reiterar que no es posible afirmar a ciencia cierta que aquello es una falsificación, pero todo apunta a que lo es. Ahora haremos unas últimas consideraciones sobre el tema, y tienen que ver éstas con el estilo arquitectónico de dicha fuente.

Entrando en materia, diremos en primer término que, hasta donde alcanzamos, no se ha hecho un estudio estilístico y arquitectónico de los muchos vasos bautismales del siglo XVI mexicano a pesar de que es un tema el arquitectónico– muy estudiado. Se han documentado los edificios eclesiales, los conventos, los claustros, las bóvedas de cañón, las plantas basilicales, las pinturas murales, las columnas, los capiteles, las capillas abiertas, las nervaduras gotizantes, las capillas posas, los arcos de medio punto o los escarzanos; también se han estudiado las bóvedas vaídas o los entablamentos de madera o los ajimeces o los ábsides; incluso, los diversos tipos de escalinatas conventuales también han sido motivo de estudio y reflexión, pero no sabemos de alguna documentación que se haya hecho sobre las pilas bautismales, que ya digo, se conservan muchas. Por ello es que entraremos en un terreno movedizo, pero, de cualquier manera, podemos hacer unas pocas observaciones que nos permitirán reafirmar nuestra hipótesis que, por otro lado, no estamos aferrados a sostenerla si algún documento aparece que nos desmienta.


En segundo lugar, hay que decir que en aquellos años iniciales de la llegada de los españoles (1519-1521) no había tiempo para nada, sino para la guerra y, si no había tiempo para edificar iglesias, menos lo había para labrar pilas bautismales. Veamos un caso. La primera iglesia de la ciudad de México se construyó ente 1525 y 1526; los años previos se daba misa en una improvisada capilla que estaba en el espacio que hoy ocupa la esquina norponiente de Palacio Nacional. En este edificio prehispánico que formaba parte de las llamadas Casas Nuevas de Moctezuma daba misa fray Bartolomé de Olmedo y cuando en 1524 llegaron los primeros doce franciscanos, también oficiaban el culto ahí, hasta que un año después del arribo iniciaron la primera de las fábricas del convento de San Francisco. Si esa primera iglesia edificada exprofeso se construyó en un año (¡la actual catedral se tomó casi 300 años en concluirse!), ya se imaginará el lector el aspecto que tendría, de seguro que era un templo prehispánico hecho de adobes, varas y paja, al que se llamaba iglesia pero que en sentido estricto debió ser un jacalteopan.



Es lógico que así haya sido: no había arquitectos ni alarifes ni albañiles españoles. Por lo tanto, las primeras edificaciones del México colonial eran más indias que españolas. ¿Se imagina el lector que hubiera habido tiempo, ya no digo en 1519, sino en 1525, para hacer una pila bautismal al estilo español? Sin duda, la respuesta es no. Las primeras pilas bautismales que se debieron usar o eran fábricas prehispánicas adaptadas para ese uso o su rusticidad y el no dominio de las técnicas españolas por los lapidarios indios debió producir obras muy lejanas a los conceptos españoles de lo arquitectónico. Este tema (en otros objetos, no en pilas bautismales) ya ha sido muy estudiado. Constantino Reyes Valerio le llama arquitectura indo-cristiana.




En Zapotlán el Grande se conserva una pila bautismal de estas características. Es una fábrica para cristianizar indios, pero hecha con el alma y la cosmovisión de los indios, cuando no, era un objeto destinado a otro uso que se adaptó una vez llegados los franciscanos a esta región. Es un recipiente de piedra volcánica labrado muy rústicamente; recuerda lejanamente por su forma rectangular a una moderna bañera. En cada una de las cuatro esquinas tiene patas del mismo material pétreo en forma de garras de felino. Si este aspecto tuviera la pila de Tlaxcala nos tendríamos que inclinar por creer tal afirmación que la cartela aludida en entregas anteriores anuncia, pero imposible pensar que en 1519 o 1520 unos indios hubieran labrado la pila bautismal que en Tlaxcala se muestra.

Para finalizar, diremos que en un pequeño pueblo del Estado de México (Oxtotícpac) se conserva una pila bautismal muy parecida a la de Tlaxcala y tiene labrada una fecha, 1570. Por ello nos inclinamos a creer que dicha fuente, en el mejor de los casos, debería ser de esta séptima década del siglo XVI y no de fecha tan temprana como 1519 o 1520.





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