miércoles, 2 de noviembre de 2022

Las Brujas


 

 

José Luis Vivar

  

 

Por tradición ancestral al decir brujas viene a la mente la imagen de ancianas horripilantes, que habitan en miserables chozas en medio del bosque, llenas de gatos negros. Además, preparan brebajes, pócimas, filtros y demás bebidas extrañas en un enorme cazo cuyo contenido hierve. Y por si esto fuera poco pueden viajar montadas en una escoba.



La fama de estas desdichadas mujeres que fueron llevadas a la hoguera por la Santa Inquisición sobre todo entre los siglos XV y XVII, prevaleció durante mucho tiempo. Aunque entonces no eran descritas como en el párrafo anterior, sino que algunas eran muy jóvenes e incluso bellas. Las acusaciones por parte del Santo Oficio era que llevaban una vida amoral, cometían actos libidinosos, hacían pactos satánicos; eran capaces de transformarse en todo tipo de seres; y ejercían el mal sobre sus semejantes.


            Con la llegada de los peninsulares a tierras mesoamericanas, las mujeres curanderas de diversas etnias fueron identificadas y señaladas también como brujas. A los conquistadores no se les pudo ocurrir otra idea mejor que acusarlas de hechicería por tener presentes a sus ídolos y utilizar la herbolaria para aliviar dolencias y algunas enfermedades. El razonamiento de los extranjeros era que aquello que no fuera realizado por la gente de razón no podía considerarse bueno.


Fue así como el término bruja se adoptó en los pueblos conquistados. Aunque las actividades de las mujeres locales poco o nada tenían que ver con las del viejo continente. Las leyendas y mitos en torno a ellas las volvieron famosas pasando a convertirse en personajes de la literatura. Como ejemplo están las estampas en los cuentos de los Hermanos Grimm, que causaban terror entre los lectores. 





Con el paso del tiempo se vuelven populares en Latinoamérica, no solo en la ficción sino en la realidad cotidiana, pues las adivinas, las damas que leen las cartas y otras pitonisas se les incluye también con el mismo término y son parte del folclore de los pueblos. En los Estados Unidos la celebración de Halloween obliga usar los disfraces de brujas, mientras que en México en el Día de Muertos brillan por su ausencia.


Aun así, la presencia de las brujas fue algo común entre finales del siglo XIX y principios del XX en poblaciones como los estados de Veracruz y Oaxaca, cuando la fabricación de puros se realizaba en sofocantes galerones, y para que los obreros no se aburrieran, se designaba a un lector que en voz alta daba cuenta de las noticias, o leía obras literarias. Es así como la presencia de las brujas se volvió algo común, pero sobre todo real.





Los avistamientos que los lugareños observan en el cielo o sobre los cerros, luces extrañas que zigzaguean de un lado a otro, se les llama Brujas; hoy se les conoce como OVNIS. Pero para las generaciones anteriores eran esos seres misteriosos que deambulaban sobre sus escobas. Increíble y fantástica descripción en la Cuenca del Papalopan y lugares circunvecinos.


Las expresiones sobre las capacidades de las brujas son variadas: te chupa la vida; te jala las patas; te convierte en piedra; te chamusquea con los ojos; por citar algunas. Curiosamente las brujas permanecen hasta nuestros días; ellas ya vuelan en escobas, pero en cambio siguen seduciendo con sus hechizos y con nuevas apariencias que les brindan la literatura y el cine.




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