jueves, 21 de enero de 2021

Ya no estoy aquí


 

Cine sin Memoria

 

José Luis Vivar

 

Según Guillermo del Toro, una película se vuelve universal cuando es más localista, es decir, cuando retrata los detalles que identifican su lugar de origen, idiosincrasia, cultura y costumbres. Esto desde luego que no es fácil, muchas propuestas fílmicas quedan en el intento, y al equivocar el rumbo se pierden o jamás avanzan como se esperaba.



   Ya no estoy aquí (Fernando Frías de la Parra, 2019), es una de esas cintas que a través de sus imágenes convence al público que su localismo es intenso, por esa razón es que puede ser universal. Solo que no debemos creernos de la facilidad con que se plantea su historia: en las zonas marginadas en las montañas de Monterey vive Ulises, un joven de 17 años que es líder de una pandilla conocida como los Terkos. Su vida transcurre entre la convivencia con su gente y las ocasiones en que bailan cumbia, de la rama musical conocida como Kolombia.


Un día, por un mal entendido con otra banda conocida como los Pelones , se ve obligado a huir hacia los Estados Unidos, concretamente a Queens, en Nueva York, donde enfrentan dificultades a la vez que añora volver a su barrio. Hasta ahí la premisa. Cualquiera pensaría que se trata de una trillada película de superación, donde el joven cambia totalmente y se vuelve exitoso, pero no. Nada es lo que parece.






Ulises, como el legendario personaje de Homero, inicia una odisea a un lugar desconocido. Sus pertenencias son escasas, lo más valioso es un reproductor de música y sus audífonos. Además, no cambia su apariencia -corte de pelo-, ni tampoco su indumentaria -viste como el líder integrante de los Terkos-, y se niega a aprender el inglés, lo que le provoca muchas frustraciones.


Con sus acciones se empeña en lograr que el medio que lo rodea se adapte a él. Esa cerrazón obedece a su rebeldía innata. Si en el barrio no respetaba a la autoridad, ¿Por qué está obligado a hacerlo con sus compañeros de trabajo, y con la policía neoyorkina? Sus problemas en vez de disminuir van en aumento.


            Y en medio de esa confusión, Ulises conoce a Lin, una chica oriental que del asombro pasa a la fascinación por el joven que rompe esquemas en lo estético y en lo social. Su relación los convierte en personajes de la Torre de Babel: no se entienden como debiera ser. Tal vez por esa necesidad comunicativa es que ella adopta expresiones del muchacho y busca en un diccionario para ser más certera.





Pero ni siquiera la chica llega a interesarlo. Aislado del mundo se sumerge en la música, en las cumbias que lo vuelven a las calles con los Terkos. La ciudad de los rascacielos le es indiferente, pero como debe sobrevivir compra una bocina y busca espacios para poner su música y bailar con su estilo. La gente lo mira con curiosidad, algunos le dan dinero, pero otro lo rechazan.


El microcosmos de Ya no estoy aquí refleja una parte de México, del que está olvidado por todos, del que se desprenden, más que bandas, tribus juveniles. No es el país del folclor y los rostros felices, de la música tradicional y demás propaganda de los gobiernos estatales y federales. Es el rostro de niños y jóvenes que a través del baile, su moda y su lenguaje buscan ser libres, hacer acto de presencia y espacio en la sociedad.


Esta película denuncia la miseria, la violencia, en forma sutil. No hace apología de ninguno de estos elementos explotados hasta la saciedad por las series de narcos y películas mexicanas y gringas cargadas de clichés. La fotografía de Damián García es indagadora de lo real, de lo oscuro, del grafiti como identidad. Y demuestra que aun en sitios desolados y paupérrimos, también existe la belleza.


Al final, el retorno de Ulises, no a Ítaca, sino a su barrio, sentencia en unas cuantas secuencias lo que Octavia Paz se refiere en su poema Vuelta: Damos vuelta con las vueltas del tiempo… ( )… y al dar la vuelta descubrimos que ya no es lo mismo: el que regresa es otro y es otro a lo que regresa.


Con varios premios a cuesta, esta película cuyo reparto es de actores no profesionales compite en los Premios Goya en España, y representará a México en los Premios Óscar de este año.

 *Ya no estoy aquí, puede verse en Netflix.




 

 


 

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