lunes, 11 de mayo de 2020

Esas tierras del rincón...







Un momento por favor 



J. Jesús Juárez Martín



En las fiestas patronales del año 2000 conocí la población de la antigua Hacienda del Rincón, invitado por el amigo Profr. Jesús Santiago Casillas Gorgonio, nacido en esta población y avecindado actualmente en ese lugar, en aquel año el Mtro. Santiago, era el director de la legendaria escuela primaria “Manuel Chávez Madrueño”, cuando estaba en el centro de Ciudad Guzmán, en su edificio actualmente quedó la Escuela Municipal de Música “Rubén Fuentes”. Era la penúltima semana de noviembre, hubo misa concelebrada y presidida por el Sr. Obispo de la Diócesis, Don Rafael León Villegas y al finalizar la misa, en la plaza y foro frente al templo se presentó el ballet folclórico de Gómez Farías, dirigido por el Profr.  Gabriel Villalvazo. Los miembros del ballet regional se sentían eufóricos porque recién habían hecho una gira al estado de Texas donde tuvieron algunas presentaciones y fueron tratados muy bien como embajadores de nuestras costumbres y bailables más representativos. Su éxito fue inobjetable.

Era un grupo de jóvenes entusiastas que aceptaban las frases de aliento de un servidor que le proponía a la concurrencia durante la presentación de cada estampa regional en el desarrollo del festival y les aplaudieron largamente después de sus actuaciones, al despedirme se me invitó para la siguiente semana día de la fiesta, día de Cristo Rey, única y singular noche que Cristo Eucaristía recorre la población en las horas que preceden al día de fiesta.

Pasaron los años y por diversas razones regresé en varias ocasiones a esta población, pero fue hasta noviembre del año 2006 en que me di la oportunidad de estar cerca de la devoción y el culto público al Pan de Vida Eterna como en algunas ocasiones las viví cuando niño los Jueves del Corpus Cristi. Fiesta solemne donde el pueblo se reunía para la peregrinación encabezada por autoridades religiosas de la comunidad a quienes se unían los principales, los políticos y el pueblo en general entre rezos y cantos proclamando: “Cielos y tierra, bendecid al Señor. Honor y Gloria a Ti, Dios del amor”.




Cantos centenarios, fue la primera impresión en aquella fresca noche, cantos de alabanza, convertidos en 1926 a 1929 durante la Cristiada en grito de lucha y lema de vida. ¡Qué viva mi Cristo! ¡Que viva mi rey! Avanzamos a cada uno de los altares y luego de la bendición con el Santísimo, las explosiones de una gruesa de cohetes luces, bombas que iluminaban la noche y bañaban de colores las distintas calles, ahogando por momentos el redoble de los tambores y el toque de las cornetas de la magnífica banda de guerra. La explosión más significativa siempre será la del ánimo personal ante la fe arraigada de nuestro pueblo.

Posteriormente el Viernes Santo del año 2007, las calles del Rincón limpias y frescas porque se han regado están aseadas con esmero, las familias se preparan para vivir el paso de Jesús en su aprehensión camino al Pretorio, con Anás, Caifás, Herodes, Pilatos, azotes, condena, crucifixión y su muerte. Allá en lo alto y afuera de la población en medio Gestas y Dimas. El escarnio y su muerte fueron el espectáculo vergonzante, sin embargo, así debería ocurrir para que la falta fuera redimida por semejante Salvador. 

No hay duda, el teatro con las personificaciones del viacrucis son el significante de una realidad que no alcanzamos a asimilar en la comprensión del amor de Dios a su pueblo. La misión de los actores y organizadores, además de reverencia a la vida y muerte de Jesucristo, lleva el sello de libertad en la participación y eso se entiende en la solución de dificultades, costos, sacrificios, trabajos que implican la representación, para hacer las cosas mejor y sean una demostración de íntima creencia religiosa.

Su mensaje didáctico, son la enseñanza de lo que nuestros actuales niños y jóvenes se niegan estudiar y así, tal vez dejen en sus mentes la dimensión del misterio de la muerte de Cristo por amor a la humanidad. Donde la sola palabra para asimilar, no fue suficiente. Felicidades a los actores, organizadores y población del Rincón que nos regalaron un testimonio de su fe.   

Ahora en este alejamiento solicitado por nuestras autoridades en plena Epidemia del COVID 19 en nuestro país, de algunos apuntes de aquel entonces pude rescatar esta reseña de los eventos descritos teniendo como escenario La Hacienda del Rincón, localidad de Zapotiltic que añora sus Fiestas Patronales por la suspensión, no por falta de fe, simplemente se aplaza para mejor ocasión donde podamos concurrir a dar testimonio de lealtad en compañía de los amigos y conocidos. Saludos amigos.


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