miércoles, 11 de abril de 2018

El valor de la palabra




>Un momento por favor

J. Jesús Juárez Martín




Hace mucho tiempo,  sesenta,  más años, en la prehistoria, tiempo cada vez más lejano, entonces afrontábamos los compromisos mediante la “palabra de hombre” y en sus casos, “palabra de mujer”, para demostrar que ya teníamos la capacidad de obligarnos, responsabilizarnos de hechos, promesas, compras, trabajo, lealtad en la amistad, y hasta el voluptuoso e inestable amor; bastaba fundamentar la aceptación mutua con quiénes nos obligábamos para establecerse promesas obligatorias, conductuales, laborales, sociales... era frecuente que lo sellábamos con un “palabra de hombre y chinchín cunchán, al que se raje”; norma no escrita que debería ser más vigente actualmente en la vida y recta conducta, ahora que hay más expresiones de libertad, semejante a la formación de muchas personas que abrevaron de esta moral consuetudinaria.

Al cumplir fortalecíamos la solvencia entre el grupo en que convivíamos, la autoestima a “la palabra”, entendida como expresión generadora de derechos y obligaciones porque así se deseaba, era la forma ordinaria de tratarnos en los grupos sociales, creo que aún prevalece en los aspectos prácticos sociales, con más relajamientos; no siempre se hacen documentos en la vida cotidiana en compromisos.

El aprendizaje social de servir, respetar tiene convenios declarados y tácitos de cumplimiento en los roles y reglas no escritas, de ordinario funcionan en la convivencia social, sencilla, familiar y cotidiana. “La palabra”, para asuntos de más formales que juzgamos de mayor importancia, se pide el documento con “la palabra escrita” una forma indubitable y de acuerdos más complejos. Ambas formas, la palabra oral o escrita tienen fórmulas con intención de obligatoriedad.

De ahí que mal entienda con claridad el “por qué”, quienes tienen una responsabilidad política de atención por tiempo determinado, olímpicamente desconocen la vigencia de temporalidad de donde emanó su autoridad y simplemente renuncian y sigue su aventura política. Hace casi tres años acudimos a elecciones, federales, estatales y municipales; calificadas como “fiesta de la democracia”, recuerdo los rostros de felicidad redondos por haberse ganado una curul, ser parte del H. Ayuntamiento, claro porque los electores les habían dado su confianza; la fidelidad a los votantes y su lealtad a las instituciones estaban selladas, después cuando se autocalificaron los susodichos y se dieron notas sobresaliente consideraron que ellos eran para más altas y mejores expectativas, mejores gratificaciones; sin llegar al término de gestión gubernativa, dan por terminada la obligatoriedad mediante una licencia tramitada y aceptada de quiénes no los eligieron.

La vocación patriótica el celo contundente por el servicio público, les impulsó a dejar sus proyectos cercanos a culminarse. Algunos pretenden quedar cercanos en jurisdicciones concurrentes y esperan afianzar sus servicios desde otra instancia...
 La otorgada licencia de separación de sus responsabilidades a quienes habían servido, los liberó.

¿Conoce usted la cantidad de permisos que se solicitaron en el H. Ayuntamiento, en los pasados días? Tenga en cuenta que son diecisiete miembros del H. Ayuntamiento Zapotlense, diecisiete regidores, incluyendo los de connotación heráldica: Síndico, Secretario general y Presidente, porque en las democracias, también hay niveles pues...

Se comenta la situación, se hace conciencia de que existe un escape seguro a una promesa que se protestó cumplirse ante la ley. El comentario es porque hay visibles y numerosos cambios; nada nuevo. Según la elección de los interesados ya con licencia, pretenden servir al pueblo en el futuro, corregir errores de administraciones anteriores, proyectar programas de trabajo para gestionar el progreso... lo cierto es que, por uno, no es la mitad de los regidores que pidieron licencia y ya no están, aunque alguno prometió regresar.

Cuando tengamos los resultados electorales en julio, tal vez el nuevo Gobernador, y el Presidente Constitucional sean de nuevos partidos políticos, aunque sus trayectorias se iniciaron en  el descontento partidario y su capital electoral se fundamente en la falta de confianza a la partidocracia de los históricos institutos políticos.

Lo que queda a nosotros ciudadanos, es seguir analizando las propuestas factibles y desechar las inviables propuestas electorales, porque correcciones se pueden hacer sobre la marcha y no necesariamente borrón de proyectos útiles, hechos positivos, conductas institucionalizadas; cuando sea necesario; adelante, pero tal vez algunos procesos funcionen. Ahí el sentido político y la lealtad al pueblo se pondrán a prueba.  Yo: “Juan pueblo” disculpo el “chinchun chan a los que se fueron” y deseo éxito en el servicio público por el bien de México... si las elecciones los ameritan.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Popular Posts