miércoles, 18 de abril de 2018

Gasto…y luego existo






Samuel Gómez Patiño


La semana pasada disertábamos sobre la importancia de conocer la diferencia entre invertir y gastar. Comentaba que, por lo general los pequeños empresarios no alcanzan a definir estos conceptos y por lo tanto tienen problemas financieros. En ocasiones anteriores hemos escrito sobre las funciones de la empresa como son la administración del capital humano, la utilización correcta de los dineros, los estudios de mercado y conocimiento de las necesidades de los consumidores para ofrecerles los satisfactores adecuados además de establecer los métodos adecuados de producción de bienes y servicios y, a la vez hemos dicho que ninguno es más importante que otro.

             ¿Alguna vez has intentado armar un lío con tu linda mamá, preguntándole enfrente de tus hermanos a quien quiere más? Te cuento esta pequeña historia (juro que yo no fui):

             Precisamente le preguntaron a una linda mamá a cuál de sus hijos quería más y ella haciendo gala de gran sabiduría le pregunta a su hijo:

Si tuvieras que desprenderte de uno de los dedos de tu mano, ¿Cuál elegirías?

A todos mis hijos los quiero igual-contesto la mamá- pero es indiscutible que hay momentos en que debo ponerle más atención a unos sobre los otros, ya sea porque este enfermo, tenga algún problema o simplemente necesita mi atención.

             Cuando una empresa se declara en bancarrota, no dice quebró el departamento de finanzas o el de mercadotecnia, fracasa toda la empresa, tal como le acaba de suceder a la tienda departamental de juguetes Toys “R” Us, que en esta caso es una combinación de problemas financieros (un gran endeudamiento) y la falta de visión de competir en los nuevos modelos del E-Commerce.

             Por lo general, el comportamiento humano es igual en lo personal como en la empresa, si los directivos no son cuidadosos en su vida personal con sus gastos va a ser difícil hacerlo de manera adecuada en la organización.

             Hace tiempo observaba a un restaurante de una cadena de Pizzas y, me llamaba la atención cuando pasaba enfrente de este negocio que fuera de su establecimiento estaban 25 motocicletas estacionadas. Por lo general, estos negocios tienden a vender más a domicilio por lo que sus estrategias se establecen a los recursos disponibles, como es la capacidad de producción y de distribución.

             Se debe establecer el radio de acción que les permita llegar a un domicilio con la pizza todavía caliente (ya no es importante llegar antes de los 30 minutos, sino que el cliente pueda consumir el producto en su punto), por lo tanto se realizan análisis para que el tiempo de solicitud y entrega les permita cumplir con la calidad deseada. Lo curioso de este ejemplo, es que es difícil que contrates más de dos repartidores y, por lo tanto necesitas 2 vehículos por lo que tener 25 estacionadas fuera del establecimiento siempre me pareció exagerado. Es cierto, lo podemos ver como inversión, pero solo si producen ganancias y en este caso la mayoría de ellas se convierten en un gasto, porque su mantenimiento y espacio erogan dinero.

            A veces somos compulsivos para comprar, por ejemplo los ludópatas (adictos a los juegos de azar) que son capaces de perder su dinero y prácticamente vivir en los casinos. Los que coleccionan objetos, cartas de jugadores de béisbol, automóviles o simplemente los acumuladores que llenan sus casas de basura. Me parece que todos tenemos un poco de esta locura, por eso es importante educarnos desde pequeños a reconocer que es un gasto y que un desperdicio.

             En la empresa debemos ser profesionales, por lo tanto, debemos aprender a presupuestar para planear de manera correcta el uso de los dineros; los gastos al final de cuentas son inevitables, pero no por eso vamos a malgastar los recursos. Por ejemplo, platicábamos que el pago de nómina debemos considerarlo como una inversión, les pagamos a los empleados por el servicio prestado a la empresa, pero ¿Qué pasa cuando tienes empleados de más?

             Capacitar a los empleados, no es un gasto. Inviertes en tener personal calificado, que pueda prestar mejor sus servicios, resolver problemas e inclusive innovar dentro de la organización, pero todo depende de que se haga en verdaderos talleres que enfoquen la necesidad de los empleados y se alineen con la misión y visión de la empresa.

             No es malo darse sus gustos, como comprar un helado, salir a comer a un restaurante o comprarse un disco de tu autor favorito, lo malo es comprarlo todos los días en detrimento de nuestra salud y en algunos casos de nuestro bolsillo.

            La próxima semana, “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino.

             Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California

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