jueves, 22 de diciembre de 2016

Magallanes

ENHART






José Luis Vivar


Da gusto que de vez en cuando la cartelera presente películas que no sean de manufactura hollywoodense. Aunque no debemos olvidar que esos títulos garantizan una audiencia, algo que no siempre sucede con las producciones nacionales o, como en este caso, que se trata de una coproducción Perú-España-Colombia.

Magallanes (Salvador del Solar, 2015), no se trata de una biopic del conquistador español, sino es una historia en la capital Limeña en la actualidad. Y el nombre que da título a la cinta es un ex soldado (un magnífico Damián Alcázar), que divide su existencia como chofer del Coronel (Federico Luppi), quien es víctima de demencia senil, y manejar un taxi.

Su rutinaria existencia es más que somnolienta. Es una víctima más de la crisis social y económica del país andino y no tiene mayores ambiciones que sacar lo del día para disfrutarla con sus amigos y darle mantenimiento a su vehículo.

Un día, recoge a una joven indígena y la lleva a donde ella le indica. El espejo retrovisor se convierte en el vehículo para que Magallanes recuerde, aunque esos recuerdos son dolorosos porque le hacen ver los errores que cometió décadas atrás cuando el ejército del Perú lanzó una cruzada contra el grupo terrorista Sendero Luminoso. El nombre de aquella muchacha es Celina (Magaly Solier)

Los remordimientos, y más que nada los sentimientos de culpa invaden a Magallanes y le hacen tomar una decisión que lo hará revivir en carne propia su participación como. Por las escenas en Flash Back nos enteramos que él mismo le entregaba a Celina con el Coronel para que éste abusara de ella.

Los líos en que Magallanes se mete son demasiados. Pretende enmendar su pasado, y de paso resanar las heridas de la muchacha. Sabe que fue un error muy grande el que cometió y por eso tiene que hacer algo que verdad afecte a los culpables: sus antiguos compañeros de armas, y de paso con el hijo del Coronel (Christian Meier), a quien secuestra y hacer ver su suerte.

Pero en esta cruzada Magallanes no quiere hacerla en solitario, y comete un error al involucrar a Milton (Bruno Odar), otro ex combatiente que con más saña que justicia echa a perder los planes originales del ex soldado. Lo que debía ser un acto de justicia toma otro rumbo y la reacción de los ofendidos es más fuerte de lo que ellos se imaginan.

Es de resaltar que las intenciones de Magallanes conmueven, al grado que el espectador siente empatía por todo lo que hace en favor de Celina. Por desgracia ella no piensa igual, ella tiene otro modo de ver las cosas y al mundo que tanto le afectó a ella y a su gente: los campesinos, hombres, mujeres y niños que fueron víctimas de las hordas de militares que abusaron y asesinaron.

Más que una cinta de crítica social a una época que marcó al Perú, la película es un retrato mínimo de las consecuencias –llámese cicatrices-, que dejó esa guerra contra Sendero Luminoso. La forma de proceder contra quienes secuestraban, mataban y mutilaban seres humanos y animales, encabezados por su líder Abimael Guzmán, durante los años 80 y 90 del siglo pasado, en muchas ocasiones eran una repetición sistemática, en donde no siempre eran los criminales quienes sufrían esos despiadados ataques. El personaje de Celina, simbólicamente representa a una de esas personas inocentes. 


Como ópera prima de Salvador del Solar, Magallanes es una buena opción para conocer algo de esa triste historia del Perú, y para reconocer uno de los mejores trabajos actorales de Damián Alcázar. 

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