domingo, 9 de octubre de 2022

El brazo robot que pinta como Andy Warhol


 

La Vida Continúa

 

José Luis Vivar

 

 

En los últimos años el uso de los brazos robóticos, han sido de gran ayuda en diversos sectores de producción en campos laborales de la ciencia y la industria. Los componentes de sensores especializados permiten ejecutar funciones con absoluta precisión en menor tiempo. Destaca la coordinación que engloba la muñeca con las articulaciones. Asimismo, están fabricados de acero, titanio, fibra de carbono y aluminio.




          



  En algunos países la popularidad de estos artefactos se multiplica cada día, porque ofrecen calidad, reducen los costos y aumentan la producción, aunque sustituyendo toda presencia humana. Esto desde luego que ha provocado protestas, pero la presencia de los brazos robóticos —cada vez con mayores cualidades—, es algo que llegó para quedarse.


            En octubre del año pasado, el grupo artístico estadounidense MSCHF (mischief, en inglés, traducido como Travesura) decidió comprar el dibujo Fairies (Hadas, 1954) del desaparecido artista Andy Warhol, en 20 mil dólares. Dicha obra en vez de ser sorteada entre los miembros del colectivo fue utilizada para hacer una serie de copias, pero no a mano, sino mediante tecnología digital y un brazo robótico. Desde el primer momento la intención fue crear las delineaciones exactas del autor.


            Lo interesante del asunto fue que no se limitaron a crear una solo copia, sino ¡novecientas noventa y nueve! Las cuales envejecieron artificialmente exponiéndolas a la luz, la humedad y el calor, para que adquirieran la misma naturaleza que la imagen original. El resultado final fue no se hallaron ninguna diferencia y todas parecían haber sido dibujadas al mismo tiempo.





Después el grupo anunció al público que estaban a la venta en 250 dólares cada una, con la novedad de que habían decidido incluir de forma deliberada el original entre las copias, para que de manera azarosa cualquiera de esas mil pudiera llegar a un afortunado comprador. Y como se trata de algo serio, al adquirir una pieza de arte, el cliente obtendría dos certificados de autenticidad: el de la galería Hamilton-Selway, y del colectivo MSCHF.


            Según sus mismos creadores al observar las imágenes resultaba sumamente difícil encontrar las diferencias entre la pieza original y sus imitaciones. Tal es la calidad del brazo robótico que logró plasmar no solo las líneas sino el temperamento del pulso de Warhol —entonces de 26 años—, al momento de plasmar cada trazo de esas hadas.


Aunque la intención de este colectivo fue demostrar lo sobrevalorado que está el mundo del arte, y que una duplicidad es destrucción, pero al mismo tiempo creación contemporánea, deja abierta la posibilidad para grupos dedicados a la falsificación y todo lo que ello implique.





Obras de Picasso, Monet, Dalí, o tal vez algún Tamayo, Botero, o incluso alguno de los dibujos de Cuevas, entre otros tantos, podrían ser duplicados con esa perfección que se obtiene a través de la utilización de los brazos robóticos, los cuales también son utilizados para crear obras pictóricas, como el que desde el 2016 se exhibe en el Museo Guggenheim.


Lo que se hizo con Fairies fue realmente una travesura empleando una invención tecnológica tan importante y valiosa en la sociedad. Al final de cuentas, aun con todas las buenas intenciones del colectivo MISCHF fue solo obtener sus quince minutos de fama, como alguna vez sentenciara Andy Warhol. 




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