jueves, 21 de julio de 2022

Encuentro AMLO-Biden


 

Guadalupe Valle Chávez

 


La visita del pasado 12 de julio, del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a su homólogo, Joe Biden, presidente de los Estados Unidos (EE. UU.) pretendió ser una reunión importantísima para ambos países, especialmente para México, al tratarse de asuntos relacionados con la migración, con los paisanos radicados en aquel país y con temas de comercio, economía y seguridad.



Eran muchas las expectativas, a pesar de los diferendos marcados por la inasistencia del presidente de México a la Cumbre de las Américas, que se llevó a cabo el pasado mes de junio y las declaraciones que López Obrador ha hecho.


No obstante, la reunión entre ambos mandatarios se realizó y en ella López Obrador expresó sus planteamientos y peticiones al presidente de Estados Unidos, entre los que destacan los siguientes: la posición de México de garantizar y duplicar el abasto de gasolina para que más estadounidenses puedan cargar gasolina en la frontera; poner a disposición de EU más de mil kilómetros de gasoductos en la frontera sur con México para transportar gas de Texas a Nuevo México, Arizona y California; propuso se suspenda la aplicación de aranceles a ciertos productos, de acuerdo con el T-MEC; iniciar un plan de inversión privada y pública entre ambas naciones para producir bienes que fortalezcan los mercados y, finalmente, poner orden al flujo migratorio y permitir la llegada a EE. UU. de obreros, técnicos y profesionales de distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos, con visas temporales de trabajo, para asegurar que no se paralice la economía por falta de mano de obra. Asimismo, regularizar y dar certidumbre a migrantes que desde hace varios años trabajan honradamente en EE. UU.





Esta reunión puso en evidencia la errática política exterior del Gobierno mexicano, la poca importancia que Biden le otorga a dicha visita, pasó casi desapercibido el hecho en los medios de comunicación de aquel país; además, a juicio de varios analistas mexicanos se nota la falta de oficio del ejecutivo en política exterior, otra vez hacemos el ridículo, ofreciendo nuestros recursos energéticos y pidiendo un acuerdo migratorio que sabemos que no será posible. Otra vez la demagogia, la política rastrera y miope del presidente.


El problema migratorio, los temas de economía y comercio, así como los problemas de seguridad, entre otros, son temas que importan mucho a los mexicanos y a toda Latinoamérica; además, la economía mexicana depende en un alto porcentaje de la economía norteamericana.


La reciente tragedia del tráiler de la muerte en San Antonio, Texas, nos dice a las claras la urgente necesidad de un acuerdo migratorio que le de salida a este grave problema, que ha sido deliberadamente manipulado a conveniencia de los vecinos del norte.

Es de risa la postura de López Obrador ofreciendo a los estadounidenses acceso a nuestro país en la frontera para que puedan consumir gasolina barata, ofreciendo los gasoductos del país y clamando por un acuerdo migratorio, mientras que Biden responde con displicencia que tengamos paciencia.





El presidente regresó de Estados Unidos con las manos vacías, sin compromisos serios que incidan ni en la maltrecha economía mexicana, recordar que según informó el INEGI en junio alcanzamos el 7.99 por ciento de inflación, la más alta en 21 años, ni en el problema de la migración, ni en el problema de seguridad, ni en ningún otro problema de los muchos que aquejan a nuestra patria y, si, por el contrario, el presidente se comprometió a invertir 1,500 millones de dólares en infraestructura fronteriza.


La relación de México con Estados Unidos (EE. UU.), es una relación de servidumbre, no puede ser otra, mientras nuestra economía no se desarrolle con independencia, mientras no se fortalezca y se nos impongan tratados comerciales como el T-MEC, en condiciones desiguales y ventajosas para los vecinos del norte, nuestra economía seguirá dependiendo de la economía estadounidense y, por tanto, no habrá un acuerdo migratorio justo.


Los trabajadores de México y del mundo entero deben saber que son ellos los que generan la riqueza, los que han labrado la fortuna de los grandes capitales y de la entronización de economías tan fuertes como la de EE. UU. que pretende gobernar el mundo entero, imponer su modelo económico, un modelo que ha demostrado ser de lo más rapaz y sanguinario, inhumano y cruel, que no le importa la vida de los mexicanos, sino sólo las ganancias que percibe por el trabajo no pagado a estos. En consecuencia, un verdadero acuerdo migratorio congruente con las necesidades de la clase trabajadora sólo será posible cuando está se organice y luche por defender sus intereses. Chávez, Dirigente del Movimiento Antorchista en el sur de Jalisco.





La visita del pasado 12 de julio, del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a su homólogo, Joe Biden, presidente de los Estados Unidos (EE. UU.) pretendió ser una reunión importantísima para ambos países, especialmente para México, al tratarse de asuntos relacionados con la migración, con los paisanos radicados en aquel país y con temas de comercio, economía y seguridad.


Eran muchas las expectativas, a pesar de los diferendos marcados por la inasistencia del presidente de México a la Cumbre de las Américas, que se llevó a cabo el pasado mes de junio y las declaraciones que López Obrador ha hecho.


No obstante, la reunión entre ambos mandatarios se realizó y en ella López Obrador expresó sus planteamientos y peticiones al presidente de Estados Unidos, entre los que destacan los siguientes: la posición de México de garantizar y duplicar el abasto de gasolina para que más estadounidenses puedan cargar gasolina en la frontera; poner a disposición de EU más de mil kilómetros de gasoductos en la frontera sur con México para transportar gas de Texas a Nuevo México, Arizona y California; propuso se suspenda la aplicación de aranceles a ciertos productos, de acuerdo con el T-MEC; iniciar un plan de inversión privada y pública entre ambas naciones para producir bienes que fortalezcan los mercados y, finalmente, poner orden al flujo migratorio y permitir la llegada a EE. UU. de obreros, técnicos y profesionales de distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos, con visas temporales de trabajo, para asegurar que no se paralice la economía por falta de mano de obra. Asimismo, regularizar y dar certidumbre a migrantes que desde hace varios años trabajan honradamente en EE. UU.


Esta reunión puso en evidencia la errática política exterior del Gobierno mexicano, la poca importancia que Biden le otorga a dicha visita, pasó casi desapercibido el hecho en los medios de comunicación de aquel país; además, a juicio de varios analistas mexicanos se nota la falta de oficio del ejecutivo en política exterior, otra vez hacemos el ridículo, ofreciendo nuestros recursos energéticos y pidiendo un acuerdo migratorio que sabemos que no será posible. Otra vez la demagogia, la política rastrera y miope del presidente.


El problema migratorio, los temas de economía y comercio, así como los problemas de seguridad, entre otros, son temas que importan mucho a los mexicanos y a toda Latinoamérica; además, la economía mexicana depende en un alto porcentaje de la economía norteamericana.





La reciente tragedia del tráiler de la muerte en San Antonio, Texas, nos dice a las claras la urgente necesidad de un acuerdo migratorio que le de salida a este grave problema, que ha sido deliberadamente manipulado a conveniencia de los vecinos del norte.


Es de risa la postura de López Obrador ofreciendo a los estadounidenses acceso a nuestro país en la frontera para que puedan consumir gasolina barata, ofreciendo los gasoductos del país y clamando por un acuerdo migratorio, mientras que Biden responde con displicencia que tengamos paciencia.

El presidente regresó de Estados Unidos con las manos vacías, sin compromisos serios que incidan ni en la maltrecha economía mexicana, recordar que según informó el INEGI en junio alcanzamos el 7.99 por ciento de inflación, la más alta en 21 años, ni en el problema de la migración, ni en el problema de seguridad, ni en ningún otro problema de los muchos que aquejan a nuestra patria y, si, por el contrario, el presidente se comprometió a invertir 1,500 millones de dólares en infraestructura fronteriza.


La relación de México con Estados Unidos (EE. UU.), es una relación de servidumbre, no puede ser otra, mientras nuestra economía no se desarrolle con independencia, mientras no se fortalezca y se nos impongan tratados comerciales como el T-MEC, en condiciones desiguales y ventajosas para los vecinos del norte, nuestra economía seguirá dependiendo de la economía estadounidense y, por tanto, no habrá un acuerdo migratorio justo.


Los trabajadores de México y del mundo entero deben saber que son ellos los que generan la riqueza, los que han labrado la fortuna de los grandes capitales y de la entronización de economías tan fuertes como la de EE. UU. que pretende gobernar el mundo entero, imponer su modelo económico, un modelo que ha demostrado ser de lo más rapaz y sanguinario, inhumano y cruel, que no le importa la vida de los mexicanos, sino sólo las ganancias que percibe por el trabajo no pagado a estos. En consecuencia, un verdadero acuerdo migratorio congruente con las necesidades de la clase trabajadora sólo será posible cuando está se organice y luche por defender sus intereses.




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