viernes, 17 de marzo de 2017

Zapotlán, Rolón y Jiménez




Jorge Mauricio Barajas Pérez.


José Paulino de la Cruz Rolón Alcaraz nació el 22 de junio de 1876, en Zapotlán el Grande. Hijo único del músico Feliciano Rolón y doña Eduviges Alcaraz, sus padres dueños del rancho “La Fortuna” cerca de la laguna, eran humildes y trabajadores. Feliciano Rolón fue músico, la editorial Wagner y Levien de la ciudad de Guadalajara, en la famosa y popular antigua calle de San Francisco, hoy avenida 16 de septiembre, le publicó al menos una docena de sus piezas y famosa es la anécdota, en que a caballo, padre e hijo hicieron la travesía a Cd. De México en 1890 para poder escuchar a Pablo de Sarasate y Eugenio D’Albert.


Guillermo Jiménez nació en Zapotlán el Grande el 9 de marzo de 1891, aprendió a leer en la enorme biblioteca de su abuelo, en la esquina suroriente de las antiguas calles de Artes y San Antonio, hoy José Rolón y Federico del Toro respectivamente. Cursó la primaria en la escuela de la Parroquia y más tarde en Guadalajara con los maristas de la Inmaculada Concepción.

Músico el primero, escritor y diplomático el segundo, sus vidas corrieron paralelas. Rolón inicia sus estudios musicales con Arnulfo Cárdenas el organista de la Parroquia de Zapotlán, en 1892 y tras la muerte de su maestro, ingresa al Seminario de San José de Zapotlán a donde más tarde ingresaría el joven Guillermo Jiménez, hijo único como Rolón. Tras dos años en el Seminario el joven Rolón fue enviado a Guadalajara a estudiar con el maestro Francisco Godínez, ese sería un acontecimiento crucial en su vida, regresaría a Zapotlán en 1895, Ricardo Miranda en su biografía sobre el músico nos dice “que fue el canto de las sirenas” el que hizo que Rolón regresara a su pueblo y formalizara su noviazgo con Mercedes Villalvazo con quien se casaría en 1898. En 1900 y tras la muerte de su esposa posterior a su segundo parto Rolón deja su pueblo definitivamente a los 24 años de edad, pero lleva en su memoria y en su corazón los sonidos, los olores y las sensaciones del valle, la laguna y su volcán.

A los 22 años, pero en 1913, Jiménez ingresa a trabajar en el Servicio Postal como meritorio. Durante la visita a Zapotlán el Grande del Presidente Venustiano Carranza, es el joven Guillermo quien realiza el discurso de bienvenida, ahí le solicita apoyo al Presidente para continuar sus estudios. Viaja a Guadalajara continuando trabajando  en el Servicio Postal. Más tarde iría a Cd. de México e ingresa al Servicio Exterior de donde sería un importante diplomático. Viaja a España a los 29 años como canciller en Madrid, el Embajador es Don Alfonso Reyes, el Secretario don Artemio de Valle Arizpe. Escritor desde sus años mozos en su pueblo natal, colabora en diarios y revistas en Guadalajara mientras escribe sus primeros libros.

Zapotlán, el Zapotlán de finales del siglo XIX va en los recuerdos de estos dos grandes hombres. Cada uno forja su vida personal. Literaria y diplomática una, musical la otra. Rolón viaja a París a tomar clases de composición con Paul Dukas, aún cuando ya gozaba de un gran renombre a nivel nacional. Fundador de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, génesis de la actual Orquesta Filarmónica de Jalisco, es en Europa donde finaliza  “Zapotlán 1895, suite sinfónica”. Es esta obra la que muestra a un Rolón romántico. Recordemos que 1895 fue el año en que conoció a Mercedes la que sería su esposa y el amor de su vida. Se ha escrito que fue posterior a la lectura de la novela “Zapotlán” de Guillermo Jiménez que el Maestro Rolón dio por terminada también su obra sinfónica, esto no es correcto. José Rolón tenía su poema sinfónico esbozado y fue en París en donde finalmente la terminó, de hecho fue revisada por su maestro Dukas. La  novela de Guillermo Jiménez fue publicada en 1931, el Poema Sinfónico en 1929. Sobre su obra Rolón dijo: “la escritura de Zapotlán, es la evocación constante de mi rancho y mi pueblo jaliscienses, me obligue a repetir lo propio y lo cercano, en vez de lo lejano y ajeno”.

Ricardo Miranda nos dice:

 “La obra que mejor muestra cómo Rolón fue un compositor de raigambre romántica es su poema sinfónico Zapotlán, 1895. Obra escrita en tres movimientos. El primero, denominado Campestre, se postula como una evocación sonora del entorno mágico de su lugar de nacimiento: la laguna, las garzas, las nieves en lontananza…en el segundo movimiento Rolón se ocupa de los intrínseco de la vida; es decir, del amor tal y como se manifiesta típicamente en un gallo o serenata al que dio el exacto titulo de Gallo romántico. El movimiento es descriptivo hasta el límite, los pasos de los músicos por las calles oscuras del pueblo, sus traspiés y el sonido destemplado de quienes afinan y calientan, incluso la típica revisión de las cuerdas al aire de la guitarra, todo queda irónica y puntualmente plasmado. Enseguida resuena orquestada de manera esplendida la canción tradicional favorita del músico, “ingrata porque me abandonaste…” La audición de este fragmento no puede dejar impávido a ningún escucha, ya por la emotividad lograda, ya por el atinado retrato escénico musical que Rolón alcanzó en este movimiento. Remata la obra el tercer movimiento llamado Fiesta cuya escritura es, propiamente, la primera ocasión en que el mariachi resonó desde la orquesta sinfónica. Pero a diferencia de lo que haría (Blas) Galindo años después con Sones del mariachi escrita como pieza para turistas neoyorquinos en 1940, Rolón en cambio impregnó su visión sinfónica de los sones del mariachi con un ejercicio armónico audaz y con un respeto obsesivo de la rítmica y los acentos, es por esto que Zapotlán es la gran obra nacionalista y romántica de Rolón”.

El estreno de la Suite Sinfónica sería en Guadalajara, Guillermo Jiménez continuaría en Europa desempeñando diferentes cargos diplomáticos y escribiendo, hasta llegar a ser Ministro Plenipotenciario en Viena,  Austria durante 1950 a 1953. Recibiría infinidad de condecoraciones por su desempeño en el Servicio Exterior Mexicano, su novela Zapotlán evocaría como en el caso de Rolón, a su pueblo a finales del siglo XIX, sus calles, sus capillas, sus gentes, sus tradiciones y sus fiestas. Rolón y Jiménez eternizarían en sus obras al pueblo que los vio nacer. La obra de Jiménez está siendo revalorada en la actualidad, ediciones nuevas de su novela han sido editadas, mientras tanto la Orquesta Filarmónica de Jalisco heredera en su fundación del Maestro José Rolón tiene años sin interpretar el “Zapotlán, 1895”.

Sirva de recordatorio para pedir a la Dirección de Cultura de nuestro pueblo, la solicitud para la interpretación de nuevo de esta extraordinaria pieza, y quizá poder volver a escuchar la “Cantata Zapotlán” del Mtro. Antonio Navarro que pudimos oír en su estreno mundial hace casi cuatro años  en la Iglesia Catedral de Zapotlán y que nunca más volvió a interpretarse.


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