martes, 20 de septiembre de 2022

Los informes de presidentes municipales: ritos y pretensiones

 


 

Pedro Vargas Avalos

  

Por estos días de septiembre, el mes de la Patria, la primera quincena está plagada de noticias sobre los informes que rinden anualmente los presidentes municipales. En esos actos, suelen decirse datos que no concuerdan con la realidad; se enumeran grandes sumas de recursos (por eso jocosamente se dice que en los informes hay danzas de millones) y desde luego, existen especies de actos ceremoniosos que nuestros políticos no han podido extirpar, y en cambio, junto a esa especie de pasarela de personajes, se hacen declaraciones que son reveladoras de las pretensiones de cada alcalde, o incluso, de sus invitados.



El municipio, es la entidad más pequeña de las tres que coexisten en el sistema político mexicano. De arriba hacia abajo, por su potencialidad, está la Federación, le sigue el Estado y cierra los órdenes político-jurídicos, el municipio. Este se compone de población, asentada en un espacio geográfico y con una cabecera municipal. Como es libre (autónomo) se regula por leyes propias y un órgano de gobierno que es el ayuntamiento, integrado por regidores o munícipes, y el síndico.

La República tiene una gran cantidad de municipalidades: 2471 en total, y de las 32 Entidades Federativas, la que mayor número de municipios tiene es Oaxaca, con 570. En la ciudad de México, se les denomina Alcaldías a sus demarcaciones territoriales, siendo en total 16, mientras que Baja California Sur, apenas posee 7, en tanto que Jalisco se integra por 125 (estando pendiente Capilla de Guadalupe, actualmente delegación de Tepatitlán), aun cuando sobre el 126, hay un decreto que lo aprobó, pero un amparo lo bloqueó y a pesar de que ordena se reponga el procedimiento para decretar de nuevo su creación, los intereses políticos y la indolencia del Congreso local, ha hecho que ese afán de los capillaguadalupenses, duerma el sueño de los justos, es decir, permanece en el refrigerador, casi en el olvido.


La Constitución Federal, en su articulo 115, precisa lo esencial de la institución municipal. En ese dispositivo supremo, se encuentra vertida la Ley del Municipio Libre, redactada por el ilustre abogado jalisciense Luis Manuel Rojas, en diciembre de 1914, estando el gobierno constitucionalista que presidía Venustiano Carranza como Primer Jefe, en Veracruz: este gran líder revolucionario la publicó el 26 de diciembre de ese año. Y siendo ese hecho, una efeméride vital para la vida de los ayuntamientos de todo el país, resulta que en ninguno se le recuerda y muchos menos se conmemora. A ese grado de ingratitud e ignorancia, se llegó, no cabe duda, por lo impreparado de nuestros políticos. Y la imputación es más grave para Jalisco y Guadalajara, pues el ilustre Rojas, nativo de Ahualulco de Mercado, fue diputado constituyente por la Perla Tapatía.


La Constitución particular de cada Estado de la República, contiene, en fiel reproducción de la Carta Suprema nacional, los principios que norman la vida de los municipios. En especial para Jalisco, está vigente la Ley del Gobierno y la Administración Pública Municipal del Estado, promulgada en tiempos del gobernador panista Alberto Cárdenas Jiménez, pero con múltiples reformas. Una de ellas fue la de los informes de los alcaldes o presidentes municipales.






Hemos de anotar, que los jaliscienses estábamos muy acostumbrados, desde el siglo antepasado, a que el postrer día de diciembre, se leyeran los informes municipales, y al día siguiente, uno de enero, se iniciara el período de gobierno, que muchos años fue bianual y ahora es de tres anualidades, que arrancan el primer día de octubre, luego de la elección constitucional. En consecuencia, también se varió el tiempo de los famosos informes, que al tenor del artículo 47, fracción VIII, de la antecitada ley de gobierno municipal, debe ser en la primera quincena septembrina, pues es obligación del presidente del cabildo: “Rendir informe por escrito al Ayuntamiento del ejercicio de la administración dentro de los primeros quince días del mes de septiembre de cada año. En caso de que decida hacerlo en acto protocolario, en sesión de Ayuntamiento, la fecha se fijará con oportunidad necesaria y se hará saber a las autoridades estatales y a la sociedad en general”.


La sesión en que se lleva a cabo esa especie de rendición de cuentas, debe ser solemne, conforme el Código de Gobierno Municipal de Guadalajara. En este Reglamento se estipulan los detalles de esa sesión. Y como nuestra Sultana de Occidente es la guía de los pueblos jaliscienses, pues casi en todos se hacen réplicas de lo que en la capital del Estado se lleva a cabo en materia de informes.


Hemos de observar, que los medios de comunicación no le dan importancia a los informes de la mayoría de los alcaldes, enfatizando sus noticias, comentarios y reportajes, sobre lo que sucede en nuestra Perla guadalajarense, en los municipios del área conurbada, destacando Zapopan, San Pedro Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga. Del resto de la Entidad, algo se dice de Puerto Vallarta y Ciudad Guzmán; poco se habla de lo rendido en Autlán, Lagos de Moreno, Ciudad Guzmán (Zapotlán el Grande), Tepatitlán, Arandas, Ocotlán, Zapotlanejo, y, de plano, casi nada de las demás municipalidades.





Por ello, los ojos y oídos están prestos para ver y escuchar lo que se dice en esas localidades importantes para los políticos. Así, el primer edil tapatío, de quien se dice que trabaja arduamente para ser el sucesor de Alfaro Ramírez, en su informe, realizado en el Parque Agua Azul, tras hablar de sus aparentes logros (porque los ciudadanos en gran número no están de acuerdo) manifestó: “Estoy concentrado en mi trabajo como alcalde de Guadalajara, no tengo porqué traer distracciones. Pero lo he dicho públicamente que me encantaría hacer muchas más cosas”. Y claro, a buen entendedor media palabra: quiere ser gobernador.


Por su lado, Juan José Frangie, el jefe municipal de Zapopan, nos dice el reportero de Notisistema, Héctor Escamilla Ramírez: “Como en los viejos tiempos de eventos multitudinarios y con la pasarela de empresarios y políticos, rindió su informe de gobierno el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, en el Parque de las Niñas y los Niños”. Y mientras el funcionario citaba varias veces -para quedar bien, faltaba más-  a su antecesor (Pablo Lemus), las protestas hacían eco, pues atgronaban en las afueras del local. En pocas palabras, dice el antedicho periodista, que el discurso del zapopano, tuvo “poca autocrítica a las actividades gubernamentales”.


De los mandamases tonalteca y tlaquepaquense, poco podemos decir, pues su medianía no pareció atractivo a los medios de comunicación, y si acaso difundieron datos escuetos. Pero del primer edil tlajomulca, Salvador Zamora, vaya que si se publicaron frases, datos y aspiraciones. La problemática abordada fue desde el parque de La Primavera, la comunicación entre Guadalajara y Tlajomulco, que es crítica, (a tal grado, que el gobernador ya habló de un segundo piso para aliviar el tráfico en esa zona) hasta las casas abandonadas en las cercanías de la cabecera municipal, junto al delicado asunto del agua y desde luego, la casi indomable inseguridad pública. Pero lo que más atrajo a los interesados en saber de este político, fue escucharlo hablar sobre sus aspiraciones, ya sea para Guadalajara o incluso, para el Estado:  "Me siento preparado, me siento fuerte, me siento entero y me siento lo suficientemente activo para dar y entregar todo." (El Informador, 14 sept.2022).





Por lo tanto, todos los que asistieron al informe del tlajomulquense, se pusieron a cuchichear, y hacer apuestas.


Como titulamos esta colaboración, los informes de presidentes municipales, más que real información de obras y hechos, son ceremonias rituales, pasarelas en las cuales, se debe leer entre renglones lo que se dice y lo que efectivamente se busca. En pocas palabras, en esos eventos, lo que se hace es proyectar las pretensiones de cada alcalde, para que sus partidarios redoblen sus esfuerzos a fin de lograr sus objetivos, y por su lado, los adversarios (manifiestos o encubiertos), tomen sus precauciones para obstruir al potencial rival, y a su vez, alcanzar sus propias metas, que se rigen por la frase típica de “quítate tú, para ponerme yo”.




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