domingo, 8 de mayo de 2022

Apuntes del sinarquismo en zapotlán


 

Fernando G. Castolo*

 

 

Eulalio Villalobos Carreón, un humilde panadero nativo de Sayula, Jalisco (donde nació hacia 1892), fue el principal promotor para fundar en Ciudad Guzmán el Comité Municipal de la Unión Nacional Sinarquista, a finales de los años treinta del pasado siglo XX.



 

Este grupo que, a primera vista, pareciera que es un hilo conductor de los emblemáticos grupos católicos que le antecedieron como la Acción Católica (fundada en 1917) o Caballeros de Colón (fundado en 1921), en realidad es una propuesta política que busca dignificar la vulnerabilidad de las masas marginadas; masas, por supuesto, católicas recalcitrantes.


Las multitudinarias manifestaciones a las que convocaban sus líderes tenían lugar en la explanada del desaparecido monumento a la Bandera (confluencia de las calles Reforma y Constitución), dándole así un sentido nacionalista al discurso de las voces que tomaban la tribuna.


Tiempo después, este grupo, liderado por el propio Villalobos (casado con Felipa Peña), construyen un foro en el cual poder manifestar sus ideologías de forma libre y, así, evitar exponerse a situaciones que terminaran en zafarrancho. Este espacio, ubicado sobre la calle Negrete, fue conocido como Teatro Urquiza (en honor al reconocido fundador de esta organización, José Antonio Urquiza), donde se celebraban todo tipo de asambleas y reuniones que desbordaban al fanatismo de muchos de sus agremiados.





 Los sinarquistas zapotlenses fueron fuertemente apoyados de forma inicial por los jesuitas, orden religiosa que, en la época, tenían bajo su custodia el emblemático templo del Santuario de Guadalupe (1935-1940). Cuando fueron expulsados de la ciudad por el cardenal José Garibi Rivera (quien también les había dado la custodia), entonces los sinarquistas buscaron refugio, obviamente, con los diocesanos (siendo párroco Antonio Ochoa Mendoza) y, tiempo después, con los franciscanos, quienes llegan a la población a finales de la década de los cuarenta.


Este foro sinarquista, sin embargo, no únicamente fue ocupado para este tipo de manifestaciones; no, también las había artísticas y culturales, donde se montaban obras de teatro, la gente declamaba o cantaba y había conciertos.


El Teatro Urquiza fue famoso gracias a estas presentaciones de corte cultural, escenario desde el cual la "gente del pueblo" expresó su gran sensibilidad y capacidad para admirar las bellas artes. La panadería de don Eulalio Villalobos, por cierto, fue muy celebrada en su época.


Los olorosos panes salían de los hornos de la calle Manuel M. Diéguez, y se distribuían en algunos expendios o directamente en la residencia de los distinguidos y muy selectos vecinos que gustaban de su exquisito pan artesanal.




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