martes, 2 de mayo de 2023


 

Pedro Vargas Avalos

 

 

Nos dice el diccionario que un ‘váguido’ es una indisposición pasajera que se produce tras una situación de angustia o susto muy grandes. Esto es lo que ha sobrevenido luego de que, con gran alharaca, se supo que el primer mandatario nacional había suspendido su gira por el sureste del país, el pasado domingo 23 de abril estando en Mérida. Allí, se dijo -por un periodista de El Diario de Yucatán, que luego éste medio agrandó y los políticos y pseudopolíticos, que abundan, escandalizaron- lo siguiente: “según sus fuentes, el mandatario había sufrido una complicación cardiaca cuando se disponía a desayunar en la Base Aérea Militar Número 8 de Mérida dentro de un edificio conocido como Casa de Piedra” (Ricardo Raphael, Milenio 24-04-023).



            Para Jenaro Villamil, el periodista y escritor, que preside el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), al glosar la serie de murmuraciones y especulaciones que el hecho del “váguido” antedicho desató, una especie de “salto mortal” lo dio Raymundo Villa Palacio, quien escribió el 25 en Estrictamente Personal: “El Gobierno no mintió cuando dijo que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tenía COVID-19. Lo que ocultó es que el virus le produjo un infarto.” Así, se desarrolló una “infodemia” sobre el tema. El primer magistrado, vía twitter, informó: “Ni modo, amigas y amigos: salí positivo a COVID19. No es grave. Mi corazón está al 100 y como tuve que suspender la gira, estoy en la Ciudad de México y de lejitos festejo los 16 años de Jesús Ernesto. Me guardaré unos días…”. Lo del festejo es referente al cumpleaños, el 23 de abril, de su hijo menor de edad.


            Eso de infodemia, hay que entenderlo como expresión compuesta por la palabra información y la voz epidemia, generada por algún acontecimiento muy interesante para la comunidad, pero que a veces genera o permite surjan noticias falsas, es decir, fakenews. Y estas en el medio político, causan verdaderas turbaciones, las cuales luego se aclaran, pero el daño social que produjeron ya no lo sanan totalmente, conforme el refrán que dice, “la mentira, cuando no mancha, tizna.”





El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, debido al desmayo presidencial, desde el lunes 24 encabeza las mañaneras que habitualmente dirige AMLO, apoyado en el secretario de Salud, afirmó que “el presidente estaba recuperándose del contagio de Covid19, y más que pronto sería dado de alta”. La Doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del gobernante, de gira por Tabasco, declaró: "Les quiero decir que la única y auténtica verdad es que nuestro presidente está muy bien", resguardado en Palacio. Para el miércoles 26, el mismo máximo servidor público de México, difundió un video, en el cual explica detalladamente el suceso. Tras mirarlo, Joaquín López Dóriga, opinó que, ese video, -grabado en el museo de la Intendencia de la Traición a Madero, en Palacio Nacional-,  lo “dedicó a sus amigos y adversarios y en el que no quedó duda de que se había recuperado.” Sostiene el renombrado “teacher”, sobre este tópico de la salud del Presidente, que “fue el tema central de todos los mexicanos, se dijo de regreso y lo hizo en modo López Obrador.” Por la noche, en el programa Tercer Grado que modera René Delgado en Televisa, el antes citado Riva Palacio, dio una disculpa reconociendo su error.


De esa manera transitó esa especie de soponcio que registró la nación, casi toda la semana pasada. Desde luego, los críticos de AMLO, se dieron vuelo difundiendo con tintes falsos, la noticia. Pero al margen de ello, surgen varias inquietudes al respecto: Una es la principal, lo que sucedería en nuestra Patria si permanentemente, no hubiese titular del poder ejecutivo. Pero también es muy transcendente, el saber por todo el pueblo, como está la salud de su gobernante y en caso de enfermedad, conocer si posee la capacidad para ejercer su cargo. En esta hipótesis, también aplicaría para los mandamases de Entidades federativas o municipios. Las inadvertencias normativas en ambas suposiciones, son notorias y resulta, por tanto, de suma importancia que se legisle sobre el tema.


Dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 84: “En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo. En este caso no será aplicable lo establecido en las fracciones II, III y VI del artículo 82 de esta Constitución. Quien ocupe provisionalmente la Presidencia no podrá remover o designar a los Secretarios de Estado sin autorización previa de la Cámara de Senadores. Asimismo, entregará al Congreso de la Unión un informe de labores en un plazo no mayor a diez días, contados a partir del momento en que termine su encargo.” En los siguientes párrafos explica el dispositivo constitucional aludido, las clases de presidentes que pueden surgir: el interino, que es nombrado por el Congreso, cuando la falta del presidente es en los primeros dos años de su período, en cuyo caso el nuevo gobernante convocará a elecciones presidenciales, para que quien triunfe, concluya el período del ausente. Si la desaparición definitiva es en los postreros cuatro años del período, entonces se nombra por el Congreso a un presidente sustituto, mismo que terminará la etapa sexenal inconclusa.





Sin embargo, sobre el estado de salud, específicamente el mental, aunque puede ser también alguno que se dictamine impide ejercer atribuciones presidenciales plenas, no hay providencia que lo regule. Y es indispensable que sobre tema tan delicado no haya lagunas legales.


Una nación no puede vivir armónicamente sin mandatario legítimo; la política es esencial en la sociedad, y el pueblo, tiene el derecho de saber el estado de salud de sus gobernantes, a la vez que estos, invariablemente deben gozar de salud suficiente para el desempeño de su demandante encargo. En el estatuto correspondiente que los legisladores forjen, se deben incluir todos los funcionarios, puesto que no debe confiarse el ejercicio de funciones de gobierno a ciudadanos que no estén plenamente sanos, es decir, aptos, para desempeñar esos puestos.


Finalizamos nuestro comentario recordando que, en puntos tan escépticos pero factibles, como el que hoy dilucidamos, se debe proceder como afirma la sabiduría popular: más vale prevenir que lamentar.

 

 


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