jueves, 9 de febrero de 2023

El México catastrofista


  

Juan José Ríos Ríos

 

 

El ser catastrofista, que se define como la “Actitud de quien, exagerando con fines generalmente intimidatorios, denuncia o pronostica gravísimos males”, es un mal muy arraigado en nuestro país, sobre todo por aquellos que, cuidando sus propios intereses y beneficios, todo lo ven mal, casi ruegan para que fallen, apoyándose hasta en símbolos religiosos, para que le vaya mal a quien propone algo diferente, con lo que sin duda, aparte de recurrir al engaño, entorpecen el cambio y desarrollo del país y de los mexicanos.




            Esta forma de actuar se puso más de manifiesto desde que Vicente Fox, quien tanto prometió cambios e hizo uso de tantas y tantas mentiras tras llegar a ocupar, inmerecidamente, por sus resultados, el cargo de Presidente de México, puso en boga la frase “Peligro para México”, calificativo que utilizó para tratar de impedir la llegada al poder, por la vía legal, del actual titular del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador.


            Desde entonces se ha multiplicado la actitud de pregonar y conducirse, incluidos medios de comunicación y sus conductores de noticias o programas de radio y televisión, de manera exagerada y hasta ruin, prediciendo males y catástrofes que, por fortuna, no les han atinado. Lo fue con el ahora AIFA, la Refinería de Dos Bocas, El Tren Maya, y cuanta obra o proyecto se ha propuesto o implementado, y ahora hablan de colapso de las finanzas públicas por los apoyos sociales que se otorgan, principalmente a los adultos mayores.


            Estos personajes, que en un día perciben beneficios económicos que en un mes o más tiempo, la gran mayoría de la población no obtiene, trabajando de manera honesta, y eso pese a que el salario ha recibido generosos aumentos en tan sólo cuatro años, superando más de cuatro décadas de impedimento para que “no aumentara la inflación”, aliviando en mucho la economía de millones de mexicanos, de ésos que no hacen daño al país y han dado sus mejores años trabajando para un futuro mejor propio y del país.





            Lo increíble es que todavía hay muchos ciudadanos, millones dicen, que viven en la creencia de que todo está y va mal, sobre todo aquellos que no quieren que se lastimen sus desproporcionados salarios de 500 mil pesos mensuales, de los que hacían jugosos negocios vendiendo medicina al sector público de salud, aquellos que, por haber organizado un “movimiento reivindicatorio” para el campo recibían recursos públicos por miles de millones de pesos de los que no daban cuenta, de militantes y dirigentes de partidos que se han eternizado en el poder, en los cargos públicos, todos con prestaciones que en ningún otro país, incluidos los denominados ricos o de primer mundo, otorga a quienes se encumbra en cargos públicos.


            Pues toda esta clase saqueadora de recursos públicos y naturales, que tienen concesiones de agua para el consumo humano y que utilizan a su antojo en su propio beneficio, cuando poblaciones, como sucedió en Monterrey o por lo que se vive en Chiapas, no disponían agua para sus mínimas necesidades, una rapiña y desvergüenza que debería tener castigo, fin, pero no, no funcionan por igual, con espíritu de cambio, los tres Poder que norman la conducta del país y de los mexicanos.


            Qué bueno fuera que los ciudadanos reflexionaran más este tipo de comportamientos, que no se dejaran engatusar por tan sólo ser considerados, de que existen o son parte de ésa élite. O bien, con la compra de voto a cambio de dinero o una despensa, ponen en riesgo su propio futuro y del país. Sin duda que esto ocurre en un México donde, por primera vez, se respeta la libre expresión, de manifestación, la que raya en actitudes catastrofistas, por parte de quienes “Van por México” o con otras siglas o lemas, son lo mismo, no salvan nada, sólo protegen sus intereses de grupo, de partido o personales.           

 




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